Kevin y las piñas coladas

La Jeringa
6 min readJun 19, 2020

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Por: Rubén Núñez Acosta

Fue en un garaje habitado por sillas y fotos donde imparte clases Ramón Cabrales. Kevin tenía la pinta que hoy tiene, su pinta. Nos hicimos socios. Como los pesados de las secundarias básicas, nuestros puestos estaban en el fondo. Aprendimos a trabajar el ISO, la velocidad de obturación y la apertura del diafragma. Yo, estudio ahora periodismo. Kevin, entre retraído y despierto, utiliza esos parámetros para componer, a su gusto, el mundo.

Kevin Oramas. Fotografía cortesía del entrevistado. (Instagram: @kevin_a.oramas)

De realizar trabajos mínimamente editados a crear recortes con influencias surrealistas ¿Fue este paso una necesidad creativa?

En un principio mis habilidades en edición digital eran casi nulas. Poco a poco mejoraron. Hoy, aunque no renuncio a los retratos con retoques mínimos, me siento libre al utilizar la edición. Puedo materializar cosas que, de otro modo, serían muy difíciles. De hecho, en la mayoría de mis retratos surrealistas hay una intervención digital. Mi necesidad creativa no exigía de una fotografía pura y sí de algo muy cercano a lo que, en el siglo pasado, fue bautizado como surrealismo.

¿Cómo llegas a la fotografía?

Saqué 12 o 13 puntos en matemáticas, no me acuerdo ahora. En español e historia más de 90, y en matemáticas 12 o 13. De madre. Con estos resultados en las Pruebas de Ingreso sentí que no había manera de entrar a la universidad. Cociné en el restaurante de mi tío y mi padre. Me divertí, no me iba mal.

Steve Anchell era cliente asiduo y profesor de fotografía en Oregon. Me incitó a hacer fotos y me regaló mi primera cámara. Una Nikon D70. Pasé un semestre de técnica fotográfica, uno de composición y otro, a medias, de géneros y estilos. Todo eso en la Academia Cabrales del Valle. Por un socio me enteré de un curso en la sede de la UPEC sobre historia de la fotografía. La historia de Europa la cuenta la pintura y, la de Estados Unidos, la fotografía. Eso lo aprendí allí.

¿Qué es 44 Estudio Creativo?

Son amigos. Un grupo de sanacos, pero de buen corazón. Para promover su trabajo utilizan como plataforma principal las redes sociales. Querían, a la larga, ganar dinero, algo que todos necesitamos. No estuve directamente dentro del grupo, pero sí trabajé bastante tiempo cerca del mismo. Mi primera exposición fue junto a ellos.

Formaste parte del grupo de fotógrafos del periódico Juventud Rebelde. Por un lado, la rígida fotografía documental y, por el otro, la soltura de tu cámara, tus ideas y tus modelos ¿Cómo manejaste esa contradicción?

Uno necesita comer. Yo quería comer. Quería trabajar y ganar dinero con lo que a mí me gusta hacer. Todavía lo quiero. Llegar a Juventud Rebelde fue chocante. Todo tenía unos parámetros controlados, se había acabado la libertad. No sentía que mientras ganaba dinero estaba haciendo lo que me gustaba. Fue duro. Recuerdo a un fotógrafo que habló en una reunión, dio un pequeño discurso. Cuando terminó, respiró hondo, agarró la cámara y, nunca se me olvida, dijo: “Yo pregunto: Juventud ¿Rebelde?”. Al final me fui.

¿Qué te llevaste de esa experiencia?

Me gustaba el hecho de materializar el rostro de quien hablaba en los reportajes. Tuve que quedar bien con mucha gente y ser responsable. Me llevé la seriedad del trabajo y la experiencia de compartir con fotógrafos mucho más experimentados. Entendí también que mi obturador estaba controlado.

No gastas en modelos. Posan para ti los socios, tu familia o tu novia ¿Cada trabajo es un regalo para quien lo inspira? ¿Dentro de la composición hay pistas que describen al retratado?

