Daniel Martínez: una poética diferente
Por: Camila Zorrilla
El hecho artístico en fotografía está dado por la capacidad de transmitir intenciones y emociones precisas en el espectador. Parte de un proceso creativo trazado por el artista, donde la idea y el efecto que ella produce trasciende la calidad técnica de la obra. Una buena fotografía no tiene que ser precisamente bonita, pero sí debe evocar sentimientos determinados. El fotógrafo camagüeyano Daniel Martínez reúne estas cualidades en su labor, combina concepto y habilidad para obtener una narrativa cargada de ideas físicas y espirituales. Medita las escenas con la intención de acentuar el mensaje, comunicar a través de imágenes que incluyen un método de exploración personal. Es receptivo en su trabajo, analiza criterios estéticos, estudia la fotografía y sus referentes. Mantiene una línea creativa en donde el retrato, a veces conceptualizado alcanza protagonismo.
La obra de Daniel Martínez se caracteriza por la presencia del sujeto, trabaja el desnudo con sutileza, proyecta cada cuerpo de una forma diferente. En ocasiones incorpora objetos de uso cotidiano descontextualizados, creando una percepción distinta de aquello que puede ser familiar para el espectador. Demuestra gran interés por la técnica del blanco y negro, la elegancia de este recurso aporta altos contrastes y formas que emergen gracias a los claroscuros. La luz, las líneas curvas, la postura de los retratados, la dirección de las miradas; constituyen elementos importantes en la construcción de sus imágenes, y a su vez condicionan la lectura que hacemos de ellas.
Daniel se ha mantenido muy activo en el medio fotográfico, y a pesar de llevar pocos años, interactúa con el público en redes sociales, participa en certámenes nacionales e internacionales, así como en exposiciones colectivas. Se mantiene creando, aprendiendo; dedicado completamente a una manifestación artística que para él se ha convertido en algo más que eso, una forma de vida.
He tenido el gusto de conocerlo y conversar con él a través de una grata entrevista, que concedió con entusiasmo y agradecimiento.
¿Qué lugar ocupa en tu vida la fotografía?
La fotografía es mi vida, me encuentro en una etapa en que solo estoy enfocado en eso.
¿Vives de ella?
Vivo o intento vivir de la fotografía.
Cuéntame sobre tus inicios en este camino.
Inicié hace casi tres años mediante un curso de fotografía en la AHS (Asociación Hermanos Saíz) de Camagüey. A partir de ahí me enamoré completamente.
¿Tuviste esa inclinación artística desde pequeño?
En mi casa siempre ha habido cámaras y yo era un aficionado. Se utilizaban para hacer fotos en eventos familiares, viajes y ese tipo de cosas. Yo las tomaba y andaba por ahí haciéndole fotos a cualquier cosa, pero nunca le di mucha importancia. No fue hasta ese curso de la AHS que cambió mi manera de ver la fotografía, lo que podía hacer, mostrar y decir a través de ella. A partir de ahí comienzo a tomármelo en serio.
¿Qué te inclinó a encaminarte en el mundo del retrato?
Me gusta mucho el vínculo que se crea entre el sujeto y yo. Pienso que con cada retrato que hago intento contar la historia del sujeto, pero siempre imprimiéndole un poquito de mí, de mis vivencias. Por eso creo que mi obra tiene mucho carácter autorreferencial en su mayoría.
¿También haces fotografía conceptual?
Sí, pero pienso que para considerarse fotógrafo uno debe alcanzar cierto nivel de madurez y maestría en lo que hace. Creo que me falta mucho. Es un proceso bastante largo, siempre hay cosas nuevas por descubrir. Se trata de una constante evolución donde intentas adquirir la mayor cantidad de conocimientos, pero siempre hay cosas nuevas porque el aprendizaje es continuo.
Para llevar solo tres años en esto has avanzado muchísimo.
Sí, mucho estudio. Observar, estudiar, no solo fotografía sino también artes plásticas, pintura y grabado que me gusta muchísimo. Y hacer fotos. La cuarentena fue un proceso complicado que aproveché para estudiar, fue bastante fructífero.
Nadie está ajeno a que el desenvolvimiento artístico en las provincias es más complicado.
El fatalismo geográfico siempre incide en cualquier rama del arte. Recientemente hablaba de eso con mi amigo Ronald Vill y me decía: aprovecha lo que tienes a tu alcance (…).
Bueno, retomando el tema de la fotografía conceptual.
Lo de la foto conceptual surge cuando descubro a René Peña, mi fotógrafo cubano preferido, y fue ver algo realmente bueno. Pensé que podía intentar decir cosas de esa manera. Comienzo por esa influencia, luego descubro otros referentes de arte conceptual, tanto fotógrafos como pintores. Me voy nutriendo un poco de ellos y de ahí sale lo que hago.
¿Incursionarías en otros géneros?
Incursiono en otros géneros, sucede que no me lo tomo en serio. A veces hago fotografía de calle, pero la veo como una terapia. Para mí es una liberación el acto de salir a interactuar con las personas, conversar y hacer fotos.
¿La incluirías en tu obra en algún momento?
No, lo tomo como algo personal, es muy íntimo. No lo concibo dentro de mi obra.
Para ti, ¿qué diferencia hay entre una buena fotografía y una fotografía mediocre?
No existen buenas fotografías ni fotografías mediocres, es simplemente una fotografía. Cada cual la asimila en dependencia de un diapasón de vivencias personales, los recursos que observa, además de su propio desarrollo psicosocial.
Pero, ¿dónde está el punto artístico de una fotografía?, ¿cuando dices: “detrás de esto hay un buen fotógrafo”?
Que me transmita, soy de los que piensa que la técnica es secundaria.
¿No juega la técnica un papel fundamental?
En mi obra no. La técnica realmente juega un papel secundario, y muchas veces me han criticado por eso, pero a mí lo que me interesa es transmitir. Que la persona se pare frente a la foto y pueda sentirse identificado o no, que pueda gustarle o no, pueda desagradarle o no. Pero que siempre transmita algo, eso es lo que busco.
Además de René Peña, ¿quiénes influyeron en tu manera de fotografiar?
El primer fotógrafo que descubrí fue Andre Serrano, fue el que encendió la chispa en mí. Tiene una serie que se llama “América” de retratos que me encantan. A veces intentamos imitar y creo que él fue el primer fotógrafo al que quise parecerme. Jan Saudek es otro de mis referentes más importantes, me encanta su obra y lo admiro muchísimo. También te puedo mencionar a Antoine D’Agata, que mezcla mucho la fotografía conceptual con la documental, algo que me gusta. En Cuba están Cirenaica Moreira, Marta María; creo que son referentes para todo el que haga fotografía conceptual. Y más contemporáneos te puedo mencionar a Ronald Vill, y a Aneli Pupo que ha estado conmigo desde el principio. Esos son mis principales referentes.
¿Qué distingue tu obra?
El desnudo, sobre todo. También la presencia femenina, aunque no es algo que generalizo ni me gustaría generalizar en mi trabajo. También pienso que los altos contrastes y el blanco y negro, que me gusta muchísimo. Aunque admito que estoy trabajando en base a tener un poquito de color en las fotos.
¿Tiene tu obra una poética diferente?
Es lo que intento. Me gusta, en las imágenes que muestro, intentar no regalar el mensaje y dejar que el público analice, que haga su propia lectura de la obra, sea la que yo quiero o no. Lo importante es que transmita, que puedan sentir y emitir un criterio.
Con frecuencia trabajas el desnudo femenino, ¿juega un papel fundamental en tu discurso?
Como te decía, no me gustaría encasillarme en que sólo hago fotos de mujeres, porque realmente tengo muchas imágenes y proyectos en donde solo están presente los hombres. Hay fotos en las que determinar que se trata de una mujer es fundamental para el mensaje que quiero transmitir. Pero, por lo general, trato de que sea el cuerpo humano un elemento más de la composición, independientemente de que sea una mujer o un hombre; pues me gusta mostrarlo tal y cómo es, sin distinción de género. También creo que es algo que ha sucedido porque se ha dado más la oportunidad de fotografiar mujeres que hombres.
¿Eres minucioso a la hora de elegir a tus modelos?
Por lo general, intento que no tengan ninguna experiencia como modelo, que sean personas comunes. Algo que me falta es trabajar con personas adultas, ancianos, que es bastante complicado. ¡Me encantaría!
¿Te lleva mucho tiempo planear una composición?
Al principio no, antes iba a improvisar, creo que como todos pasé por un proceso de experimentación. Luego me di cuenta que lleva un poco más de calma. Ahora mismo puedo pasarme hasta un mes planeando una sesión.
Recientemente estuviste participando en una exposición colectiva en Post it. Cuéntanos un poco sobre esta experiencia.
Para mí ha sido una experiencia fenomenal, estoy súper contento, es algo que estaba esperando desde el año pasado. Pues en ese tiempo no se permitía la participación a quienes no tuvieran registro de creador, yo no tengo, pero bueno este año lo hicieron un poco más abierto. Me seleccionaron y yo muy contento, porque, estando en Camagüey es algo bastante complejo.
Algunos proyectos que te gustase destacar.
Mi proyecto más próximo es realizar mi primera exposición personal, que es algo que me debo.
¿Cuáles son tus metas?
Seguir creando, no parar. Trabajo todo el tiempo, incluso tengo proyectos bocetados que aún no he podido fotografiar. Pero sigo haciendo, escribiendo, guardando. Vivir de lo que me gusta, pocas personas tienen la dicha de ello. Me gustaría también entrar en el ISA (Instituto Superior de Arte).