Antecedentes del UKIYO-E en la pintura japonesa (II)
Por: Amanda Colina González
Antes de la llegada, o más bien, la importancia que se le otorgó a la xilografía en Japón, gracias a la gran demanda de las estampas del “mundo flotante”, las representacionales visuales japonesas se manifestaban en la pintura. La misma resulta un compendio de resultados que responden a determinadas condicionantes sociales, políticas, filosóficas y religiosas que procuraron influenciar el ámbito creativo nipón desde los comienzos de su historia.
Debido al medio donde se publicará esta investigación, es importante destacar la variedad de momentos y circunstancias históricas que determinaron el discurso estético de dichas creaciones. Constantemente, desde tiempos remotos, la pintura japonesa ha estado marcada por la convivencia y, de alguna manera competencia, entre la estética nativa y propia de las islas niponas y la adaptación de ideas, estilos y cánones importados del continente, principalmente de China (y ocasionalmente de Occidente). El decursar de su historia nos narra cómo la identidad y esencia propia se sobreponen a las influencias externas para crear un lenguaje distintivo, único e inequívocamente japonés.
UN RECORRIDO POR LA PINTURA NIPONA
La pintura japonesa constituye una de las artes visuales de esta nación más destacadas en cuanto a refinamiento, elegancia y buen gusto. La pintura japonesa (a pesar de las influencias que pueda presentar) se basa en la combinación de una serie de elementos/términos estéticos mantenidos lo largo de la historia y que es lo que identifica en su generalidad a este arte. Estos son la armonía (wa); el poder de evocación, la introspección, el mundo intangible (yugen); la belleza simple y sensual (iki); el buen gusto, el refinamiento y la elegancia (furyu) y la asimilación de lo efímero, la melancolía y la tristeza (aware).
Este arte visual pictórico transita por diferentes períodos de la historia y se enriquece con disímiles temáticas y estilos de gran variedad. Si bien algunos momentos y estilos rebasan el límite de los antecedentes inmediatos del ukiyo-e, es necesario conocer, al menos de forma epidérmica el decursar histórico y cronológico de la pintura si queremos comprender sus aportes a la historia del arte japonés, asiático y universal.
De todos y cada uno de estos momentos y estilos surgen datos y aportes que complementan los momentos consiguientes en la historia de la pintura. En la cultura japonesa (como en las todas las demás) no hay nada aislado, todo se complementa y funciona como engranajes de una maquinaria perfecta y espontánea denominada historia.
ASIMILACIÓN DE FORÁNEOS. LOS PERÍODOS ASUKA Y NARA
Es en el Período Antiguo de Japón llamado Asuka (552–646) cuando se introduce en el territorio ciertas formas de administración gubernamental y también modos de pensamiento budistas procedentes del gigante asiático. Los japoneses recibieron todo tipo de conocimientos con las manos abiertas, asimilando y, poco a poco, adaptando estas influencias a la esencia propia del ser japonés y a la religión nipona por antonomasia: el Shintomísmo. Esencia que, aunque solapada o escondida en algún momento, nunca se pierde.
La importación de obras de arte, métodos, técnicas y estilos procedentes del continente pululan por el territorio japonés, sobre todo aquellas introducidas por los monjes budistas enfocados en la pintura religiosa. Los templos refulgen como santuarios exponentes de grandes y numerosas representaciones pictóricas en sus paredes (aunque este no es un soporte común en las artes visuales niponas y es prácticamente en unos pocos templos que llegan hasta nuestros días, donde pueden apreciarse estas pinturas murales) (1).
Dichas imágenes presentan una de las características principales que distinguen a la pintura japonesa en su generalidad: el carácter narrativo. A través de las representaciones visuales se descubren hechos, leyendas e historias enlazadas con la vida de Buda y algunas deidades menores, siguiendo los cánones de las pinturas chinas de la dinastía Tang o del Período de los Dieciséis Reinos.
Es a mediados del período Nara (646–794) cuando estas pinturas se hicieron realmente populares y donde vemos uno de los primeros antecedentes que responden al carácter principal y uno de los temas más recurrentes de las estampas japonesas del ukiyo-e: la representación de escenas comunes y las mujeres hermosas. El ejemplo clave para ilustrar este dato lo encontramos en los murales de la Tumba de Takamatsuka (2) (siglos VI-VII) y sus Asuka Bijin (3).
