De España a La Habana: La Bernarda de Carlos Aguilar

La Jeringa
10 min readJan 16, 2022

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Por: Ana Karla Recio Monier

“Silencio, silencio he dicho, ¡Silencio!”

Esas fueron las palabras últimas del texto que resonaron en los adentros de Carlos Aguilar y le hicieron elegir “La casa de Bernarda Alba” como obra para conformar un espectáculo capaz de reflejar las tragedias humanas vistas desde el mundo de Federico García Lorca, autor español que tiene un peso inigualable en la literatura universal y especialmente preferido por muchísimos jóvenes cubanos.

Carlos procede de esa misma tierra ibérica, catalán de nacimiento, pero andaluz de corazón y ascendencia. Nos trae una obra armónica y pensada desde la excelencia, interpretada por actrices cubanas integrantes de la nueva compañía que emerge luego de una etapa larga, pero fecunda de aislamiento. Sus nombres: Yordanka Ariosa, Mayra Mazorra, Anabel Plá, Cindy Junco, Ana Gloria Buduén, Chabely Díaz, Lissette de León, Sindy Rosario, Osmara López, Juannalise Ricardo, Anabel Arencibia, Sandra Anabel Espinosa, Ayris Arias, Sandra Castillo, Laura Hernández, Ana Flabia Valdés, Yailin Coppola, Iris Pérez, Monse Duany, Ana María Ochoa y Yindra Mesa conforman Teatro Clau; la llave que nos abrirá las puertas hacia una nueva fusión entre juventud y experiencia, cubanidad y españolidad. Una brisa fresca que nos recordará la naturaleza de nuestra propia herencia cultural. Esta vez bajo relaciones artísticas muy humanas, donde la paz que se respira y la entrega que nos caracterizan como cubanos son los principales ingredientes que cautivaron a este actor, director y parafraseador teatral a hacer su arte desde la llave del Golfo.

De interpretar el delirio en el tablado barcelonés con obras como “La noche justo antes de los bosques”, pasando por “Narcos” y “Bolívar” de Netflix llega Carlos Aguilar a un 2022 en el que nos presentará en el Teatro Martí de Cuba a su Bernarda, la que todos estamos ansiosos por conocer.

Carlos, cuénteme sobre su trayectoria…

Nací casi con los reyes magos, en Tarrasa, una ciudad industrial de la provincia de Barcelona. Las manifestaciones obreras marcaron mucho mi infancia porque mi padre fue un militante comunista del sindicato. Me forjé en un barrio donde convivíamos inmigrantes, andaluces, gitanos, había ladrones y se le consideraba un barrio caliente: Las Arenas.

Mi padre era obrero metalúrgico, muy hábil con las manos. Sabía dibujar, pintar, hacer manualidades y me enseñó. Le gustaba la lectura; me traía cuentos infantiles cuando salía de viaje. Soy dibujante, aunque no lo practico. Creo que de alguna manera se ve reflejado en el teatro, para la composición, las líneas de fuga, los colores.

No empecé muy pronto, pero siempre me interesaron las artes. Me hice lector de poesía y quería ser poeta cuando era pequeño. Luego, siendo joven, a los 21 años tomé contacto con el arte dramático por primera vez, gracias a mi profesor de filosofía que organizó la presentación de una obra en el instituto que me enamoró. En el teatro podía hacerlo todo: había plástica, movimiento, contenido político y social, poesía y me dije: “esto es lo que yo quiero hacer”. Fue un flechazo a primera vista.

Empecé trabajando en una compañía de teatro de calle, no había estudiado nada y allí aprendí el oficio del actor. Recorrí España con ese grupo, fue una experiencia maravillosa, éramos 9. Estuve 3 años en ella y durante ese tiempo leía muchos libros de Peter Brook, Bertolt Brecht, Antonin Artaud, Albert Boadella, los grandes maestros, por lo que descubrí el peso del texto. Tenía una necesidad de más entonces. Dejé la compañía y me fui para Barcelona a estudiar en el Colegio del teatro. Pedí entrar en segundo año porque ya tenía experiencia, me dijeron que sí e hice 3 años de nivel universitario. No quise ir a la academia oficial pues nunca me ha gustado lo muy regulado. Busqué algo afín a mí. Había profesores buenísimos, todos actores, no era tan serio el ambiente ni esquematizado como en el Instituto del Teatro. Esos 3 años fueron de los mejores de mi vida.

Aproximadamente un año luego de graduarme, comencé una nueva compañía, La clau, con otro actor, con la que hacíamos algunas funciones los fines de semana, venía gente a dar talleres etc. Teníamos un local y le pusimos así por una broma cuando nos dieron las llaves, porque estaba ubicado en el barrio de San Pere (San Pedro), el guardián de las llaves del Reino de los Cielos en la religión católica. El nombre de mi compañía actual viene de ahí también, de la clau, que significa llave o clave en catalán. En ese período estaba un poco desenfocado, no lográbamos vivir del teatro, porque en España eso es muy complicado.

Al final del 2009 ya habíamos hecho 3 o 4 obras, partíamos de textos de otros autores, pero hacíamos nuestra propia dramaturgia. Mezclábamos incluso diferentes textos y escritores. Gracias a esto adquirí experiencia en montar obras. “La noche justo antes de los bosques” del autor francés, Bernard-Marie Koltes, es una muy querida por mí, fue la primera nuestra. Una amiga me dice que soy parafraseador teatral, porque cojo, por ejemplo, una obra de Mayakovsky y la parafraseo, me baso en ella, pero hago algo nuevo.

Me pasó algo maravilloso a principios del 2010: un amigo de Colombia logró llevarnos a un festival en Bogotá con una obra nuestra, la pasamos muy bien. Durante los últimos días de nuestra estancia en Bogotá, me gané un casting para una telenovela donde hacían falta actores españoles. Mi vida cambió mucho. Pasé de estar en Barcelona medio perdido y sin oportunidades a de repente ser un actor en televisión trabajando con un director muy potente que era Sergio Cabrera (director de La Estrategia del Caracol, una gran película colombiana).

Carlos Aguilar

Era un personaje de época sobre una heroína colombiana de 1812, “La pola” en la guerra de independencia. Yo tenía un personaje importante en esa serie. Empecé a ganar mucho dinero. Me la pasaba viajando por toda Colombia, grabando durante 3 años y luego me adapté a la vida en allí hasta que estuve casi 9 años. Me hice director porque era profesor en varias escuelas, universidades y montaba muchas obras con los chicos. Eso me dio cancha para dirigir.

En 2018 murió mi padre y me dije: “ya se acabó Colombia”; me di cuenta de que no quería estar más allí. Hice el intento de regresar a España, pero me di cuenta de que pasaba lo de siempre, no se podía vivir del teatro. Regresé a Colombia a finales del 2019 para hacer unos capítulos de una serie y luego llegó Cuba.

Me vine de vacaciones en diciembre del 2019 y realicé un taller en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños. En 2020 tomé la decisión de venir a instalarme aquí, donde siento que tengo todo lo que he soñado en mi vida: mi compañía, con los actores que quiero, contratados por el Centro de Teatro de La Habana con músicos, Daniel Torres Corona y Alejandro Uria; escenógrafos; asistente de dirección, Daniela Alí; asistente de actuación, Ulises González.

Para mí Cuba es un buen lugar donde estar si lo que te interesa de verdad es el arte. Si lo que quieres es ganar dinero y ser famoso, no considero sea para eso. Tengo la oportunidad de irme a otros países, pero lo que quiero es hacer arte, estar ensayando y ya. No tengo interés en la televisión, ya en Colombia tengo fama por eso.

Actualmente acá estoy grabando una película, se llama “El camino” y se estrena este año. Estoy haciendo un papel pequeño, de un oficial español en la época de los mambises. Son 7 historias de diferentes momentos históricos de Cuba.

¿Cómo surge la idea o necesidad de conformar una compañía de teatro?

Soy un hombre de teatro, lo amo y es mi pasión. Me casé con él, es como mi esposa, mi amante y mi amigo, TODO. Cuando eres más que un actor y te gusta todo del arte dramático, quieres decir tu propia palabra y mirada. Eso te lo da la dirección. Dirigir para plasmar las ideas que tienes, transmitirlas a los actores y construir un mundo onírico, fantástico y de ensoñación me parece fascinante.

Para mí el teatro tiene que ser un espectáculo de movimientos, composiciones, colores, texto. Dirigir es lo que más me gusta. No siento que se necesita una compañía para hacer obras, sino que la obra hace a la compañía. Te metes en un proceso de creación de una pieza teatral y se va conformando un grupo de personas que interactúan durante meses, empiezan los afectos entre ellas, los sueños y las emociones conjuntas de estrenar y todo eso hace que se vaya creando la compañía.

¿Cómo escogió el elenco para “La casa de Bernarda Alba”? ¿Cómo se siente con él?

No conocía a casi nadie al llegar a Cuba, así que hice algunos amigos actores y cuando empecé a buscar el elenco me recomendaron actrices. Fui llamándolas y empecé haciéndoles entrevistas: les hablaba un poco de la obra, explicaba mi idea y les hacía un poco leer el texto para ver cómo actuaban y cómo era su carácter. Sobre todo lo que me interesaba, más que el talento, es el carácter de la persona porque con gente egoísta o demasiado histriónica no puedo trabajar. Por eso en el grupo todo funciona a la maravilla. Todo está tranquilo en el momento.

