Cualquier especulación da igual: la necesidad de idearnos un futuro alternativo
Por: Mariana Mora
El edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba constituyó el espacio propicio para la inauguración, el pasado 30 de marzo, de la exposición Cualquier especulación da igual. La exhibición, que utiliza las tecnologías y el videoarte como herramientas fundamentales para el discurso artístico, representó un cambio en el imaginario de tradición pictórica que alberga la edificación. Sin embargo, asentó una propuesta más que acertada pues el argumento de la muestra junto al hálito histórico del museo resultan un ejemplo válido de las interacciones entre pasado, presente y futuro sobre las que se ha planteado discurrir esta XIV Bienal de La Habana.
Gracias al ingenio del curador de esta propuesta, Henk Slager, se unieron siete obras, en formato de video, de creadores de diversas latitudes que discursan en torno al diálogo necesario que debe ocurrir entre el ser humano y su entorno y al surgimiento de nuevas perspectivas que permitan un futuro viable y de coexistencia pacífica entre todos los elementos de la naturaleza. Ese proceso de introspección y reflexión profunda ha sido una de las claves para esta tercera experiencia de la Bienal y es una de las líneas que desarrollan los artistas de la exhibición.
“Cantera detenida” es el nombre de la obra que la artista de procedencia española Lara Almarcegui nos revela en esta exposición. Su afición por los lugares desolados y los parajes abiertos viene dada por la paz y la libertad que estos le transmiten y porque, además, representan una alternativa al cerramiento de las grandes y modernas ciudades. Es así que cada uno de los terrenos descampados seleccionados para el trabajo artístico, que versa lo conceptual, son considerados por la artista como espacios interesantes con un inmenso potencial. En el caso de “Cantera detenida” el sitio fue “intervenido” por Almarcegui de forma inversa a la tradicional: luego de años de trabajo continuo, la cantera se detuvo y abrió las puertas a los visitantes que pudieron disfrutar de un paisaje en calma que permitió la interacción directa entre el público y la naturaleza. El video que recoge el proceso fue también un llamado a la imperiosa necesidad de replantearse las construcciones efímeras e innecesarias que se realizan con fines determinados y que destruyen lugares cargados de historia popular.
Los procesos complejos de las formas de la naturaleza y la unión ciencia-arte están visibles en esta exposición a través de Irene Kopelman. La artista disfruta de investigar los patrones de crecimiento que componen los ecosistemas y de reflejarlos en sus creaciones. Esta vez nos presenta “Mirando a la regeneración”, obra con la que demuestra nuevamente el interés por el estrecho vínculo entre el arte y las ciencias naturales y con la cual rescata una parte de la naturaleza que no ha sido el punto de atención dentro de las creaciones contemporáneas: los invertebrados marinos. A través del estudio de la capacidad regenerativa de estas especies, Kopelman especula sobre nuevas posibilidades para el ser humano a partir de las dinámicas naturales y el conocimiento de otras especies.
Por su parte, Amanda Beech propone “La cartografía de la bomba” para hacernos entender el arte como una vía sustancial para cometer ciertas narrativas y críticas en tiempos de contingencia, especialmente en los últimos periodos de pandemia que el mundo ha experimentado. Beech nos sugiere llegar hasta el punto de partida de toda acción con el fin de utilizar la esencia para futuros proyectos. De igual forma, Femke Herregraven con “Preludio de: Cuando el polvo se desata” indaga en el impacto de las tecnologías y las infraestructuras económicas actuales en los sistemas de valores y geografías emergentes.
La búsqueda de las tradiciones y el rescate del pasado para poder construir un futuro han unido a Lonnie van Brummelen y Siebren de Haan dando como resultado “Las piedras tienen leyes”. Este documental se centra en las comunidades Maroon de Surinam e investiga sus formas de vidas basadas en conocimientos ancestrales africanos e indígenas, sus luchas en contra de la colonia y las confrontaciones ante grandes industrias que están devastando la región a través de la deforestación. El título de la obra, así como el contenido, aboga por el respeto hacia la historia, las tradiciones y las culturas y nos hace pensar cuántas memorias hemos perdido por la acción egoísta de los hombres. Y casi sin querer, a modo de respuesta, Laura Gustafsson y Terike Haapoja nos presentan un “Manual para vivir en la tierra”. Como solución tan ansiada a los constantes cambios que el propio ser humano ha realizado al planeta con su acción demoledora y sus formas de vivir, los artistas nos llaman a buscar mejores maneras de coexistir con la naturaleza y de esta forma imaginan un futuro mejor. Ambos se centran en los problemas que manan de las cosmovisiones antropocéntricas y participan en diferentes proyectos que se plantean como objetivo abrirnos a una sociedad más completa e integradora, basándose sobre todo en las diferentes respuestas que brindan treinta y siete entrevistados con disímiles visiones de la vida.
En este intento por unir al mundo hacia un bien común, Ursula Biemann despliega su creación documental “Subatlántico”. La obra es la más antigua de las presentadas en la exposición pues data del 2015. Con ella Biemann reflexiona en torno a las problemáticas que aquejan a la sociedad contemporánea. Con “Subatlántico” revisita el inconveniente del cambio climático y el deshielo de los casquetes polares y narra los descubrimientos de una investigadora que representa los pensamientos de la artista. El video nos adentra en la naturaleza y nos hace apreciarla desde su propia perspectiva. La obra brinda la sensación de intercambiar papeles, nos permite situarnos en el lugar de los animales y la vegetación, nos posibilita sentir el desgaste generado por el paso del tiempo y sobre todo por la acción irresponsable del hombre. La forma de construir la obra es propicia para realizar un proceso de meditación, para conectar con el medioambiente, para parar y replantearnos qué estamos aportando en el intento de construir un futuro mejor.
Cualquier especulación da igual no se centra en el significado económico de la palabra especulación, sin embargo, de este concepto podemos extraer la necesidad de previsión que lleva todo acto especulativo. El curador y los artistas incitan a cuestionarnos otro significado del término: meditación, examen, reflexión, pensamiento. Sí, cualquier especulación da igual si se trata de idearnos un futuro alternativo al que estamos irremediablemente condenados si no cambiamos de inmediato nuestro accionar actual.