Cuando acecha la maldad
Por: Ana Laura Rodríguez Glez
El filme de terror argentino “Cuando acecha la maldad”, escrito y dirigido por Demián Rugna, se coronó como ganador del Festival Internacional de Sitges de este año, siendo la primera cinta latinoamericana en llevarse este galardón. Rugna, por su parte, no es nuevo en este género, contando con más de cinco películas previas; en 2017 había entregado el aclamado largometraje “Aterrados”, en el que ya exploraba el tema de las posesiones demoníacas. También repite con parte del equipo de producción: Mariano Suárez en la dirección de fotografía, diseño sonoro de Pablo Isola y el actor Demian Salomón, contando ahora con música original de Pablo Fuu y el resto de protagónicos en Ezequiel Rodríguez, Silvina Sabater, etc.
“En Argentina tenemos muy amplias extensiones de campo, sembrados por soja y contaminados por pesticidas, donde hay muchísimas familias que ya nacen enfermas, niños con cáncer, y a veces iba por la ruta y pensaba en esas casitas que se ven en la lejanía y decía ¿qué drama podrán estar viviendo estas personas?, y a muy pocos les interesan o se enteran, y en base a querer contar algo ahí pensé ¿qué pasa si en esa pequeña casita en medio de la nada, en vez de un enfermo hay una persona poseída por un demonio? y esa es la génesis… Haces una película que le va bien (Aterrados), que te define como director, y todo el mundo cree que vas a seguir haciendo ese tipo de cosas, entonces me mudé fuera de la ciudad y quería hacer algo que no fueran encerrados en una casa cuatro o cinco personajes.”[1]
“Cuando acecha la maldad” coloca al espectador en una zona rural del suelo argentino, donde el acento y los coloquialismos de los protagonistas lo pueden confundir los primeros minutos, con palabras como “embichado” o “encarnado”, para referirse a las personas poseídas por demonios o, en este caso: por la maldad. Los hermanos Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jaime (Damián Salomón) se alarman una noche al escuchar disparos en el límite de sus tierras; luego de explorar el área a la mañana siguiente, descubren un cuerpo desmembrado e irreconocible, acompañado de una maleta con un extraño artilugio metálico. Poco después se conoce que era un “limpiador”, que se dirigía a una de las casas de la localidad a hacerse cargo de uno de estos “embichados” (un hombre llamado Uriel, cuya escena de presentación es el primer vistazo de gore en el filme), pues hay una serie de reglas específicas para hacerlo. Si se rompen estas pautas, la misma maldad que lo dominó puede dominar al resto de pueblerinos.
“Cuando uno hace una película tiene que tomar una decisión: te cuento vida y obra de qué hizo, qué va a hacer y por qué lo hizo (de cada personaje) y te aburro, o te meto en un cuento, y hay cosas que no te puedo contar porque no tengo tiempo, o sí tengo tiempo, pero ser tan explícito dentro de una película de 90 o 100 minutos hace que se pierda la tensión.”[2]
El director se aleja de Hollywood y de los “modernismos” del cine de terror: no pretende que haya jumpscares con frecuencia (si bien los hay, colocados inteligentemente), ni teme usar efectos prácticos con un toque de CGI (y no al revés), o retorcer dos de los elementos más preciados por la humanidad: los niños y los perros. El público no es un sujeto superior, omnisciente, sino que es un participante más acompañando a los personajes, logrando así una tensión y preocupación que se mantiene por los 99 minutos que dura la cinta: entender lo que está pasando no es garantía de que podrá solucionarse.
Se podría decir que otro acompañante es la banda sonora, elaborada para acentuar todos los momentos impactantes, bien lo dice Rugna al expresar: “yo no sé qué película tengo hasta que no me meto al estudio de sonido.”[3] En múltiples entrevistas, Demián ha hecho referencia a lo tortuoso del proceso de casting para el personaje de Pedro, debido a todas las opciones que se valoraron y no pudieron concretarse, finalmente es Demián Salomón quien le recomienda a Ezequiel Rodríguez; ambos han contado que Rugna le envió siete escenas para hacer su audición, “las más difíciles”, ha alegado Ezequiel entre risas. En cuanto a tener infantes en la película, ha comentado que lo más complejo fue la logística para ello, siguiendo las leyes de trabajo para minoridad del país, estos niños solo podían estar en el set 3 horas por día, dos veces a la semana y, por supuesto, completamente ajenos al terror de la trama, “pero los niños se divertían mucho, estaban en sus casas y lloraban porque querían volver a filmar”[4]. Fue necesario tener dos perros (de la raza Dogo de Burdeos), pues, según su director, es un perro vago, no tan dispuesto a jugar, “uno era tranquilo, pero se cansaba rápido, el otro podía llegar a ser agresivo, no podía estar con los niños.”[5]
Ha sido comparada con títulos como “Evil Dead” (saga original y remake), la española “¿Quién podría matar un niño”? y, por supuesto, “El exorcista”; sin embargo, la fusión de subgéneros (terror psicológico, suspenso, paranormal), añadido al escenario bucólico, recluido, “olvidado”, consiguen crear algo novedoso, algo que balancea la incertidumbre con lo gráfico, la esperanza de los personajes con la falta de compasión de la maldad, el paisaje tangible con la ambigüedad moral de los protagonistas.
En los tiempos actuales en que hacer cine continúa siendo una labor titánica y es un mercado predominantemente anglosajón, es imprescindible darle la oportunidad a productos latinoamericanos, a esos componentes propios de nuestra idiosincrasia que convergen en historias únicas e inimitables.
[1] JaviPonzo. CUANDO ACECHA LA MALDAD — Entrevista con Demián Rugna (5 nov. 2023) YouTube
[2] Ob. Cit.
[3] Demian Rugna. Nota en TVP Cuando acecha la maldad (9 nov. 2023) YouTube
[4] Ibidem.
[5] Ibidem.