El eco de un nunca más
Por: Sender Escobar
El camino que abre una película, desde la crítica especializada y el público que la valida, constituye la mejor expresión de una trama que ha superado la ficción e inicia la otra secuela, no escrita, de un buen filme: entrevistas a sus realizadores y protagonistas; cuestionamientos y polémicas en torno a lo que se ha vuelto, prácticamente en nuestros días, un fenómeno mediático.
“Argentina, 1985" es el caso de una de las más recientes y exitosas producciones de la excelentísima cinematografía hecha en el país que nombra al filme. Un año culmina el título: 1985.
La especificidad de este año tiene en el pasado una cuestión fundamental: Argentina recién volvía a la democracia y exigía restaurar mediante la justicia una verdad silenciada por la violencia institucionalizada como arma de terror.
Dirigida por Santiago Mitre “Argentina, 1985" ha suscitado volver al recuerdo de quienes como el tango de Gardel, las nieves del tiempo han plateado su sien.
Para entender a fondo la recreación del juicio a las juntas militares que gobernaron Argentina desde el 24 de marzo de 1976, cuando iniciaron el llamado ´´Proceso de Reorganización Nacional´´ hasta el 10 de diciembre de 1983, es necesario conocer lo sucedido nueve años antes de que el fiscal Julio Strassera, interpretado por Ricardo Darín, nombrara uno a uno los militares sentados en la banca de los acusados.
Patricia Modarelli tenía 17 años cuando ocurrió el golpe de Estado:
La sociedad “en líneas generales” estuvo de acuerdo con el golpe, algunos lo festejaron como mi vieja. La recuerdo destapando una botella de sidra para brindar. Yo estaba enojada, me preguntaba porqué otra vez un golpe de Estado. No salimos de esta dialéctica, me dije. Fui a casa de una amiga que sus padres eran peronistas, ellos seguro me entenderían.
Con la toma del poder por los militares el objetivo, según dieron a conocer públicamente, era pacificar al país envuelto en constantes enfrentamientos violentos por grupos extremistas de izquierda y derecha.
Con este golpe Videla (1) (ejército), Massera (2) (armada) y Agosti (3) (aérea) anunciaron que iban a sucederse en el Ejecutivo cada cierta cantidad de años. Cerraron el Congreso, en el poder judicial colocaron a un Procurador y nombraron varios fiscales.
Pero el verdadero rostro de las juntas militares estaba oculto tras la máscara del orden y el falso auge económico que creció como una burbuja especulativa, la plata dulce. En los años que Videla asumió la primera magistratura de la nación, desencadenó una de las peores crisis económicas en la historia del país.
En el propio 76, a mitad de año, mataron a los sacerdotes y seminaristas de mi parroquia. Fue terrible el asesinato. Todo el barrio se conmovió. Se supo que fueron los militares aunque quisieron hacer pensar a las personas que habían sido los montoneros (4).
Arrestos sin causa legal y desapariciones forzadas comenzaron a volverse frecuentes bajo el gobierno militar. A pesar de ello, el pensamiento común de quienes en un inicio celebraron la tranquilidad prometida por los militares era: ´´algo habrá hecho´´.
Por lo menos en mi barrio empezamos a abrir los ojos bastante temprano, julio del 76. La Iglesia también, algunos que habían apoyado y otros no de entrada, pero cambiaron de opinión cuando comenzaron las persecuciones contra catequistas porque iban a los barrios vulnerables. Algunos desaparecían, otros morían, incluidos sacerdotes. En marzo del 77 la Conferencia Episcopal Argentina hizo una carta denunciando lo que ocurría.
La sociedad se estaba enterando de su metodología inaceptable. En navidad publicaban una hoja del diario con un listado de personas en columna que estando desaparecidos, reaparecían legalizados en una cárcel o libres y muchos liberados estuvieron obligados a exiliarse.
Los consiguientes cambios de administración, todos pertenecientes a la rama militar provocaron un descontento que se acrecentaba cada día por los métodos de reprimir a quienes denunciaban la verdad y la depauperación económica, conjugado con el acrecentamiento de la deuda externa que se volvía prácticamente impagable. Vuelos de la muerte, desapariciones, robo de recién nacidos, torturas y ejecuciones extrajudiciales eran el manual de uso para quienes "imponían orden" con el Estado como armadura de poder.
La guerra de las Malvinas en 1982 significó la cuenta regresiva para los militares. Sin embargo la invasión a las islas argentinas en poder de los británicos, fue un intento para levantar el desánimo generalizado y limpiar el prestigio casi nulo de los artífices de un proceso de reorganización que solo dejaba muertos en sus sucesivas presidencias.
