BLUETS: LA HEREJÍA DEL COLOR
Por: Iris F. Rivero
Es imposible predecir a dónde me desterrará el próximo pensamiento, o qué canción tendré metida entre los ojos en la caminata de la tarde. Sin embargo, tengo la certeza, seguridad profética, de que la última frase subrayada de Bluets será la habitación por la que pase a diario antes de visitar mi próximo libro en curso.
“Escribo esto en tinta azul para recordar que todas las palabras, no solamente algunas, están escritas en agua”
Digo que volveré a Bluets, no solo porque crea que cada escritor tiene, o debe tener, una orilla en la cual humedecer la palabra antes de trabajarla, sino porque al reeler las primeras entradas del libro me pregunto, como cita Nelson en palabras de John Ashbery, si mi poesía “enjuaga de azul el lenguaje”.
La respuesta a esa pregunta sería una confesión demasiado sucia como para poner aquí. Quzás se parezca en cierto modo a la que hace Maggie Nelson al inicio de Bluets: “Supongamos que empiezo diciendo que me he enamorado de un color. Supongamos que digo esto como si se tratara de una confesión; supongamos que rasgo mi servilleta mientras hablamos”.
Bluets, de la escritora norteamericana Maggie Nelson, fue publicado en octubre del 2009 por la editorial Wave Books. Curiosa analogía entre el nombre de la editorial (Wave/ola) el nombre del libro (palabra que puede traducirse al inglés como Cornflower, una flor de pétalos azules) y la portada de este (un azul oscuro como el de las profundidades) Nada es coincidencia.
Al principio nos encontramos una saturación de los colores de la ausencia, o más concretamente, del color que asume la pérdida y cómo se sobrevive a ella. Maggie Nelson llama a estos fragmentos “proposiciones”, apropiándose de las Observaciones sobre el color, anotadas por el filósofo alemán Wittgenstein en los meses posteriores a su muerte.
Estás proposiciones las escribió entre los años 2003 y 2006, tiempo en el que Nelson atravesaba una ruptura amorosa y cuidaba de una amiga cercana que quedó cuadripléjica. Enlaza estas dos historias con la tarea de juntar objetos, personas y lugares de color azul, porque: “¿Cómo es que todos los pedazos de bolsas de basura azules atorados entre las ramas o las lonas azul brillante agitándose sobre cada choza o puesto de comida del mundo pueden ser, en esencia, las huellas dactilares de Dios?”.
Bluets puede ser a primera lectura difícil de catalogar en cuanto a género. A medio camino entre la prosa poética y la autobiografía, termina siendo lo que algunos llaman “ensayo lirico”. Las “proposiciones” no tienen ningún orden cronológico. “Podría haber escrito la mitad de estas proposiciones borracha o drogada, por ejemplo, y la otra mitad sobria”, dice; “podría haber escrito la mitad en lágrimas de agonía y la otra mitad en un estado de desapego clínico”. Esto nos lleva a una lectura circular y profundamente intimista, donde es posible tomar cualquier párrafo como inicio y caminar en varias direcciones.
Casi todo aquel que se anime, en algún momento de lucidez a la conciencia, encuentra un espacio sagrado que revisitar. En esta tarea se colocan pedazos sobre la mesa para examinar qué partes permanecen y cuáles se han quemado más por el sol. Para Nelson esos momentos en los que se detiene con filosofía convergen en un entorno artístico, pero a la vez cotidiano, en el cual se vuelve coleccionista de tonalidades de un mismo color. La yo que antes esperaba en una clínica de psicología entiende esto como un seguro, una manera de estudiar la vida sin sentirla del todo.
A su expareja se refiere como “el príncipe del azul”. En él se encuentran otros temas fundamentales del libro: el amor, el sexo y la fe. Es una tríada infalible donde se desconfía, muy a pesar del deseo, del color verdadero de las cosas. Al final, una vez superado el duelo, ¿es lo primero aún lo más importante? “Quiero que sepas, si alguna vez lees esto, que hubo un tiempo en el que hubiera preferido tenerte a mi lado que a cualquiera de estas palabras; hubiera preferido tenerte a mi lado que todo el azul del mundo”.
¿Por qué escribir entonces sobre el sexo y la fe? ¿Por qué no hablar de la pérdida cuando creemos poseerlo todo? De momento en palabras de Nelson “traté de ser estudiante no de la nostalgia, sino de la luz”.