Las imágenes policromadas en rojo, verde, azul, oro y plata están pintadas al aire libre e ilustran a cuatro figuras cortesanas que simbolizan las cuatro deidades chinas representantes de los puntos cardinales (el tigre blanco, el ave roja, la tortuga negra y el dragón azul). Este estilo evolucionó hasta convertirse en lo que conoceremos como Kara-e (pinturas de estilo chino), fiel representante de las características y cánones de esa nación y opuesto inevitable del estilo Yamato- e (pintura de estilo japonés) del cual hablaremos más adelante. El estilo Kara-e presenta temáticas, argumentos y referencias continentales, emplean la tinta china sobre papel o seda y son monocromáticas.
EL NACIMIENTO DE LA PINTURA CLÁSICA JAPONESA. EL PERÍODO HEIAN (794–1185)
Alrededor del siglo X, la influencia del pensamiento budista chino, expresión de una cultura elevada y de gran fuerza espiritual era demasiado preponderante y, por tanto, los japoneses, aunque receptores voluntariosos de tales influencias externas, se arriesgaban a supeditarse completamente a los cánones exteriores. De esta forma, el período Heian marca el verdadero momento de arranque y formación de la cultura clásica japonesa (4). Pasados los primeros siglos de asimilación llega la hora de conformar una cultura propia, por supuesto, enriquecida con los elementos foráneos ya asimilados.
En el año 794 se traslada la capital de Nara a Heian-kyo (5); el nuevo régimen se veía necesitado de un lugar donde establecer las bases de su nuevo gobierno y la renovación del país, un lugar donde crear la autenticidad de su nación. A pesar de que las influencias chinas existían, poco a poco fueron menguando gracias al nacimiento de nuevas formas y tendencias típicamente niponas. (6)
El período Heian (794–1185) fue una época de crecimiento, de esplendor y del buen gusto. Se promueven las formas simples y la delicadeza ornamental que arriba con nuevos preceptos religiosos, abogados de una fe sencilla y sincera que aspira al Paraíso del Buda Amida y con el objetivo de extender dicha doctrina un monje fiel comienza a producir obras de arte (7). Como consecuencia, los templos budistas comenzaron a fungir como espacios exponentes de dichas escenas pictóricas que basan su principal temática en la búsqueda del Paraíso de Amida.
A diferencia de algunos ejemplos del budismo anterior (más enfocado en los preceptos chinos) estas representaciones estaban llenas de elegancia en sus líneas, una clara expresividad y un carácter peculiar: se comienza a apreciar una cercanía entre la figura humana y la divina en un ambiente de júbilo, íntimo, de confianza. La actitud de Buda hacia el espectador es diferente, asequible y la pintura capta esencialmente la inmersión divina a escenas comunes de la vida terrenal en una composición asimétrica, constantemente presente en la nueva pintura japonesa (8).
CONFIRMACIÓN DEL ARTE DE UNA NACIÓN. EL ESTILO YAMATO-E.
Es en este período de confirmación del arte japonés donde nace la escuela de pintura que rivalizaría con las precedentes y las simultáneas (9). Un estilo con características netamente japonesas (conocida también como pintura profana para diferenciarla de su coetánea sacra) conocido como Yamato-e (10). Esta pintura no perseguía las mismas reglas y rígidos estereotipos chinos, lo cual contribuía a lograr una libertad de expresión artística apreciable en los nuevos formatos, la policromía y la nueva modalidad de los temas preexistentes (leyendas, paisajes, poemas e historias del continente; temas constantemente recurrentes en la pintura nipona).
Es en este momento cumbre de la pintura y la cultura japonesa en general, donde nace un lenguaje artístico propio de características distintivas y cada vez más identitario. Una cultura que expresa una idiosincrasia enriquecida por los valores estéticos introducidos durante años de historia por parte del continente y que adquiere un sentido propio de elegancia, sutileza y magnificencia. Asimismo, demuestra una gran sencillez y destaca sus propios valores de ecuanimidad, armonía, equilibrio, maestría, dedicación y buen gusto, valores que se mantendrán constantes a lo largo de la evolución de las artes visuales de este país.
Aparecen nuevos soportes para este arte pictórico (además del clásico papel, la seda y las grandes paredes de los templos budistas) como biombos plegables (byobu), paneles y puertas correderas (fusumas) (cuando hablamos de “grandes formatos”). La pintura se trasladó también al primer plano a través de formatos ya conocidos en China como los emakimonos (rollos de papel ilustrados) y los kakemonos (pinturas para colgar) pero que en Japón, adquieren cualidades inigualables.