Cuando toman las Malvinas la gente salió a festejar. En mi casa, por ejemplo, yo estuve en desacuerdo total, pero algunos en mi familia estaban exultantes. La sociedad se movilizó para ayudar a los pobres conscriptos y militares que estaban en las Malvinas sufriendo el frío y por supuesto el ataque de británicos.
Los programas radiales y televisivos emitían falsas esperanzas ante la especulación de que las fuerzas británicas no movilizarían sus tropas a miles de kilómetros de distancia por unas islas en el atlántico sur.
Me agarró un ataque. ¿Cómo podían pensar que los británicos no vendrían y se dejarían pisar de esa manera? Con la mentalidad imperialista que siempre han tenido.
En apoyo a los llevados hacia las Malvinas, se pidió donativos de cualquier índole.
Recuerdo un matrimonio anciano italiano que donaron sus alianzas. También hubo un recital de rock nacional en el campo de Obras Sanitarias, más grande que el estadio cubierto. La entrada eran frazadas, alimentos no perecederos, etc. y todo se juntaba en el estadio cubierto. Allí estuvo todo el rock nacional y obviamente también los jóvenes.
Pero los asistentes al recital solo deseaban una cosa: el fin de la guerra. A la salida de concierto miles de jóvenes llenaron las cuadras mientras coreaban una canción convertida en himno: Solo le pido a Dios, de León Gieco, que marcaba el compás de un anhelo porque ni el dolor, ni la guerra le eran indiferentes al pueblo argentino.
Al tiempo nos enteramos que todas las donaciones o la mayoría se perdieron. Jamás fueron entregadas a los soldados que estaban peleando en Malvinas.
La llegada de Juan Pablo II al país y cerca de un millón de personas reunidas para la misa que ofreció donde solicitaba que reinara la paz, fue el catalizador para el término de un régimen insostenible, desequilibrado por el peso del desencanto.
Esto logró que los militares se dieran por vencidos. La gente estaba muy enojada y comenzaron a abrir los ojos. Tiene que irse Galtieri* y toma el poder Bignone* que prometió elecciones para el 83. Ese fin de año del 82 hubo una manifestación increíble en Plaza de Mayo. Muchos estaban organizados desde partidos políticos. No tenían más de 10 minutos para decir algo y retirarse para que entraran los siguientes. Yo fui con compañeros de trabajo, fue impactante ver tanta gente. Muchos iban con sus niños en los hombros. Todo para decirle a los militares que debían cumplir con la promesa: ¡afuera los militares!
Pero el acto en la mítica Plaza de Mayo pasó más allá de lo permisible cuando fue quemada una bota militar a la vista de todos. Los gases lacrimógenos hicieron que jóvenes, ancianos y padres con sus hijos corrieran hacia cualquier dirección.
Recuerdo a la columna del partido comunista que nos gritaban ¡tápense con pañuelos la nariz y la boca!
La relación permisiva y el apoyo de los civiles al poder castrense terminaba, aunque muchos en mayoría desconocían el anverso de la moneda de aquellos siete años. Patricia supo a principios ochenta de los centros de tortura y los vuelos de la muerte gracias a un periódico de la juventud trotskista.
Uno de mis hermanos me lo dio. El periódico contenía las denuncias realizadas de algunos exiliados en el Congreso de Francia. Así llego a finales del 83. Momento de elecciones. La alegría era inmensa en la sociedad, que además estaba totalmente movilizada.
La gente quería democracia pero no volver a la violencia de los 70. En las elecciones triunfó Alfonsín y se hizo una gran fiesta en los bosques de Palermo. Fue todo el mundo y cuando digo todo, digo todo. Era increíble la cantidad de gente, hubo números artísticos. Entonces llegó Alfonsín a dar discurso. Incluso habían personas que votaron por el candidato peronista Luder*. Era la alegría de volver a la democracia y que se fueran los militares.
Una de las promesas del recién electo presidente Raúl Alfonsín era enjuiciar a las juntas militares e investigar sobre los desaparecidos que se contabilizaban por miles.
El cine argentino también, desde diferentes perspectivas, retrató lo que fueron aquellos años como otro modo de comprender en totalidad el argumento de la película dirigida por Santiago Mitre, más allá de su historia central.
Algunos filmes como Plata Dulce (Fernando Ayala, 1982); Tiempo de revancha (Adolfo Aristarain, 1981); Darse Cuenta (Alejandro Doria, 1984); La historia oficial (Luis Puenzo, 1985 y ganadora del Óscar a la mejor película extranjera) ; La noche de los lápices (Hector Olivera, 1986); Los Pasos Perdidos (Manane Rodríguez, 2001) e Iluminados por el Fuego(Tristán Bauer, 2005), unas como metáfora (Tiempo de revancha y Darse Cuenta) y otras inspiradas en hechos o circunstancias reales (Plata dulce; La noche de los lápices; La historia oficial; Iluminados por el Fuego y Los Pasos Perdidos) desde la ficción encuadraron el pasado, presente y la posterior sociedad argentina que vivió inmersa, durante siete años, en el paréntesis del poder castrense y cómo fue librarse de un peso silencioso a cargar por las ausencias injustificadas; las muertes abruptas y los crímenes impunes hasta que Julio Strassera emitiese su petición de justicia durante los casi diez minutos que duró su intervención en la corte, nombrando uno a uno los culpables autoindultados antes de ceder el poder a la democracia.
