La vacuna antirrábica de Isla Escarlata
Por: Leyla Mancebo Bada
Es sumamente difícil hacer una crítica positiva, lo pensé siempre e ignoraba que en algún momento me llegaría a cuestionar si era capaz de criticar un producto bien hecho. Con mi primera incursión probé el sabor agridulce criticar severamente (con afanes de reconstruir) un cortometraje de ficción y supe entonces que hallar fisuras es más sencillo que reconocer aciertos. El crítico (no yo, porque me queda inmensa la palabra; valga la ingenuidad de desconocerme) lleva encima una enorme responsabilidad y en consecuencia debe actuar de forma prudente y comedida.
Cuando tuve la oportunidad de ver el primer video de la nueva trilogía audiovisual de Isla Escarlata, «Los Perros», supe que mi segunda incursión no sería menos difícil que la anterior y que una vez escribiera las primeras líneas iba a estar tomando esa responsabilidad nuevamente. Criticar un trabajo logrado no es fácil. Isla Escarlata se botó en tantos sentidos que me tomaré el tiempo de analizar detalle a detalle y contarles lo que a mí ha sido revelado por el encanto estético y poético de su arte, aún sabiendo que se quedarán cosas por decir y lo lamentaré de forma inapelable. Espero, honestamente, no adularlos demasiado en las próximas líneas.
Con el afán de complementar lo que la música entrega al consumidor, surgió hace muchos años el vídeo clip como forma promocional del producto musical. No muy lejos de su surgimiento este soporte narrativo y estético comenzó a funcionar en paralelo a la pieza que acompaña. Aunque no en todos los casos sucede igual, Isla Escarlata decidió, como un salto inmenso y súper arriesgado en su carrera, que el segundo producto audiovisual para acompañar su música fuera mucho más que eso.
Inspirados en diferentes plazas, el dúo integrado por Samuel Delgado y Javier Sampedro, junto con un eficiente grupo de artistas y productores se lanzó a la aventura de componer un EP audiovisual en tres vídeos. Las impresiones sobre esta tríada cinematográfica y musical son diferentes pero iguales. Estéticamente comparten esencia, pero la narración está contada con la mejor (o al menos más eficiente) estructura dramática que se haya utilizado en la historia de contar historias: la estructura en tres actos.
Primer acto: El miedo
La figura de Reinaldo Arenas no me es cercana, no conozco su obra y solo sé algo de su vida, lo poco que conozco fue relatado aquí, en un homenaje explícito y declarado al escritor cubano. El exilio sufrido y «la impotencia ante la injusticia» son el motor que echa a andar una isla que pretende revelarse, se presenta la amenaza en forma de canes furiosos y entramos en el drama que viven los protagonistas, quienes tienen que salir de la inercia para actuar conscientemente en defensa propia.
Esta canción, que funciona como guion para el relato audiovisual, la comparten con Frank Mitchel, un artista como pocos en esta generación, único en estilo y poética. Lo encontramos rodeado por una aureola de luz, como una suerte de ente que encarna el dolor en lo oscuro y es víctima pasada y presente de los perros, es un mártir, es muchas personas y a la vez, no es nadie, sería un error ponerle nombre. Vemos su sangre brotar entre los talones descalzos, sabemos que ha muerto un hombre y la amenaza crece para los otros. Nuestro mártir es el detonante de una guerra en la que huyes o te enfrentas.
Cuando vi el vídeo pensé que el comienzo era un error, esas escenas en que está el dúo rodeado de amigo en una fiesta. Este escenario me resultó prescindible, aunque ya no lo percibo de esa forma, sino como una suerte de ambiente o entorno estable que se ve invadido por la jauría aterradora. La amenaza no acecha a uno, sino a todos. Los símbolos comienzan a manifestarse uno tras otro para relatar el dolor y la impotencia de una generación con un problema que supera la capacidad individual de cada uno para hacerle frente, y requiere de la unión para el enfrentamiento definitivo. En este caso, contra un enemigo transfigurado en can pero al que sabemos con rostro humano. La amenaza de los perros no incumbe solo a quienes la viven en esta realidad construída, sino a quienes desde fuera compartimos el miedo de nuestros héroes, esto gracias a la forma en que los amenzantes perros rompen la cuarta pared para intimidarnos.
Segundo acto: Los perros
Luego de sentadas las premisas sobre las que se construye este relato, se sobreviene la ejecución de un nuevo punto de giro, un segundo acto que se desarrolla sobre del enfrentamiento de las fuerzas destructivas sobre las constructivas, los oprimidos se saben superiores en número a su enemigo y deciden de una vez plantarle cara. Una flor como mecha en un cóctel molotov lanzado por un niño, que una vez más no es un niño en particular, sino un símbolo de inocencia que se rompe en el enfrentamiento a la realidad. Una que aqueja a todos de una forma u otra. La lucha en Los Perros es desde y para todos, aunque no sepan aún que también es su lucha.
En este acto ocurre el enfrentamiento inevitable, las imágenes de Isla Escarlata entre paredes de cemento y otra de cinc, las cercas que se sacuden en respuesta impotente ante el crimen contemplado son elementos que, junto al color y las locaciones, conforman un entorno marginal que sostiene en sus hombros la idea del abandono, la oscuridad y la noche solitaria en la que solo se tienen (nos tenemos) unos a otros para combatir la desdicha impuesta. El encuentro se produce entre ceños fruncidos y miradas fijas a la mano sangrienta del oponente que se mancha del estrago cometido por sus secuaces, perros forzados a no ser otra cosa que invasores de cuerpos, guardianes autoproclamados del miedo y la incertidumbre.
