Dos Fridas en el cine
Por: Annette Granda Barroso
Ante un escenario de soledad, ella encuentra consuelo y compañía en los ciervos, loros, changos [1] y perros que viven en su hogar. Los mima, les brinda comida, son sus hijos. Luego decide sentarse a contemplarlos mientras se fuma un cigarrillo. La mujer de ojos tristes viste un traje de tehuana en combinación con las flores que adornan sus trenzas; tiene anillos en los 10 dedos y en su cuello cuelga un collar obsequiado por Diego.
De repente, la señorita Capulina [2] se acurruca en sus piernas. Ella no se resiste a su reclamo y comienza a acariciarla. Pasan unos minutos cuando retoma la inspiración para dibujar en su diario bajo el seudónimo de Sadja [3]. A sus 46 años, la naturaleza muerta es su protagonista porque ella sabe que pronto será su partida. Así imagino a Frida Kahlo: una mujer auténtica, revolucionaria, apasionada, capaz de sobreponerse a cualquier dificultad y vivir la vida.
Lo cierto es que la artista es hoy un referente indiscutible de la cultura mexicana a nivel internacional e ícono de femineidad. Desde su muerte, su imagen comenzó a instaurarse como un mito. En Iberoamérica, la obra pictórica de Frida es un caso notable, debido a la posibilidad única y atractiva de su producción.
Actualmente, esta avalancha ha trivializado tanto el valor del trabajo de Kahlo hasta el punto de existir una superficial “fridamanía” referida a la mujer artista, capaz de imponer un estilo desde su imagen cotidiana. Año tras año, la industria gráfica, textil, así como la cinematográfica, se engalanan en comercializar la imagen de la pintora. En el caso del séptimo arte, la vida y obra de la afamada artista mexicana ha sido inspiración de diferentes realizadores. En este artículo centraré mi atención en dos biopics: Frida, naturaleza viva (1983) y Frida (2002).
Dirigidos por Paul Leduc y Julie Taymor respectivamente, ambos largometrajes tienen algunos puntos en común. Por ejemplo: empiezan con retrospectiva; gran parte de su producción, elenco y equipo técnico son mexicanos; en tanto, el proceso de rodaje se desarrolló en las locaciones históricas donde vivió la artista. Además, destacan su relación con Diego Rivera; la influencia de su padre, Guillermo Kahlo, del muralismo mexicano y el movimiento surrealista. Sin embargo, en estos filmes saltan a la vista enfoques contrarios en cuanto a cómo contar la historia de la pintora mexicana. Pareciera como si le presentaran a los espectadores dos Fridas diferentes.
En el caso de Frida, naturaleza viva, se puede afirmar que signó un rumbo distinto para los biopics de artistas, al marcar una pauta importante en la figura de Kahlo como referente del arte latinoamericano. El relato se organiza a través de diferentes flashbacks inconexos en el tiempo lineal de la historia, obligando al espectador a reconstruir los fragmentos vitales de la vida de la pintora.
Algunas características distintivas son el uso de largas secuencias, marcadas con un ritmo lento. El objetivo perseguido por Leduc es ahondar en el interior de ella, a través de sus recuerdos y sueños, e incitar al público a la reflexión. Se pueden apreciar escasos diálogos, porque para el cineasta mexicano los silencios son otra manera de expresar la soledad y angustia experimentada por Kahlo. A su vez, la similitud física de la actriz Ofelia Medina impresiona y sensibiliza al espectador cuando logra recrear su creatividad sin límites, sus estados de ánimo, pinturas y convicciones políticas.
Leduc supo retratar en el largometraje el México durante y después de la Revolución, así como el color característico de la pintura de la mexicana. Por otro lado, no utilizó efectos especiales para contar la trama: su recurso primario fue la imagen de la artista. Las escenas ofrecen detalles íntimos como la atención médica recibida a diario en casa, el consumo de morfina, la dependencia de las enfermeras y su hermana menor, Cristina. Una de las más memorables es la recreación del accidente de 1925, pues muestra el dolor interno de Kahlo con marcado realismo.
En varios momentos del filme, el cineasta enfatiza la postura política de la artista. Por ejemplo, cuando en la primera escena el ataúd de la pintora es cubierto con la bandera roja del Partido Comunista Mexicano; las acaloradas discusiones con David Alfaro Siqueiros en el jardín de la Casa Azul; la relación de Frida y Diego al brindarle alojamiento a Trotsky y Natalia Sedova cuando arribaron a México en 1937; así como su última aparición pública, acompañada por su esposo en la manifestación callejera de 1954, contra la intervención estadounidense en Guatemala.
Otra peculiaridad del filme es la utilización de símbolos importantes en la vida de Kahlo, como el espejo, el folklore mexicano y la maternidad. En el caso del primero, fue un objeto que le permitió aceptar su cuerpo herido y mutilado. El segundo elemento hace alusión al Día de los Muertos y la permanencia de la cultura azteca. Mientras, el gran deseo de ser madre se puede apreciar tanto en la pasión de ella por el teatro de títeres cuando daba funciones a “Los Fridos” [4], como en su afición por coleccionar muñecas. Son imágenes constantes en su obra y en el filme.
Por tanto, a través de Frida, naturaleza viva, el cine logró un primer acercamiento al universo de la pintora mexicana. Desde la vigorosidad de las imágenes, su sensibilidad y lirismo, el cineasta mexicano logra conectar al espectador con el lento y doloroso vivir de la artista. Quizás ese sea el encanto de la cinta que cuenta ya con 37 años, desde su primera proyección a nivel internacional.
En el caso de la cinta producida en 2002, basada en el libro de Hayden Herrera “Frida: A biography of Frida Kahlo”, la trama gira en torno a las relaciones amorosas que tuvo la artista, especialmente su historia con Diego Rivera. Podría catalogarse que esta nueva versión cinematográfica reincide en el modelo y estilo tradicional de Hollywood: el conflicto de la pasión, el sexo y la mentira.
Desde el punto de vista estético el largometraje es atractivo, entretiene, te enseña varios pasajes de la vida de Kahlo; pareciera como si la principal meta del equipo de Taymor fuera conmover al espectador con la historia. No obstante, si nos detenemos en los diálogos podemos comprobar el planteamiento inicial y, al mismo tiempo, percatarnos de una falta de profundidad en los hechos recreados.
Un elemento a tener en cuenta es que las películas hechas en Hollywood y en algunos países europeos, con textos originales de América Latina, por lo general pierden su esencia. Además de los actores y el lugar del rodaje, el otro factor importante para presentar los colores folklóricos es la música, como se aprecia en Frida. Taymor destaca la identidad de la película al crear una banda sonora con las canciones tradicionales mexicanas, tal es el caso de la escena donde aparece Chavela Vargas y canta “La Llorona”[5].
A diferencia de Frida, naturaleza viva, en esta nueva entrega se utilizan efectos especiales para recrear el accidente de tránsito de 1925 e incluso animaciones que le otorgan vida a la obra pictórica de la artista. La directora intenta reproducir el imaginario de la mexicana escapando del naturalismo a una especie de realismo fantástico. Sin embargo, esta apuesta podría parecer bastante mecánica, poco sentimental, así como un método trillado cuando se desarrolla un biopic de arte.
El papel protagónico de este film lo encarnó la actriz Salma Hayek, quien le imprimió a su personaje vida y color, al punto de desvirtuar la verdadera personalidad de la artista mexicana. La actriz muestra una imagen más convencional y “americana”, una Frida como algo exótico en Hollywood.
Otro detalle es la forma de representar la postura política de la polémica artista, así como el personaje simplista de León Trotsky. En el caso de este último, solamente destacan el triángulo amoroso surgido entre su esposa Natalia, Frida y él, en lugar de mostrar a un comunista revolucionario e intelectual, en contraposición con Stalin.
De forma superficial, se muestran los pensamientos y actividades comunistas de Kahlo. A pesar de esto, no se ha logrado el mensaje e impacto de Frida en el círculo intelectual mexicano. De hecho, la última actividad pública en que participó Frida no fue su exposición personal de 1953, sino la manifestación contra la actividad de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) en Guatemala, hecho bien dramatizado en el largometraje de Paul Leduc.
Sin dudas, en Frida la gravedad de la vida de la pintora y el contexto histórico-social narrado cae en una idolatría un tanto empalagosa y, sobre todo, en una apuesta mayor alrededor del componente visual. Por consiguiente, este biopic se pudiera considerar interesante, entretenido, pero no va más allá del mero recuento de una vida a modo de postales.
De esta manera, la cinematografía internacional presenta a los espectadores dos Fridas, dos mujeres con caracteres diferentes, pero atadas a iguales pasiones. Si bien ambas cintas son obras representativas de los textos escritos y del arte audiovisual, la película de Taymor figura entre los mejores homenajes realizados a la pintora mexicana y uno de los más aclamados por el público. Ha pasado el tiempo y pareciera que la cinta de Leduc quedó en el olvido, cuando en realidad, su sensibilidad y originalidad son incomparables con cualquier tipo de premio.
Bibliografía Consultada
Chang, L. S.-Y. (2018). “Las Dos Fridas”: De Frida (1983) a Frida (2002). En torno al arte cinematográfico de biografía. Monográficos Sinoele(17), 528–540.
Kahlo, F. (1995). El Diario de Frida Kahlo: un íntimo retrato. México D.F. : La Vaca Independiente, S.A. de C.V.
Martín, D. F. (n.d.). Representación Cinematográfica del artista plástico y Biopic. Universidad Politécnica de Valencia , Departamento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte, Valencia.
Moral, J. (n.d.). La biografía fílmica como género. Universidad Internacional Valenciana, Valencia.
Sánchez, E. M.-S. (n.d.). Frida Kahlo — Expresión artística, libertad y dolor. From Cine y Educación : http://educomunicacion.es
Sánchez, R. (n.d.). Frida. La Crítica . From Sensacine.com: http://www.sensacine.com
usuarios, C. d. (n.d.). Crísticas de Frida (2002). From FilmAffinity: http://m.filmaffinity.com
Vettimo, D. S. (n.d.). Frida Kahlo: la mirada del cine. Journal Ética & Cine. Revista Académica Cuatrimestral. From http://journal.eticaycine.org
[1] Se dice que estos animales tuvieron un papel protagonista en la vida de Frida Kahlo, pues son muy vistos en varias de sus obras.
[2] Nombre de una de las perras de Frida.
[3] Seudónimo utilizado por Frida Kahlo. Aludía a la Nadja de André Breton y al mismo tiempo es una variante de la palabra del sánscrito Sadha que significa cielo y tierra; a su vez Sadya significa genuino y sincero.
[4] Nombre concedido por la propia artista a un pequeño grupo de alumnos que recibía en su casa.
[5] La leyenda de La Llorona forma parte del folklore hispanoamericano. Significa el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos y luego, arrepentida, los busca y a su vez asusta con su sobrecogedor llanto a todos. Cabe destacar que, en vida real, Chavela Vargas llamaba a Frida “La Llorona”.