NARRACIONES ILUSTRADAS. LOS EMAKIMONOS
Es de la mano de este formato y de una obra en específico perteneciente a este estilo que, a principios de siglo X la pintura de estilo tradicional alcanza un punto elevado en la esfera creativa japonesa. A pesar de que el modelo no era originalmente nipón, sino que había sido introducido por el gigante asiático como una de las manifestaciones artísticas de épocas anteriores, la maestría en la elaboración de la obra y la clara identidad japonesa manifestada en ella, lo hacen suyo.
Las crónicas plasmadas mediante narraciones ilustradas conocidas como “La Historia del Príncipe Genji” (Genji Monogatari) fue primeramente escrita como una novela por una dama de la corte y posteriormente ilustrada con láminas pictóricas (11). La peculiaridad de este formato consiste en su extendida longitud tanto física como narratológica, por lo cual la única forma de comprender el discurso es viéndolo por partes, como si fuesen escenas de una película lideradas por el movimiento travelling de la cámara. Se desenrolla por un lado, mientras que se enrolla por otro, permitiendo la apreciación paulatina y la comprensión de la historia ilustrada mediante imagen y texto.
A través de ilustraciones que visualizan los capítulos de la novela y pasajes que preceden dichas ilustraciones escritos con la más bella y elegante de las caligrafías sobre un fondo ricamente ornamentado, la obra representa la vida detrás de la corte que acompaña al príncipe Genji: enredos amorosos, rumores, escenas populares y cotidianas con un vivo lirismo y una profunda sentimentalidad. Las crónicas contienen un valor artístico innegable al ser un claro testimonio de la nueva pintura típicamente japonesa y constituye un hito en la conformación de la misma. Pero también se le atribuye un valor documental infalible, pues aporta valiosa información acerca del contexto de la sociedad del momento, de las interioridades de la casa imperial, personajes y sucesos históricos, costumbres, comportamientos, entorno, etc. He aquí un claro referente narratológico e ilustrativo de lo que posteriormente serían las ilustraciones y estampas del ukiyo-e.
En tales ilustraciones se comienza a mostrar elementos distintivos de la pintura japonesa que la hacen tan auténtica e identificable y también estarán presentes posteriormente en las estampas: siluetas delineadas por finas líneas para luego ser rellenadas con color uniformemente (ocasionalmente degradado), rasgos delicados, cejas finas, rostros pálidos e impersonales y sexualmente indiferenciados, vivos colores que reflejan la brillantez de los detalles y texturas de los kimonos cortesanos, de las cortinas y las alfombrillas que adornaban los interiores de las sofisticadas viviendas que ocupaban la rica y ostentosa aristocracia Heian.
La figura el ser humano (a diferencia de China) comienza a preponderar sobre la naturaleza y se convierte en protagonista de la representación. El color se emplea con fines simbólicos de acuerdo a la atmósfera de la escena o los sentimientos de los personajes. Por otro lado, y haciendo énfasis en técnicas pictóricas, se emplea el recurso fukinuki yatai (12) y la perspectiva axionométrica (sin puntos de fuga), típico la pintura japonesa y utilizado a lo largo de los siglos.
Este es solo un ejemplo, pero los emakimonos se volvieron muy populares en dichas épocas y las venideras debido a la variedad temática que abordaban, ajustable al gusto de todos los públicos: reflejaban la vida en la corte, sucesos históricos, creencias budistas, poemas ilustrados, crítica social, costumbres populares, etc. Igualmente, evolucionaron a otro formato habilitado para ser colgado (kakemono) y adornar la estancia. Ya no se guardaban enrolladas estas extensas narraciones ilustradas, sino que se tomaba alguna que otra lámina (ya que esta longitud consistía en láminas individuales engomadas consecutivamente) y se extendía sobre un soporte firme, preparado para colgar, siempre en un ambiente discreto, íntimo y de buen gusto (se emplearon mucho en los salones para las ceremonias del té).
MOMENTOS DORADOS Y OSCUROS. EL PERÍODO MOMOYAMA (1573–1615)
Remitiéndonos al antecedente inmediato del Período Edo, nos encontramos con el período Momoyama Azuchi (13) o Momoyama (1573–1615), donde la gran residencia palaciega de sus dirigentes les sirvió de pretexto al arte para desplegar su esplendor y superar todo tipo de desafíos decorativos. Este fue el comienzo de una época de represión y unidad, donde preponderaba el carácter feudalista y la sociedad se conjugaba en un esquema donde no estaba permitido escalar en las diferentes esferas sociales, por lo cual se veían necesitados de una vía de escape, un método a través del cual desplegar sentimientos hedonistas de placer sin estar limitados por las clases sociales más poderosas.
Fue el segundo de los tres hegemones de la época Toyotomi Hideyoshi (14) quien más se volcó en el desarrollo artístico y creativo de la época. Construyó grandes castillos, templos del arte pictórico del momento y, símbolos del lujo y el poder político de este período que se caracterizó por el mecenazgo de dos sectores preponderantes de la sociedad. Primeramente, el liderazgo militar y luego, el eje central del desarrollo económico y por ende, cultural de todo el país, los comerciantes y la naciente burguesía urbana, autoconsciente de su poder en la estabilidad de la nación que apenas se recuperaba de los desastres de la guerra.
Se pone en evidencia una ruptura con los cánones un poco más rígidos de la época precedente (período Muromachi), donde la austeridad y la introspección del budismo zen se propagó a las artes visuales monocromáticas de la tinta china (15) y es cuando la escuela Kano retoma aquellos valores estéticos coloridos del estilo Yamato-e y desarrolla un gusto por colores brillantes sobre fondos dorados y plateados, al mismo tiempo que combina pinceladas atrevidas y elementos que prosiguen fuera del encuadre visual, otorgándole gran importancia los objetos otorgándole un toque más realista a su pintura, elemento que será tenido en cuenta en los posteriores exponentes de la pintura nipona: la representación de la realidad de una manera típicamente japonesa pero también verídica, por supuesto, sin perder la esencia ni aquellos recursos y técnicas típicas japonesas.
Estas ilustraciones adornaban nuevamente, biombos, paneles y puertas correderas. La escuela recogió, con el paso de los años, una alta variedad de talentosos representantes de las artes visuales, cada uno con ciertas influencias, algunos más arriesgados, decorativos y eclécticos, otros más audaces y agresivos decantados por los paisajes monumentales, flora y fauna que se desligaban paulatinamente de esa rica ostentación para forjarse un estilo más personal de colores ligeros y perfiles ondulados para crear una apariencia más ligera. Aquí nacen los primeros pasos que luego se consolidarían en el estilo decorativista Rinpa, el cual coexistía, a su vez, con un estilo diferente llevado a cabo por la otra cara de la sociedad a la que no le estaba permitido acceder al ostentoso lujo del shogunato.
Este estilo de clases populares se decantaba por la pintura de género que celebra y enaltece el poder de la nueva prosperidad brindada por la solvencia económica de la burguesía emergente. Pinturas panorámicas recogían escenas de la vida popular de la ciudad de Kyoto, emergente desde las cenizas de una guerra reciente. Este gusto por lo mundano y el placer dio lugar a las llamadas estampas ukiyo del Período Edo.
Como la austeridad militar y social del shogunato de la época limitaba el alcance de este arte de lujo y copiosidad de esferas más altas de la sociedad, aquella casta emergente y que poco a poco ocupaba un peldaño más en la sociedad, desarrolló un modelo artístico paralelo conocido como Fuzokuga (arte de género) que nuevamente se enfocaba en escenas de la vida cotidiana, la gente común, los artistas del teatro kabuki, las geishas y los paisajes populares y son estas las pinturas que posteriormente dieron lugar al nacimiento del ukiyo- e.
ACOTACIONES FINALES
No existe un solo antecedente inmediato que precede esta tendencia artística netamente nipona. Debido a las fuertes influencias provenientes del continente, especialmente de China, la pintura japonesa se desarrollaba en una escena de constantes cambios, movimientos, estilos y gran variedad. Dentro de este mar de fuertes olas, poco a poco fue consolidando aquellos elementos que conformarían la conocida “pintura japonesa” con sus influencias, adaptaciones y aportes.
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1 Es el Templo Horyu-ji en Ikaruga en la prefectura de Nara, uno de estos ejemplos.
2 Árbol de pino alto antiguo montículo de entierro.
3 Mujeres hermosas de Asuka.
4 (Gutiérrez, El nacimiento de la cultura clásica japonesa: Período de Heian (794–1185) 2017)
5 Actual Kyoto.
6 Una de estos ejemplos es el surgimiento de un nuevo modelo de escritura que, aunque conservaba ciertos caracteres chinos (kanjis) se trataba de un alfabeto silábico que simplificaba estos caracteres. Se le conoce como hiragana y fue inventado por el monje Kobo Daishi.
7 El monje Genshin (942–1017) fue una figura del budismo japonés conocida y apreciada por sus buenas acciones y sentimientos y su sincera devoción por alcanzar la verdad de la fe.
8 Un ejemplo notable data de 1053 y se encuentra en el interior del templo Byodo-in,en Uji, Kyoto. Dicho ejemplo se considera un primer paso a lo que se conocería más tarde como el estilo pictórico Yamato-e, ya que se incluyen elementos paisajísticos reales de la naturaleza nipona, aunque su estilo sigue denotando rasgos es influencias chinas.
9 Recordemos la pintura de estilo chino Kara-e y las obras de artes en templos budistas con temáticas religiosas enfocadas en el Buda Amida (conocidas como Raigo-Zu)
10 Según el erudito de arte japonés Javier Vives Rego, dicho término se empleó por primera vez por Fujiwara Yukinari (972–1027) para describir el estilo novedoso con que había dibujado un abanico.
11 Escrita por Murasaki Shibiku (9751031) en 1010 e ilustrada en la primera mitad del siglo XII supuestamente por el pintor Fujiwara Takayoshi y los calígrafos Fujiwara Korefusa (1030–1096), Fujiwara Sadanaga (1139–1202) y Asukai Masatsune (1170–1221). La obra original estaba conformada por 10 rollos de 11 metros aproximadamente donde se ilustraban 54 capítulos de la novela. Cada ilustración corresponde a un episodio de la misma. Solo se conservan actualmente 4 rollos con menos de 90 láminas en total.
12 El mismo cosiste en el “retiro” de los tejados para apreciar los sucesos en el interior de los inmuebles.
13 Fue Azuchi, a poca distancia de Kyoto, la ciudad escogida para establecer el nuevo gobierno militar liderado por Oda Nobunaga y sus seguidores en la búsqueda de la unificación total de las islas del sol naciente, proclamando un período de fuerte régimen, encapsulamiento y total desarrollo interno del país.
14 Quien tomara el poder luego de la muerte de Oda Nobunaga.
15 En este período tiene lugar el surgimiento de un estilo pictórico fundamentalmente de carácter paisajístico e introspectivo que empleaba la tinta china como medio esencial de expresión. Se conoce como Sumi-e (pintura de pinta china).
BIBLIOGRAFÍA
Blog educativo Alargos, Arte e Historia. Ukiyo-e. Imágenes de un mundo flotante.
La estampa japonesa durante el shogunato Tokukawa. octubre de 2014. (último acceso: 5 de junio de 2021).
Blog Conoce Japón. Ukiyo-e, las pinturas del mundo flotante. 2013. (último acceso: 4 de junio de 2021). https://www.pinturayartistas.com/estilos- pictoricos-ukiyo-e/
Delphi, Enciclopedia Virtual. Arte Japonés — Período Azuchi-Momoyama. septiembre de 2020 (último acceso: 4 de junio de 2021. https://delphipages.live/artes-visuales/azuchi-momoyama-period
Expósito, Sarah L. Méndez. Ukiyo-e y la fuerza poética del grabado japonés . (Tesis), Gran Canaria, España: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, s.f.
Gutiérrez, Fernando García. «Características del arte de Japón.» s.f.: 18–21. Gutiérrez, Fernando García. «El nacimiento de la cultura clásica japonesa:
Período de Heian (794–1185).» Cuadernos de los amigos de los Museos de Osuna, 2017: 127–131.
HiSoUr.com, Historia del Arte y la Cultura. Pintura Japonesa. s.f. (último acceso: 29 de mayo de 2020). https://www.google.com/amp/s/conoce- japon.com/cultura-2/ukiyo-e-las-pinturas-del-mundo-flotante/amp/
MagnaPlus, Plataforma Educativa. Arte Japonés (último acceso: 2 de junio de 2021). https://www.magnaplus.org/articulo/-/articulo/AD0469/arte+japones
Rego, Javier Vives. «Japón, cultura y arte.» (Blog especializado) (Se tomaron varias entradas como referencias) (último acceso: 4 de junio de 2021). https://culturanipon.blogspot.com/?m=0