Las interpretaciones, al igual que en el primer acto, son correctas; si bien no estamos hablando de profesionales de la actuación, tampoco se trata de personajes complejos. Nos encontramos a jóvenes inconformes con la injusticia, un papel a la talla para cualquier ciudadano de bien. Motivados por esta fuerza, el furor de justicia se hace natural. Entonces, las escenas de rapeo directo a cámara se hacen casa vez más frecuentes, nuestros voceros tienen más que decir, tienen más claro lo que debe ser hecho. Por esto es que durante el desenlace se hace una pausa, es necesario que el espectador entienda que la lucha de los que se defienden es pura, a diferencia de quién ataca solo por el mero hecho de mantener su dominio. La defensa está permitida y ejecutada hasta las últimas consecuencias. Es momento de celebrar con gritería.
Tercer acto: La Gritería
Esta gente tiene suerte, Isla Escarlata, digo. Luego de varias semanas en espera, cuando estaba por salir el último video, y cierre de su trilogía, una serie de hechos hizo este lanzamiento imposible. Mientras la incertidumbre reinaba, pensé que había sido una pena que la situación impidiera el encuentro colofón de esta experiencia en la que Javier y Samuel nos tuvieron sumidos durante casi un mes. Sin embargo, se formó la gritería, en lugares donde seguro no se sabía mucho de esta tríada, pero sí de confrontaciones. La gritería llegó en el momento justo.
Es así que tenemos un último acto de celebración, pero no desprovisto de conflictos porque mientras las voces hacen un llamado a la gritería y otros bailan frenéticamente, tenemos a un personaje evidentemente contrariado, que no reacciona con alegría ante la victoria, no porque no la sienta como suya, sino que el proceso ha sido traumático y las manos salen victoriosas, pero no limpias. La secuencia del anillo con la que cierra esta trilogía es quizás ¿la representación del deseo del personaje de tener un recuerdo del enemigo caído? ¿un trofeo de guerra para pregonar su victoria? Si en la vida real hay miles de respuestas, aquí no es diferente.
Podemos ver cada video independiente de otro con su propia lectura, aunque lo ideal es vivir la experiencia que proponen estos clips como un cortometraje musical en el que vivimos fuertes emociones con las que no es difícil sentirnos identificados. El perfecto match entre imagen y sonido que logró el equipo es producto del trabajo profundo en lo conceptual y estético, y se concreta en una narrativa que explota cada arista comunicativa.
Desde que vi los videos supe que para hablar de ellos tendría que estudiar mucho la filosofía de la belleza. Los encargados de la fotografía y luminotecnia hicieron un trabajo exquisito, los colores fríos predominantes son muy propios de momentos como los que ha vivido el mundo en los dos últimos años. Los azules hablan de tristeza y los verdes son funcionales a cualquier estadío emocional, aunque también subrayan la tensión. La aparición de algún naranja o rojo denota un cambio en la actitud de los personajes, una ruptura en sus aspiraciones e intención inmediata. Los azules están de moda y no es por gusto, quienes saben esto arriman el estilo de su producción visual a los cánones que impone la actualidad, todo en pos de hacer más funcionales sus productos. El espectador puede sentir como la tensión fluctúa, y la clave para esta fértil apropiación no es otra cosa que ofrecerle al público belleza y emoción en justo equilibrio.
El montaje es meritorio, la superposición de ideas que se logra, así como de estadíos emocionales, junto al orden coherente de las imágenes en secuencia, los ángulos aplicados, en planos que hacen justicia a la motivación del momento, son componentes resaltables de la larga lista de aciertos que encontramos en la propuesta. Aquí figura también la participación de un número justo de personas que la mayoría del tiempo interactúan entre sí de forma fluida y así se hace notar en casa escena.
Del vestuario no hay mucho que decir, estamos ante personas sobre las que no sabemos mucho porque nuestro interés sobre ellos está basado en su colectividad, en lo que forjan cuando se unen. Así encontramos atuendos discretos, salvo en el caso de alguno de sus protagonistas, quienes lucen una imagen más atrevida. Un buen vestuario es imprescindible para el desenvolvimiento creíble y orgánico de la trama; si el personaje no viste como lo que es, no tiene sentido nada más de lo que se presenta. El diseño/elección es acertado e incluso interesante en más de un caso.
La promoción y distribución de la narrativa transmedia de Los Perros (refiriéndose al tríptico audiovisual, no al segundo acto)
Es importante destacar que el éxito obtenido por esta propuesta está basado no solo en el trabajo de promoción realizado por sus distribuidores, o en la excelente producción que llevaron a cabo, sino que también se soporta en una narrativa transmedia, lo cual fue ejecutado por sus artífices de forma intencionada o casual, pero consiste en llevar un mismo discurso en distintos soportes hacia múltiples plataformas.
Así hizo Isla Escarlata, primero los anuncios de los vídeos y la música en Telegram y Spotify, luego los clips formato Instagram con fragmentos de los propios videos y otros , hechos en casa, anunciando la próxima entrega. Estos son ejemplos de cómo se distribuye la información por distintos canales y uno de los tantos méritos de Isla Escarlata es haber utilizado estas estrategias para atraer la mayor cantidad de público a su producto audiovisual. Además, como parte de su sello visual, los Perros se alzó como una entrega estéticamente enriquecida por sus carteles promocionales. La imagen con el nombre de cada acto que apareció tres veces en nuestros interfaces de redes sociales, con un oportuno y funcional Very Peri (color del año según la autoridad del color a nivel mundial, