22 Caminos y un talento

La Jeringa
5 min readOct 8, 2024

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Por: Haziel Scull Suárez

Cuando en el año 2021 un muchacho casi desconocido en los ambientes del reparto combinó su lírica con la del reconocido cantante Harryson y, de conjunto, lanzaron el tema No me pongas pero, pocos se imaginaron que, dos años después, Cuba estaría repitiendo sus coros hasta la saciedad. Se trataba de Oniel Ernesto Columbié Campos, popularmente entronizado como Bebeshito. Con una hoja de vida marcada por el esfuerzo personal en función de su ideal musical y la búsqueda del reconocimiento en quien lo escucha, este año su primera producción discográfica, 22 Caminos, marcó las pautas del verano nacional.

Ilustra: @fuck_yellow

Oniel nació en mayo de 1997 y, según ha comentado, desde que cursaba el 8vo grado se entretenía cantando en actividades escolares sus propias composiciones y soñaba con ser un artista de éxito. Su irrupción en el universo musical de la Isla, en el año 2022, coincide con el periodo del reparto identificado como postmodernidad. Es el momento en que el género reniega de su esencia marginal para buscar su identidad en una reinterpretación del ser repartero. Utilizando las redes sociales para la promoción, Instagram sobre todo, los artistas disfrutan de una posición privilegiada en la escena musical y prefieren muchas veces trabajar en conjunto más que en solitario. Bebeshito es testigo de la compleja situación económico-social que comenzó a vivirse en la Isla desde mediados del 2019 y los rezagos psicológicos que dejó la pandemia; esto, que en muchos casos provocó que el género se violentara y radicalizara, él lo convirtió en una experiencia de sobrevivencia y así lo dejó saber en canciones como Todos mis mandaos o la muy reciente Totaila.

Ya en el año 2022 dio la primera muestra de su talento al lanzar dos temas que provocaron que la mirada de los jóvenes se pusiera sobre el muchacho de sonrisa fresca y bailes refrescantes: Una pila de partes y Mojaíta. En aquel momento el grupo más popular de reparto, Kimiko y Yordy, estaba en pleno proceso de desintegración y, junto al complejo y prolongado exilio de Chocolate (considerado el «Rey del género), Bebeshito emerge como figura central en el ambiente. También le resulta provechoso que muchos de los cantantes clásicos se encuentren más centrados en discutir por la Corona del reparto que en producir para un público necesitado de paliativos urgentes y contundentes.

Así llega, en marzo del 2024, 22 Caminos. Producido por Planet Records, es un disco lleno de canciones innovadoras acompañadas de varios videos clips con una impactante factura y narrativa. El resultado ha sido, en su generalidad, algo cautivador y curioso dentro del género que representa. No por gusto se le ha empezado a comparar con Ramón Lavado Martínez, más conocido como El Chacal (con quien canta Orgasmo).

Lo primero que llama la atención es la selección del título del álbum. La invocación a Elegguá al inicio de cada canción nos llevaría a pensar que alguna relación debería existir con respecto a los 21 caminos del orisha y, al parecer, no nos equivocamos. El nombre del álbum hace alusión a Oniel como un camino más, trazado con el esfuerzo y bendición del santo rojo y negro. El cantante hace una especie de transfiguración y se entroniza como parte de un camino alternativo donde el orisha también es guía. Las veintidós canciones son el addimú que le ofrece Bebeshito. Resulta curioso, además, en temas como Marca Mandarina (junto a El Taiger) o Qué rico me siento la singularidad de bailes que integran brincos y agitaciones similares a los de chiquillos, típico de las danzas yorubas a Elegguá. En todos los casos se evidencia un estado de éxtasis y diversión que nos recuerda a lo más genuino del orisha.

Nos enfrentamos a un disco orgánico, sin grandes cambios narrativos dentro de lo que ya venía haciendo Bebeshito desde sus inicios con canciones como Imagínate conmigo o Un inclinado. Puede que sea en Erukemban, grabada junto a Yhona, la única que, tras escuchar, nos deja un sabor de violencia, crudeza y marginalidad. Bebeshito disfruta los textos donde la plenitud del alborozo caribeño se imbrique con letras explícitas, música pegajosa y cambios melódicos que logren en el bailador la incitación directa al sexo. Mulata (en colaboración con El Coyote y A. B. Fighter), es uno de los mejores ejemplos. Utilizando la melodía de Cuán lejos voy, original de Sara Paula para la película Moana, tal parece que el apedreamiento musical hacia la mujer que encontró en la lujuria el fin último de la vida, es un gran carnaval, un esperpéntico bonche en el que Bebeshito da órdenes de ataque constantes. En el lado opuesto está Mi nombre (último tema del disco), que sigue la línea de El campeón, de Kimiko y Yordy: una especie de autohomenaje con líneas reivindicativas a la madre, gran hacedora y depositaria del éxito de cualquier ser humano. Hay una tercera canción que llama igual la atención, pues liga el humor con el sexo: A veces te odio, pura desfachatez y desparpajo. Cada canción, eso sí, está signada por el sello personal de Bebeshito: la pasión por el éxito en cada esfera de la vida. En el argot popular, el disco «la ha partido».

Como generalmente sucede en cualquier publicación discográfica, hay temas que se quedan en el regusto popular y no son los grandes éxitos del álbum y en el caso de 22 Caminos sucede con dos temas intensos en cuanto a mensaje y violencia rítmica: A la mano (junto a Ja Rulay) y 100 mujeres (en colaboración con Landy 13). La primera está fuertemente influenciada por la francachela típica de la voz rajada y el estilo de «Jarro», en 100 mujeres la base rumbera la vuelve una incitación directa al placer orgiástico que la letra exige. No son más que las dos caras de una misma moneda llamada reparto, donde se conjuga lo clásico con lo marginal.

En este disco Bebeshito se ha constituido en un artista que identifica lo positivo de las colaboraciones con otros cantantes, por lo que invita, entre otros a Orlenis 22 (Casualidades), El chulo (Lasquea) y Payaso por ley con Keneddy (Kapebene) estableciendo una relación directa de hermandad entre los actuales representantes del género. Indefectiblemente el futuro mantenimiento de su música en la preferencia popular estará marcado por su capacidad de sobreponerse al vaivén del reparto sin perder su esencia, caracterizada por lo vernáculo e histriónico. Este disco, como lo fue en su momento El Amaliano de Wow Popy, viene a responder las exigencias de un público que deseaba lo carnavalesco, bullanguero, lujurioso y marginal que destilaban las intervenciones musicales de Bebeshito en temas aislados.

La producción, acompañada de un video clip por cada tema, es un regalo para todo el universo repartero que encuentra en ella la voz de su ontología y deseos signados por, sobre todas las cosas, la banalización de la cotidianidad. 22 Caminos es una respuesta a las interrogantes de los adolescentes de hoy que buscan fuera de sí los enigmas de la postmodernidad y de una sociedad líquida o, como diría Vargas Llosa, del espectáculo. Pero también es, y por sobre todas las cosas, un disco funcional y coherente con el público que lo esperó EP tras EP, entre marzo y septiembre, que se recordará mientras cada fin de semana alguien celebre un cumpleaños de santo.

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