Click Derecho: Un espacio para desplegar opciones
Por: Carlos Rafael Fuentes Tamayo
Una tarde de viernes, después de una semana cargada de estudios, siguiéndole la pista a mi mejor amigo encontré un nuevo espacio cultural en la Casa del ALBA. Allí tenían lugar presentaciones todos los segundos viernes de cada mes del proyecto Click Derecho.
La propuesta que brindaban al público era totalmente heterogénea; una dosis de teatro, buena música, intercambio con jóvenes artistas y ya consagrados, y un rico té de acompañamiento. Fue así como poco a poco visité las peñas con mayor frecuencia, encontrando cada vez un rincón más cercano donde surgen amistades y en el cual la cultura es la protagonista.
El artífice del grupo teatral, y de todo lo que en ese espacio se desarrolla, es Elio Fidel López Velaz. Conocerlo, me hizo ver a una persona con muchas historias para compartir, un mundo de personajes que crecen entre sí, y un ser humano capaz de brindar siempre un aporte a nuestra cultura.
Varios han sido los encuentros con Elio el profe, lector, amigo y no sé si le gustará lo catalogue como un intelectual también, pero siempre me quedo con interrogantes acerca de su persona y trayectoria cultural. Algunos de los motivos perseguidos en esta entrevista de La Jeringa parten de su relación con el arte de las tablas, entender su visión del teatro, compartir la esencia de sus historias, así como el vínculo desarrollado con el arte audiovisual en estos tiempos.
¿Qué significado tiene el teatro para un profesor sin formación académica en el mundo del arte?
Mi profesión tiene mucho que ver con el teatro. Un profesor es, en gran medida, un artista. Su labor lo enfrenta cada día a un público que lo observa, lo evalúa y lo aprecia mejor en la medida en que sepa trasmitir, cautivar, motivar. Quizás por eso me resulta tan familiar el teatro. Si eso fuera poco, soy profesor de historia y ahí el oficio me ayuda a contar, a imaginar, a recrear vivencias, ideas, referentes. Por supuesto que he estado en talleres donde he aprendido mucho, pero sobre todo, he leído y visto buen teatro y, más aún, observo con mucho interés esa vida que transcurre a nuestro alrededor y que está llena de pretextos para escribir y para actuar.
También el teatro te devuelve muy rápido el efecto de tu creación. Te sientas en la platea y escuchas la reacción del público, los comentarios, las emociones. Eso es muy gratificante. La literatura es mucho más solitaria y entre que escribes una novela, por ejemplo, y logras publicarla, suele haber un viacrucis y mucho tiempo.
¿Cómo llegó a él?
Al volver al ISRI después de varios años trabajando como diplomático, atendiendo los asuntos culturales en la Embajada de Cuba en Francia, se había reabierto la licenciatura en relaciones internacionales. Los alumnos eran más jóvenes, y el deporte y el arte universitarios se impusieron a golpe de entusiasmo y de mucho empeño, frente a quienes subestimaban estos quehaceres supuestamente menos importantes.
Si mal no recuerdo fue Leonardo, uno de los tres fundadores del grupo Té-Atro, quien me propuso que les escribiera un texto para participar en el festival de la FEU. Escribí entonces “Los 15 Boys de Calais”, la historia de un emigrante que se va de su país hastiado de todo, renuncia a sus ideales, sus utopías y decide apostar a una mejor vida en Gran Bretaña. Con Leonardo, Aldito y Claudia, tres alumnos de lo que sería después la primera graduación del ISRI, puse en escena esa obra. Así nace Té-Atro, con un nombre que te puedo explicar muy fácilmente. En cada ensayo, en cada reunión, tomábamos té.
Es un amante de la literatura en todas sus facetas, ¿cuánto hay de ellas en sus obras? ¿Quiénes son sus referentes artísticos?
Yo no me atrevería a hablar de referentes. Son tantas influencias, tantas ideas robadas, arrancadas o rememoradas, que difícilmente pudiera decirte este o aquel. Están mezclados, son muchos. Pasa como con tus padres, que te les pareces pero no lo percibes. Resulta que hay mucho instintivo en esa influencia y nunca es la misma. Depende de qué, cuándo, cómo, estés creando. Y en mi caso pudiera ser más complejo, pues escribo las obras y las pongo en escena.
Así que no es solo el texto teatral, es la manera en que dirijo, en que concibo la puesta, algo que está en constante transformación. Ahí puede estar también la influencia de los directores que más admiro, cuyo trabajo me resulta más afín. Pero no te puedo asegurar que sea tan buen alumno como para que su obra esté presente en lo que hago. Disfruto de manera muy especial el teatro que hacen Pedro Franco, con El Portazo, y Carlos Celdrán, con Argos Teatro.
Click Derecho es un espacio en constante crecimiento. ¿Cómo define la esencia de este proyecto teniendo en cuenta sus antecedentes?
Para mí, hacer teatro universitario con el objetivo básico de competir en un festival, sea cual sea, es un sinsentido. Lo experimenté desde la primera vez que participé en uno y tengo la profunda convicción de que ese no es mi camino. Creo que el único sentido de dedicarle tiempo, esfuerzos, recursos, al arte, es llevarlo a los demás, y mientras más sean, mejor. Las competencias pervierten el sentido del arte aficionado, exacerban el ego, enemistan y, en muchos casos, terminan siendo injustas.
Tuve la suerte de participar con mi grupo en un festival de teatro de la Universidad Tecnológica de Monterrey, junto a grupos teatrales de Perú, Uruguay y, por supuesto, México. Fue una gran fiesta. Nadie competía, todos estaban empeñados en un solo objetivo: actuar. Eso no lo había experimentado en los festivales de aficionados en los que había participado. Y te explico esto para responder tu pregunta.
Click Derecho nació siendo una peña o espacio cultural que creé en la Casa del ALBA, en el que durante varios años hemos realizado descargas de teatro, música y audiovisual, para un público mayoritariamente universitario. Esa es la manera de hacer arte que me interesa. Y no es que no quiera ir a festivales o no obtengamos premios. Hace unos meses obtuvimos el premio a la mejor actuación masculina del festival Olga Alonso, donde la pasamos de maravilla. Pero esa no es la columna vertebral de mi trabajo, ni se me ocurriría pedirle a ningún muchacho que sacrificara su tiempo y sus energías para competir en ningún lugar. Hacer para compartir, ese es el sentido y así lo hemos hecho hasta hoy.
Mis obras “Los 15 boys de Calais”, “Después de la Z” y “Cuentos del Campamento” fueron estrenados en la Sala Teatro de la Orden Tercera, gracias al amigo Tin Cremata, que nos ha brindado tantas veces su maravilloso espacio en La Habana Vieja. La casa del ALBA ha sido nuestra casa durante años. “BK2”, que se presentó en la Sala Llauradó durante más de un mes, tuvo la oportunidad de llegar al público de Santa Clara, en el Mejunje, gracias a la invitación de Ramón Silverio, su director. Con “Telarañas” fuimos el primer grupo que actuó como invitado en el Cabaret Biscuit, sede del grupo “El Portazo” en Matanzas. Ya entonces habíamos estado con “Los 15 Boys…” y “Después de la Z” en la sala teatro El Sótano, en el Vedado, y realizado una gira por la provincia de Sancti Spíritus. Y todo eso con el espíritu del teatro amateur.
Cuando llega la pandemia, que se cierran los teatros, y nuestros planes -como los de tanta gente- volaron en pedazos, no quedó otra opción que reinventarnos. Así nos propusimos abrir un canal de YouTube y, contra viento y marea, seguir creando. ¿Cómo le llamamos al espacio? Bueno, soy pésimo para poner nombres, así que agarré el que más cerca tenía: CLICK DERECHO.
En momentos en que nuestra cultura necesita rescatar la mayor cantidad de espacios para la difusión y representación del arte en general, incluido el teatro, en especial el de aficionados. ¿Cómo cataloga el actual teatro de aficionados?
