El arte del presente debería borrar fronteras
Por: Mirian Delgado Díaz
La creación es un fenómeno holístico. Muestra de ello lo constituye Yasel Muñoz, joven músico cubano para quien la literatura, las artes plásticas y el cine también significan caminos de inspiración conectados con la música que crea. Graduado de la especialidad de Composición en el Instituto Superior de Arte (ISA), ha decidido emprender un camino artístico donde la versatilidad está presente. Lo podemos ver haciendo e interpretando música experimental; en el jazz tanto en solitario como en conjunto, en cuartetos, quintetos, en el Jójazz, en el Jazz Plaza…
Precisamente, sobre algunos de sus referentes y su andar en el Festival Jazz Plaza y algunas reflexiones de este espacio tan necesario para él, estuvimos conversando en una mañana de enero en el céntrico Café de 23 y G, antes de que los organizadores de esta edición trigésimo sexta del Jazz Plaza, decidieron celebrarla totalmente de manera online.
Háblame de tus referentes en la creación…
Hay referentes que están dentro del jazz, pero hay veces que en mí tiene una mayor influencia gente de la literatura o del cine. Escritores cubanos como Lezama Lima, Alejo Carpentier; también me gusta mucho el cine de Lars von Trier; artistas plásticos como Wifredo Lam, quien no me deja de sorprender, me parece muy interesante a pesar del tiempo que ha pasado.
Lo que más me ha impactado de Lam son determinados gestos que van muy a la esencia de lo que se supone que somos, de lo que se supone que pensamos que somos. Él ha sido muy coherente con el mestizaje. Tuvo la capacidad de asimilar movimientos artísticos que estaban sucediendo in situ y rápidamente. Tener como base ese mestizaje que viene desde su propia sangre y alcanzar la integración de eso, lo cual es muy difícil de ver en el acto creativo, se refleja en su obra, porque tú puedes tratar de captar determinadas realidades dentro de tu arte, pero una cosa es que lo intentes y otra es que lo logres y él lo logró.
El cine de Corea del Sur me parece interesantísimo también. Parasite me gustó mucho, es muy buena obra aunque hay mejores películas en ese cine. También ha sucedido con cineastas mexicanos que están en boga ahora: Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, que están haciendo carreras muy interesantes; entre otros que no son tan visibles.
Pero, ¿qué encuentras en ese cine que te atrae y de alguna manera lo reflejas también en tu obra?
El cine es el bebé del arte ahora mismo. Y como es el más nuevo y estamos en una época de integración y de cohesión, el cine logra agrupar todas las artes. Entonces, me llamó muchísimo la atención en determinado momento, las películas de Almodóvar, por ejemplo, porque él logra integrar en algunos de sus filmes la danza, el teatro, la plástica, la música. Lars von Trier me parece un genio del arte cinematográfico, que también logra eso de una manera espectacular y dentro de su poética hay ramas de la historia, de la cultura universal, del arte pictórico, de la música. Que se logre integrar eso me parece que es el arte del futuro.
Es necesario para la creación, no circunscribirla. Además, el cine tiene una cosa que me parece una de sus mejores cualidades: borra las fronteras, al igual que la música, pero aquí como más particular porque, por ejemplo, de momento te encuentras a un cineasta japonés contándote una historia estadounidense, contándote una historia del sur de África y representando elementos de esa cultura. Entonces, es eso de borrar las fronteras lo que a mí me interesa también en mi música, y abrirse a ello.
Hay veces que se es demasiado local o hay mucha gente empecinada en tratar de mostrar: ¨Soy de aquí, soy de allá¨. Tú tienes que tener claro eso, pero ojo con el nacionalismo que ha traído cosas muy raras. Creo que es algo en lo que tenemos que transitar un poco más para salir de ese huequito, al final lo que hace es circunscribirte, ponerte, ciertos barrotes, levantar ciertas paredes.
Ya hemos hablado un poco de algunos de tus referentes en la creación, hablemos ahora del Festival Internacional Jazz Plaza, donde has tenido la oportunidad de participar.
¿En cuántas ediciones has estado presente? ¿Con un proyecto propio o de otros músicos?
He estado tres veces. Con el proyecto de Marcos Morales, el de Yanet Valdés, el de Alejandro Meroyo y con el mío, que son proyectos con los que colaboro normalmente.
¿Qué importancia le concedes a la existencia de este Festival?
Cuando los festivales no son competitivos -y por suerte el Jazz Plaza no lo es, lo cual no quiere decir nada en contra del Jójazz[1] que sí es competitivo- toman otro color un poco más abierto, más espontáneo y pueden incluso incluir muchas más cosas sin prejuicios: no dependen de ciertas opiniones y tal.
