El tabaco y el sustrato cultural en: Hálitos, Galería Artis 718
Por: Ronaldo Hinojosa Valdés
La identidad cultural cubana contempla tantos matices en zonas de desarrollo, ricas e impactantes como el aura que desprende el vigor de su naturaleza. Uno de los cultivos que define culturalmente a nuestra nación es el tabaco y alrededor de él se diagrama un entramado de procesos, en torno a su producción, de obligatoria mirada para comprender el sustrato cultural contenido en las áreas geográficamente fértiles para su desarrollo. Como punta de lanza para adentrarnos en el análisis de este sustrato cultural encontramos la Introducción realizada por Bronislaw Malinowski, para el ensayo Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar de Fernando Ortíz, que en uno de sus fragmentos expresa:
(…) Leyendo los párrafos referentes al fino arte de la manufactura tabaquera, a la personal devoción de los vergueros y los tabaqueros en la constante faena de escogida y rebusca para dotar de sensual belleza al objeto material que satisface el hábito, casi el vicio, del fumador apasionado, yo recordaba una y otra vez la mejor definición que se ha dado de la belleza: “La beauté n’ est que la promésse du bonheur”[1] (Stendhal).[2]
La muestra Hálitos de la artista Amalia Abreu, inaugurada el 16 de agosto, en la Galería Artis 718, conecta con la mirada de Fernando Ortíz en torno a los valores culturales que subyacen en los espacios de producción del tabaco. El espacio abordado, en este caso, corresponde a la comunidad rural de El Corojo (San Luis, Pinar del Río), que, además de ser un espacio de excelencia y calidad en la siembra y cosecha de este cultivo, constituye el eje central del discurso de la creadora, al establecer un vínculo vital con el ambiente natural y social que la albergó desde su nacimiento hasta su marcha hacia La Habana, para iniciar su camino en el arte. Ciertamente, esta muestra aglutina sus inquietudes hacia la búsqueda identitaria a través del redescubrimiento del lugar, en la etapa de COVID-19, con el ojo asertivo que los estudios de arte le brindaron. Es importante señalar que este proyecto constituye su ejercicio de culminación de estudios en el Instituto Superior de Arte (ISA), además de ser galardonado con el Tercer Premio en Post-it 10, concurso de Arte Cubano Contemporáneo.
En Hálitos como en El Corojo, el tabaco figura como la piedra angular alrededor de la cual giran todas las expresiones, vistas desde la unidad conceptual que aportan la integración de distintos lenguajes como la fotografía, el vídeo y la pintura. En ese sentido, el ejercicio curatorial refrenda con elocuencia esta integración declarada desde el trabajo museográfico.
Inicialmente nos impacta las piezas que componen “Horizonte de sucesos”, de la mano de la pintura, esta vez sobre el soporte de Yagua recuperadas del proceso de enterciar el tabaco. La intervención artística sobre este soporte nos habla de la creación del universo correspondiente a este espacio, mediante representaciones de la naturaleza típica del lugar, y remarca la condición de protección y conservación que representa la Yagua para el tabaco, que se completa con la hoja de la palma real seca en su estado natural. Cabe destacar la complicidad existente entre las piezas y el título mediante el montaje, en el cual se muestra la unión entre cada pieza a partir del horizonte, que nos aporta una visión del lugar desde miradas múltiples, matizadas por el velo romántico que le aporta su creadora. Continuando con la línea pictórica llegamos al fondo de la Galería, donde nos recibe la serie “Desbotonar”, que con una vocación casi científica, representa las hojas, tallos y flores de la planta del tabaco, como si se tratase de una pintora botánica. El juego con las tonalidades que implica el cambio y el crecimiento de la planta recrea un cúmulo de emociones en el espectador, que repara en cada uno de los detalles de cada lienzo.
La fotografía y el video, con carácter documental, aportan un acercamiento a El Corojo, como una parte esencial de su memoria emotiva, desde dos perspectivas distintas.
La primera, toma la fotografía como medio portador de realidades desde la mirada subjetiva del lente de la artista, que crea imágenes en las que impera la poética y la nostalgia favorecida por el blanco y negro. En la serie “Atman”, cuyo título nos evoca esencia, aliento y ser, se aprecia este enfoque subjetivo: en la pared frontal, con la presentación de dos fotos que comparten el motivo del niño como ese personaje que nos permite identificarnos y adentrarnos en el espacio; en tanto, en la pared trasera se visualiza un total de 20 fotos, las cuales abordan la vida de un pueblo y su gente, a partir de los valores aportados por la estética de lo cotidiano, con destaque para la arquitectura vernácula que invade el marco superior.
La segunda perspectiva corresponde a la visión que desprende el video con una objetividad que roza la totalidad, violentada solamente en la manera de disponer el material filmado, en favor de declarar su intencionalidad con estos archivos. La video instalación “Subyugada” recrea, desde la representación del proceso (video) y el resultado (instalación), el carácter subyugante del arduo procedimiento del despalillo de la hoja del tabaco, con sintagmas que dividen cada una de las escenas: Subyugada; Caótico; La ilusión se esfuma; Otra Historia. Estos sintagmas no hacen más que ilustrar este proceso en toda su dimensión con sus interioridades y desafíos, integrados en el resultado final desde la visión instalativa. La video proyección “Del mito y de la niebla” nos introduce, desde la arquitectura vernácula, hacia la atmósfera de esa tierra, a partir de lo acogedor del espacio galerístico. Cabe destacar, tanto en la fotografía como en el video, la dimensión atemporal de las obras que nos habla de prácticas ancestrales invariables en el tiempo.
Por último y como antesala a la obra anterior, sobresale la instalación “Los redondeles de la espera” la cual nos transporta hacia las dinámicas del lugar debido a su naturaleza antropológica. El montaje, en sustitución de una puerta, permite su condición de obra interactiva con el espectador.
En conclusión, Hálitos se erige como la expresión material y conceptual de la definición de belleza de Stendhal, debido a que, la belleza que supone el arte de la manufactura tabaquera y la felicidad que desborda en el consumidor el mejor tabaco del mundo, contiene, detrás de su aparente disfraz, un sustrato cultural complejo en torno a ese cultivo, en el caso de la zona de El Corojo que involucra a todas las personas sin distinción de edades. Las creaciones de Amalia Abreu avalan esta visión con un ingrediente adicional: la búsqueda de su identidad en un proceso de autoconocimiento. Merecido resulta el reconocimiento al equipo de la Galería Artis 718 por permitirnos disfrutar de esta muestra. Queda extendida la invitación para que visiten el espacio y contemplen la exposición desde la verosimilitud del hecho artístico.
[1] “La belleza es sólo la promesa de la felicidad”.
[2] Bronislaw Malinowski: “Introducción” en Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1963, pp. Xl-XlX.