No tengo todos los elementos para evaluar algo que respeto mucho. Pero creo que existe el reto de repensar las dinámicas de funcionamiento del movimiento aficionado universitario, para colocar la meta en la calle, en la gente, en crear para la sociedad, sin tantos oros, platas y bronces. Reconozco que en este tema soy un poco fundamentalista, pero la práctica me ha brindado muchos argumentos.
Creo que sería muy bueno hermanar, emparentar, ligar al teatro aficionado con el profesional; ayudar a los grupos amateurs, brindarles espacios y recursos para compartir los teatros, los conocimientos, y algún que otro recurso material. Yo he sido muy afortunado en este sentido y quisiera que esa suerte la tengan los demás.
Por las redes sociales hemos visto recientemente alguna promoción de sus nuevos trabajos. ¿Qué cuenta la serie “Confinados”?
Bueno, ya te expliqué cómo surge el proyecto Click Derecho; con la pandemia. Pues “Confinados” es la primera serie que creamos. Son cortos muy breves, pensados para las redes sociales y para no “quemarle” los datos a quienes quieran apreciar nuestro trabajo. Comenzó con un celular y pocas oportunidades de vernos en medio del confinamiento. Son, esencialmente, cortos de la pandemia. Situaciones de gente confinada, sometida de pronto a dinámicas distintas, complejas, surrealistas.
Los tres primeros pertenecen a una dinámica a la que he llamado “El silencio”. Escuchas al que habla, pero no la respuesta. Y muestran un poco esa imagen que observé cada día en la calle, cuando la gente hablaba por sus celulares con alguien que no podíamos escuchar, e imaginábamos la otra parte de la conversación, lo que subrayaba la distancia. Ahora estamos preparando otros que se complejizan, y los retos son mayores.
CLICK DERECHO es un proyecto en el que he involucrado a los muchachos que ya estaban trabajando conmigo en el grupo de teatro, y a otros que, regados por Cuba y por el mundo, hacen un lado en su cotidianidad para aportar a este invento que estamos disfrutando todos.
Sus proyectos lo ponen a prueba en la búsqueda de ofrecer un producto diferente e interesante a la vez ¿Qué retos le supone llevar las historias que escribe a estos nuevos audiovisuales?
Me encantaría responderte esta pregunta describiendo una práctica sólida y aconsejable, pero no va a poder ser. Escribo cuando tengo ganas. Muchas veces me despierto de madrugada, me siento en la computadora y comienzo a teclear. A veces da resultado, a veces regreso a la cama convencido de que la musa se pasó de graciosa. No había nada que escribir.
Las reuniones de trabajo son buenas para crear. Sobre todo esas en las que se pone a prueba el sentido común y comienzas a sentir claustrofobia. No hay regla. A veces llevo la historia en la cabeza durante días y días y, de pronto, a escribir. En el caso del teatro, cuando los actores se convierten en personajes y comienzan los ensayos, hay como un aquelarre. Ellos cobran vida y te ayudan mucho a rectificar, pulir.
En cuanto a los cortos de CLICK DERECHO, el reto es el tiempo. Decir, cautivar, divertir, en unos minutos. No hay tiempo para recreos, cada gesto y cada palabra tiene que llevar un sentido. No repetirse, superarse cada vez. Ese es el reto, creo yo.
Siempre tiene ante sí el impulso de escribir sobre disímiles cuestiones y personajes. ¿Cuáles serán los próximos proyectos en los que veremos sus ideas?
Debo terminar una novela que no tiene nombre. Y no estoy hablando bien de ella, no tiene nombre de verdad. Y estoy preparando cuatro nuevos cortos, uno de estos con una actriz invitada espectacular. En tres de los cortos nuevos se rompe el esquema de los anteriores, ya la escena no está vista desde el teléfono. Y el cuarto, aunque se trata de una videollamada, muestra cambios interesantes en su concepción. Para el mediano plazo estamos pensando en un mediometraje. Vamos a ver. Vivimos tiempos duros, tristes y difíciles, pero si de crear se trata, no hay tiempos malos para crear.