Empezando porque el público puede disfrutar de muchos conciertos en vivo a los que tal vez normalmente no acceda no porque no los tenga, y no porque no haya, sino porque en la rutina diaria de la gente a veces no hay tiempo para ir a un teatro; La Zorra[2] es muy cara, el Jazz Café es muy caro, Fábrica lleva el mérito de ser mucho más asequible y también brinda algunos conciertos, pero no todo el mundo tiene el tiempo o quizás el dinero o el embullo de ir a Fábrica.
Entonces el Jazz Plaza te brinda una plataforma que, con el entusiasmo del evento, la gente sí se suma un poco más y la Casa de la Cultura de Plaza es un lugar bastante asiduo. La gente puede incluso ver conciertos en la calle o ir al teatro o igual va al Pabellón que es un lugar súper lindo, súper asequible y casi siempre se escucha el jazz joven que se hace y no el más institucional o el más renombrado. También, como es la casa de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), la gente puede acceder a lo que están haciendo jóvenes menos mediáticos tal vez, pero igual más interesante o más experimental, más fresco.
Otra de las cosas es que nos actualizamos por vía inmediata de ciertas sonoridades o discursos que están aconteciendo en la escena jazzística nacional y sobre todo internacional. El Jazz Plaza tiene ese mérito: ha logrado atraer figuras súper interesantes y de renombre como Miguel Zenón, como te había dicho, pero también está el caso de Christian MacBride, bajista de cabecera; ha venido Gonzalo Rubalcaba, que a veces no tenemos acceso a él siendo cubanos, cuando se pudiera hacer más viable esto; Chucho, que normalmente no toca en Cuba.
En el Jazz Plaza además, se realiza un evento teórico súper interesante, el Coloquio Leonardo Acosta In Memorian, que la musicóloga Neris González lleva muy bien.
¿Y para los jóvenes? Específicamente…
Yo creo que para los jóvenes está creado realmente el Jójazz. El Jazz Plaza es más institucional, es otra cosa. Yo sí creo que a los jóvenes en el Jazz Plaza fundamentalmente, se les puede dar mucha más fuerza, por ejemplo, muchas veces los circuitos o las sedes de los Jazz Plaza están repartidas de manera que ponen a las figuras en los teatros como en el Nacional, Mella y es obvio que tienes que ponerlas, pero ¿por qué no hacen un concierto con la nueva voz? Hay una confusión muy grande con eso porque ya la nueva voz no es (Roberto) Fonseca, Michel (Herrera), no es (Alejandro) Falcón. Ellos son jóvenes, pero no tan jóvenes como otra generación que está ahora emergiendo y que tiene nuevas cosas que decir, diferentes a lo que aquellos expresaron en su momento.
Muchas veces nosotros decimos: ¡Qué bien, vamos a tocar en el Jazz Plaza! Pero ¿dónde vas a tocar en el Jazz Plaza? En el Pabellón, sí ok. Me gusta tocar en el Pabellón; es una plaza que me encanta, pero ¿por qué no hacer un concierto de esa nueva generación en el Mella y que la gente vaya al teatro a escuchar lo que está pasando? ¿Por qué no hacerlo en el Nacional o en la Casa de la Cultura de Plaza, que normalmente tienen un público bastante concurrido? Estoy hablando de jóvenes no que integren las agrupaciones de otros músicos consagrados, sino como líderes, su voz exponiéndose en esos lugares.
Me refiero a que si tienes un festival donde puedes brindarle visibilidad a aquellos jóvenes músicos que no la tienen tanto, ¿por qué no hacerlo? Si existe el Jójazz, concurso que se realiza dos o tres meses antes del Jazz Plaza, como evento competitivo donde se presentan a veces proyectos o solistas emergentes ¿por qué no combinarlos, y dedicar un concierto del Jazz Plaza, que es más mediático, más masivo? ¿Por qué no tal vez insertar ciertos proyectos de calidad de ese año de ese evento dentro de la programación del Jazz Plaza? Yo creo que eso se puede hacer.
Ahora como hay solo dos sedes, vamos a hacer conciertos en el Nacional …pero es un problema de las circunstancias, si no hubiera llegado la pandemia y hubiera podido asistir algún artista internacional, quizás no habría ocurrido…Eso se puede hacer normalmente.
Esta vez solo estarán presencialmente, músicos del patio y en otros países se realizarán conciertos online en sintonía con lo que va a estar sucediendo acá ¿Has podido tocar con algún músico de otro país en este festival? ¿Con quiénes te gustaría compartir escenario? ¿Has podido intercambiar con algún músico foráneo fuera de los escenarios?
No.
¡Me gustaría compartir escenario con tanta gente!, pero de momento con poder compartir escenario con mis amigos que tocan conmigo ahora, está bien.
Pienso que el Festival es bastante abierto como para llegar a las figuras internacionales que llegan a Cuba en ese contexto. Tuve la oportunidad de conversar mucho con Miguel Zenón en la edición del 2019, pues él fue a los conciertos; nos vimos también en eventos teóricos, en los ¨after party¨; entonces eso es cómo uno maneje esa posibilidad de acercarse a los artistas que no son del patio, si al final uno va a sus conciertos pues ahí tienes la oportunidad de llegarles y son personas abiertas igual que uno, vienen a aprender del panorama isleño. Nada, es saber qué hacer, llegar y conocer al que quieras y ya.
Me dijiste que vas a participar en esta edición, ¿cómo y con quiénes?
Con el proyecto de Marcos Morales (Marcos Morales Quintet), del cual formo parte. Incluye a cinco jóvenes de esta generación. Es muy bueno poder hacerlo sobre todo en lugares como el Teatro Nacional, porque es otra muestra de eso que está sucediendo dentro de esta generación. Es un proyecto que ha sido uno de los delanteros en esa exposición, en esa muestra de lo que está pasando. Es algo diferente en cuanto a sonoridad, a manera de pensar el género (jazzístico).
¿Qué expectativas tienes con esta edición?
Que se le haga un poco más de caso al underground que está sucediendo en Cuba ahora, a la gente de los veintipico a los treinta. Realmente hay una generación que está colocada dentro de esos proyectos de gente ya consagrada o de gente ya con nombre, pero que también tiene algo que decir y lo está haciendo.
Con ¨underground¨ me refiero a aquellos que hacen conciertos en lugares no tan establecidos, que graban discos, a quienes no reciben premios, por ejemplo, como ha pasado en varios Cubadiscos, que a lo mejor el disco no es una obra tan interesante como ese que está saliendo, pero por determinadas cuestiones que a veces hasta tienen que ver con política, se le da el premio. ¿Qué pasa entonces? Que ese joven dice: Pero, ¿en serio? ¿Para qué yo voy a presentarme, si le van a dar el premio a alguien que a lo mejor ya tiene más de un premio Cubadisco? Ya ese joven empieza a trabajar de otro modo, a pensar de otro modo, a tener otras expectativas, a lo mejor hasta el día de mañana se te va del país y perdiste otra figura interesante que podría estar aquí.
Si tú no potencias eso…Es verdad, hay muchas becas de la AHS, que potencian la grabación, financian. Eso está muy bien, pero, ¿qué pasa con ese producto después? El cien por ciento de esa responsabilidad es verdad que lo tiene el joven, es tu obra, tú eres quien tiene que insistir con eso, pero el respaldo siempre de ciertas instituciones está bien y realmente hay muy mal manejo del producto cuando ya está. O sea, lo grabaste, pudiste, la AHS, el Jójazz está dando igual financiamiento para grabarnos, pero no se puede quedar ahí porque si ya tú ayudaste a ese paso, el otro no es tan difícil y tú tienes los medios, eres dueño de ellos.
Hay muchas disqueras que tienen que actualizarse, están en ese camino, pero es un poco lento y engorroso. Ya casi nadie oye los discos físicos, ni los compra. Hay que actualizarse y ponerse para subir los discos (a Internet), pero rápido, no a los dos años de que el disco salga. Ya nadie oye un disco fuera de Spotify o de Deezer.
Por último, ¿cuáles son algunos de los momentos que no olvidas de este evento?
Generalmente uno recuerda momentos interesantes, la visita de figuras de punta en el universo jazzístico internacional; gente como Miguel Zenón, saxofonista puertorriqueño que vive en Nueva York, pero es uno de los arteros más influyentes en la escena jazzística actual en el mundo. Un tipo que ha sabido unir la tradición latina con la tradición jazzística estadounidense.
Esas son las cosas que uno generalmente recuerda, pero no necesariamente hay que recordar solo los momentos buenos. Hay también otras cosas que recordar en el Jazz Plaza como otras visitas que no han sido tan placenteras musicalmente y que han tenido expectativas que no han sido del todo satisfechas.
Cuando se anunció que vendría una flautista japonesa y que tocaría en los jardines del Mella me pareció interesante. Ella estuvo tocando danzones. El problema no está en que lo toque. El problema está en cómo lo tocó. O sea, en ese sentido, ¿quién está detrás de la cata de lo que va a venir?, ¿dónde está el filtro?
Esas son cosas que hay que cuidar porque el Festival Jazz Plaza, a pesar de las características que tiene, es un festival que hasta cierto punto tiene un renombre afuera. Entonces, siendo coherente con la calidad sonora de la que se ha rodeado y ha sido centro el Festival, creo que hay que pensar muy bien y seleccionar cuidadosamente los proyectos que se aceptan.