Hasta ahora no he necesitado un modelo que cumpla ciertos dogmas. Mis trabajos no son siempre regalos. En la mayoría de los casos utilizo a los modelos para transmitir mis ideas. Les pido prestada la anatomía. En otros casos son dedicatorias por entero.

Viajera en el tiempo. Instagram: @kevin_a.oramas

Hay una foto de mi abuela que se llama Viajera en el tiempo. En la imagen, ella utiliza un reloj que posee desde niña. A un trabajo de hace poco le puse La Reina de los colores y es para mi novia. En estos ejemplos sí intento describir al personaje a través de la composición, pero casi siempre el modelo es un medio. Suena un poco cruel, pero es así.

La Reina de los colores. Instagram: @kevin_a.oramas

¿Qué función juegan las redes sociales a la hora de promover tu trabajo?

Primordial. Son la mejor manera de llegar a más personas y de que mi trabajo se conozca. Uno desea llegar a la gente, saber que se emocionan con lo que ven. Hay personas, como yo, que hacen muchísimas cosas y no tienen el reconocimiento ni la promoción que merecen. Ahí es donde entran las redes sociales. Un cuadro no cumple función alguna si nadie lo ve. Quiero hacerme una página web y llevar todo mi trabajo a un nivel más serio.

¿El Kevin de las redes se parece al real?

Más o menos. En las redes sociales uno proyecta su parte buena. La parte que me aterra, la que no me gusta, trato siempre de plasmarla en las fotos. Si hago un comentario es que de verdad lo pienso, de corazón.

En Gibara me pediste el último. Al rato me pasaste por el lado muerto de la risa y con un termo de piña colada ¿Te cuadra?

Papa: final. Probé todas las piñas coladas de Gibara y me quedé fijo en un carrito. Roberto. Se llamaba Roberto el socio que hacía las mejores. Lo otro que me cuadra cantidad es la limonada.

Kevin junto a Roberto, en Gibara.

Los artistas cazan a sus musas, las incitan a venir ¿Cómo nace tu inspiración?

Asere, casi siempre nace de la incomodidad. Por ejemplo: padezco de apnea del sueño y el insomnio es algo que me encojona. Cómo represento en una fotografía al insomnio. Cómo comunico esa sensación de querer y no poder dormir. Siento que me libero de mis incomodidades mediante una foto. Como cuando te dicen que escribas lo que más miedo te cause en un papel y ves que no es tan grave; algo así. El amor y la alegría también están en mis fotos, pero no son mayoría.

El corazón, el asma, la tos y el humo. Son estos elementos utilizados con frecuencia en tus trabajos ¿Por qué?

Son elementos que tienen que ver conmigo. Nací con algo de más en el corazón y me lo diagnosticaron con 17 años. No mejoré con una primera intervención. A los 20 volví a operarme y ahora estoy en talla. Pero el miedo a morir y esa sensación de arritmia se quedaron conmigo. Aparecen en muchos de mis trabajos. Tengo asma, eso me jode bastante. El humo es una referencia a los sueños, pues no siempre son nítidos.

El surrealismo caló fuerte, marcó al Siglo XX. En tus obras hay rasgos que evocan a esa corriente artística ¿Por qué la influencia del surrealismo como lenguaje?

Es muy libre. Tiene ciertas reglas, pero es libertad. Lo que intento representar son los sueños, lo misterioso de los sueños. No creo que haya mejor lenguaje para ello que mi evocación al surrealismo. Mi suerte de surrealismo. Desde aquel manifiesto de Breton las cosas cambiaron para siempre asere, cambiaron.

Kevin Oramas tiene 22 años y una peluca verde en la foto de WhatsApp. Me dice que es un tipo serio, pero eso yo lo sé. Desde que lo vi con aquella pinta, su pinta, en el aula-garaje con sillas y fotos: lo supe. Prepara el ISO, la velocidad y la apertura. No hay ruido en el pecho ni amago de arritmia que impidan al Kevin calibrar su cámara. Y entonces…dispara.

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