El 15 de diciembre de 1983 Raúl Alfonsín ordena la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) con el escritor Ernesto Sábato como presidente, cuyo resultado fue la publicación en 1984 del informe “Nunca más” entregado al presidente Alfonsín el 20 de septiembre de 1984 y utilizado como prueba, sumado a las investigaciones realizadas por las madres de Plaza de Mayo, cuando inició el juicio a los militares el 22 de abril de 1985.
La producción, fotografía y actuaciones de la película fueron excelentes. No existe persona que lo ponga en discusión. A la producción no hay detalle que se le haya escapado, desde cómo estaba la plaza de tribunales, teléfonos públicos, colectivos*, autos, incluido los interiores de los edificios. Por supuesto la vestimenta y las actuaciones desde Darín como Strassera, Lanzani de Moreno Ocampo, Alejandra Flechner que interpreta la mujer de Strassera, y un admirado actor argentino, Norman Briski, haciendo del Ruso.
La realización de esta película me gustó porque ha vuelto a poner en el centro de la atención algo que fue determinante en la democracia: el juicio a las juntas. Yo misma me sorprendí de verla y recordar semejante juicio. Era fuerte ver en primera fila de acusados a todos los de las juntas militares, aún permanecían intactas sus estructuras, esto es imponente de solo pensarlo y se ve bien en la película.
En solo 3 semanas desde su estreno, en Argentina la habían visto 800.000 espectadores. Era necesario conocer esa historia. Al cine fueron padres con sus hijos que probablemente no habían nacido aún o eran muy chicos en ese momento. También muchos jóvenes que ni siquiera conocían del hecho. Fue algo impresionante.
Para mí, el logro más importante es que se vuelva a hablar del juicio y la importancia que tuvo. Que recién lograda la democracia, con la estructura militar aún en pleno dominio, se haya no solo enjuiciado por la justicia civil a los militares, sino que fue el primer juicio oral en Argentina, aún no estaba en la constitución, porque se decidió que era fundamental hacerlo.
Todos los días salía impresa la desgravación taquigráfica de lo que allí sucedía. Yo los coleccionaba, aunque después los perdí. La sociedad seguía atentamente el juicio y se hablaba todo el tiempo de esto y opinabamos bastante sobre ello, por supuesto.
Aunque sobre el filme pese que no se mencionara a la CONADEP en el argumento de la película como factor clave para que fuese posible un juicio que sería tomado como un precedente histórico a nivel internacional, lo válido y trascendente de “Argentina, 1985" fue devolver a través del cine el desarrollo de un proceso que durante nueve meses mantuvo a una nación expectante por el veredicto luego de que el 18 de septiembre Julio Strassera en su alegato fiscal al mencionar cada nombre de los acusados abriera el camino de la justicia y arrojara luz contra la oscuridad cómplice de la barbarie ocultada por los uniformados. Finalmente, el 9 de diciembre de 1985 fue emitida la sentencia.
El contacto desde la ficción con una película que será exhibida próximamente a las pantallas de Cuba durante la nueva edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, permitirá la conjugación de emular un sentir que se volvió común contra el terror del pasado y el olvido del presente, para que ninguna ignominia de aquellos años pueda volver a sucederse en el futuro. Argentina, 1985 llegará como el eco fílmico de un pueblo que expresó movido por el dolor y la justicia ¡Nunca Más!
Notas
1- Jorge Rafael Videla (1925-2013) Condenado a prisión perpetua.
2-Emilio Eduardo Massera (1925-2010) Condenado a prisión perpetua.
3-Orlando Ramón Agosti (1924-1997) Condenado a 4 años y seis meses de prisión.
4-Montoneros. Organización política y guerrillera argentina afiliada al peronismo. Operó activamente de 1970 a 1983.
5- Peronismo. movimiento político argentino surgido en torno al presidente Juan Domingo Perón.
5-Leopoldo Galtieri (1926-2003) Absuelto y posteriormente condenando en 1986 a doce años de prisión.
6- Reynaldo Bignone (1928-2018) No fue incluido en el juicio de las juntas.
7-Raúl Alfonsín (1927-2009) Presidente de Argentina entre 1984 y 1989.
8- Ítalo Argentino Lúder (1916-2008) Candidato a la presidencia argentino en 1983.
9-Colectivo. Nombre que reciben los ómnibus públicos en Argentina.