Cuando tuvimos el elenco empezamos a ensayar, según nos fue permitiendo la COVID. La experiencia con las actrices cubanas para mí ha sido impresionante porque Lorca forma parte del imaginario colectivo de los actores acá y eso me gusta mucho. “La casa Bernarda Alba” es una obra conocida por todos. Lorca es un autor que atrae mucho a los jóvenes, porque tiene un aura especial. Esa fue la primera sorpresa que me llevé y me agradó mucho.

A las actrices les motivaba que sea un español el que monte la obra, sobre todo por ser una persona de fuera, con ideas nuevas y frescas. Además vieron que lo tenía todo muy claro y eso las motivaba aún más. Hay algo especial que tienen los cubanos: la entrega al trabajo, el compromiso con el arte, el gran respeto por el teatro. No lo he visto en España, ni en Colombia, eso de preguntar, trabajar solas ellas en casa, me sorprendió muchísimo, fue como un viento fresco para mí que vengo de Colombia, donde tiende a haber violencia entre las personas por ser un país que ha vivido en guerra 80 años y sigue así. Eso influye en las personas. Aquí es todo más tranquilo, hay una gran paz para hacer arte porque los actores son profesionales y cuando se gradúan viven de su trabajo. Eso en otros países no existe, todo es más de suerte y es algo que aquí les da una tranquilidad.

Cuando empezamos los entrenamientos se lanzaban, lo que les pedía, ellas lo hacían sin miedos y eso creo que es una cosa que les ha dado la Revolución. En Colombia no podía entrenar fluidamente con ellas porque eran más retraídas. Por eso decidí hacerlo aquí, donde he podido probar cosas nuevas.

En el trabajo de musicalización de la obra tenemos a Daniel Torres Corona y Alejandro Uria (integrantes del Dúo Saudade). Intervienen instrumentos como el violonchelo, interpretado por Yindra Mesa, una voz más dentro de La casa de Bernarda Alba. Daniel ha musicalizado varios “Sonetos del amor oscuro” de Lorca y Alejandro ha ayudado a las actrices a interpretar esas piezas. Habrá también un coro de iglesia muy importante, al principio dirigido por ellos. El trabajo musical es muy importante.

¿Por qué en la respuesta anterior sobre las actrices dice que su actitud hacia el trabajo se la ha dado la Revolución? Explíqueme ese vínculo que encuentra entre la revolución como hecho histórico y la forma de ser de las actrices cubanas.

Porque la Revolución es una gran cosa que tienen ustedes. Revolución para mí es lo nuevo, un salto al vacío, todo lo demás es literatura, por eso Carlos Marx es un genio que rompe con la filosofía de Hegel y Descartes quienes presentan a la historia como algo cíclico o en espiral. Sin embargo, Marx dice que “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos, de lo que se trata es de transformarlo”. Ese es el gran salto que renueva a toda la filosofía. Romper con todo lo que hay y dar un salto al vacío sin saber a dónde vas a parar, pero atreverse a hacerlo. Eso considero que es lo que les ha dado la Revolución a ustedes, los cubanos, esa actitud de arrojo. Asocio todo esto con las actrices cubanas porque no tienen miedo. Me sorprenden. Tienen además un gran compromiso con el arte, que no es una motivación por dinero ni fama, sino artística, real, humana. Ese es el gran tesoro que tienen como pueblo, como seres humanos. Hay personas que son muy increíbles, de todas las edades, muy despiertos intelectualmente, arrojados. Hay demasiada vida acá.

Coménteme sobre cómo va el proceso de montaje, los ensayos…

El montaje va yendo muy bien. Como es doble elenco, es doble trabajo a veces. Pero ya estamos en la recta final. El 18 de enero entramos al teatro Martí. Se van a hacer 3 funciones allí: viernes 21, sábado 22 y domingo 23 de enero. Antes de nosotros, curiosamente, se está presentando en el mismo teatro La Casa de Bernarda Alba, por la compañía flamenca Ecos.

Para nosotros, estrenar esta obra en el Martí, un teatro tan bello e importante en esta ciudad es un gran logro, que nos amerita prestigio y sobre todo porque el público y los actores se van a sentir muy cómodos y con excelentes condiciones. Va a ser un estreno muy bonito. Luego, el 4 de febrero vamos a presentarnos durante 4 fines de semana en la sala Tito Junco del Teatro Bertolt Brecht. También en España hay algunos teatros interesados. Eso es un gran sueño mío: ir a mi país con esta obra. Va a ser maravilloso.

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