Anatomía de una idea
Por: Camila Zorrilla
“Lección de Anatomía" se titula la exposición más reciente que nos ofrece Galería Habana a todos aquellos que amamos estar en interacción, de una forma u otra, con el quehacer artístico cubano. Se presenta como parte de un proyecto más ambicioso llamado “Arte-Pedagogía”, el cual persigue un verdadero reconocimiento a la figura del profesor-artista en el terreno de las artes visuales. Constituye el punto de inicio de un fenómeno que pretende desarrollarse cada año con particularidades independientes.
Bajo la curaduría de María Lucía Bernal Delgado, la muestra agrupa a ocho profesores del Instituto Superior de Arte (ISA) con obras propias. El hecho de que estos artistas desempeñen una labor pedagógica condiciona la selección curatorial. En primer lugar, porque forman parte de un colectivo creador que comparte sentimientos de desatención. En segundo lugar, porque se entienden como sujetos capaces de reconocer y enseñar la importancia del proceso creativo. A partir de esta línea de pensamiento, la curadora propone nuevas percepciones del hecho artístico, sugiriendo su asimilación como obra de arte.
Dicha teoría encuentra basamento en la idea del artista-intelectual promovida durante la posmodernidad. Es decir, el creador se somete a rigurosas investigaciones de corte filosófico o académico para realizar su obra. Ello resulta en uno o varios elementos que contienen determinados valores estéticos y comparten espeacio con un arsenal teórico-conceptual implícito, o no, que conforma la obra de arte.
El periodo de investigación, análisis y proyección de una pieza busca ser entendido, en el proyecto de Bernal, como obra en sí mismo. Para ello propone las siguientes interrogantes: ¿Cómo se construye una obra de arte? ¿Cuáles son las líneas de pensamiento que llevan al surgimiento de una pieza? ¿Cuáles son las estructuras necesarias para elaborar un discurso crítico?
Sin lugar a dudas, dichas interrogantes dotan de un tremendo atractivo a Lección de Anatomía. El espectador se motiva a pensar y buscar solución a los planteamientos de la curaduría, mas no aspira a encontrar las respuestas desde su experiencia y conocimiento, sino que persigue verlas reflejadas en el recorrido visual y sensorial al cual desea someterse. Llegado este punto, ¿existirá una auténtica relación entre la propuesta del discurso curatorial y aquello que comunican las obras? ¿los ocho artistas se habrán planteado sacar a la luz el caos de la creación? ¿es posible apreciar en la muestra una deconstrucción de las obras?
Con este texto nos proponemos hacer un análisis general de la exposición. Para ello detendremos la mirada en los aspectos principales que la componen, dígase concepto expositivo, museografía y obras. Si bien no sería prudente ni necesario realizar un análisis interpretativo de cada pieza en exhibición, haremos alusión a algunas de ellas.
La muestra inicia con palabras de la curadora tipografiadas encima de la pared. De forma muy directa, guía y advierte al espectador acerca del propósito que se persigue al unir aquel conjunto de piezas en un mismo espacio. Se permite, en unas pocas líneas, explicitar el fundamento conceptual de la exposición. A partir de entonces la lectura de las obras va a estar ligeramente guiada, o condicionada, dependiendo de la perspectiva desde la cual se analice.
La nómina de artistas-profesores está conformada por los siguientes nombres: Andy Montoya, Daniel Madruga, Duniesky Martín, Duvier del Dago, Glenda Salazar, Harold López, Irving, y Ruslán Torres. Las piezas están realizadas en formatos variados, dígase fotografía, instalación, videoarte, ilustración, dibujo. Luego, estamos en presencia de poéticas muy distintas entre sí, que albergan un sentido común gracias a la idea curatorial.
Con gran acierto museográfico la obra que recibe al público es la de Ruslán Torres, titulada: Investigación, arte, experiencia (2022). Consiste en una impresión de grandes dimensiones que esquematiza tres momentos o aspectos cruciales del proceso creativo. En esta pieza se percibe con facilidad su intención educativa. Asimismo, permite una mejor familiarización del espectador con el pie forzado curatorial. No se trata de una deconstrucción visual de la imagen, ni de bocetos bien acabados, sino de una simplificación ilustrada de la idea.
Otra obra muy interesante es la de Glenda Salazar, por tratarse de la única instalación presente y estar vinculada a elementos de la naturaleza. Capta al instante la atención del espectador, quien dirige de inmediato la mirada hacia ella. De esta manera, loe invita a hacerse partícipe mediante un acto contemplativo poco habitual en una galería. Con ello hago referencia a la perspectiva desde la cual pretende ser observada parte de la obra. Digo parte, pues, además del resultado final (la instalación), la artista presenta dos bocetos que explicitan el proceso de investigación y conformación.
En este tipo de trabajos sale a relucir la importancia que tiene la labor investigativa de un creador. Es, precisamente, este aspecto quien el que le otorga valor intelectual a una pieza. Aunque un artista casi siempre busque transmitir emociones, no debe prescindir de discursivas elaboradas y novedosas, que aporten algo más que una simple satisfacción visual o estética. Para nada se trata de complejizar el arte, sino de romper las barrearas barreadas de lo superfluo y la intrascendencia. El Proyecto Camuflaje de Glenda demuestra lo antes expresado, supera todas las barreras, pues en palabras de la propia artista: fueron muchas las horas de estudio y trabajo para llegar a concretar la obra. La misma, aúna cuestionamientos sobre las fronteras y los límites territoriales, empleando como metáfora las plantas invasoras.
De igual modo, sería oportuno destacar la propuesta visual de Duvier del Dago, quien nos ofrece un panorama general de las diferentes facetas evolutivas de su proyecto, de acuerdo a las posibilidades de materialización. En este caso, más que una descomposición del resultado final, se tratan de mostrar las diferentes adaptaciones que puede sufrir una idea durante el proceso de creación. Su obra consiste en una serie de emplazamiento virtuales, en realidad aumentada y modelos 3D.
A pesar de que este proyecto tiene un valor material y estético elevado, contiene en igual medida elementos que conducen a un pensamiento reflexivo. Por lo tanto, el artista se interesa por demostrar las complejidades, aciertos y desaciertos a los que se somete, cuando decide enrumbarse hacia la materialización de una idea.
El resto de autores siguen una línea similar a la de los anteriormente mencionados. Es cierto que cada obra contiene una narrativa con enfoques propios,. sSin embargo, encuentran la unicidad deseada por la curadora al evidenciar, de una forma u otra, su fraccionamiento anatómico. Como su nombre lo indica, Lección de Anatomía busca resaltar sacar el lado pedagógico de estos creadores mediante piezas que permitan acercarse a los detalles procesuales de la creación, algo muy similar a una clase de anatomía.
Antes de concluir nos resulta imprescindible hacer referencia al trabajo museográfico. La Galería Habana constituye uno de los espacios más propicios para realizar este tipo de exhibiciones por ser espaciosa y acogedora al mismo tiempo, por propiciar desplazamientos fluidos y guiados, además de contar con una climatización artificial necesaria para la preservación de las piezas.
Uno de los elementos más interesantes del resultado museográfico es la disposición lumínica. En algunas ocasiones el manejo de lala luz contribuye a crear sombras u otras sensaciones visuales. Así sucede, por el ejemplo, con la pieza de Glenda Salazar. Para ello se tornó una decisión acertada la acción de pintar los techos en color negro y las paredes blancas. Este tipo de contrastes cromáticos posibilita una mejor interacción de luces en el espacio.
En cuanto al orden y disposición de las piezas poco se podría aportar. En un primer momento, el proyecto curatorial manifestaba que las mismas estarían separadas por pequeñas líneas discontinuas en el suelo, para sugerir que cada autor era un universo diferente. Al parecer hubo algunos problemas con esta idea y quedó abiertamente descartada. La única pieza que tiene un lugar justificado, tanto en el proyeto como a los ojos del espectador, es la de Ruslán Torres, siendo esta la primera por estar directamente relacionada con la pedagogía.
Lección de Anatomía se proyecta en una exposición tan ambiciosa como necesaria. Digo ambiciosa porque pretender el desmantelamiento de algo tan íntimo y revolucionario como el proceso creativo, podría ser a algunos nos resulta un tanto perturbador. Detrás de cada artista hay un universo de pasiones, intenciones, aspiraciones y vivencias, que resultaría muy difícil e inapropiado exponer a la luz; al menos no en su totalidad. El llamado caos de la creación, precisamente por ser un caos, no podrá verse explicado como si se tratase de una clase de anatomía.
Por otro lado, digo necesario, porque el propio acto de enseñar también es un arte. La diferencia es que consiste en un tipo de arte infravalorado, pues su reconocimiento no pasa de la simple mención en momentos poco cruciales. Este tipo de exposiciones contribuye al empoderamiento de profesores-artistas que, tras un doble esfuerzo, aportan muchísimo al devenir cultural de este archipiélago.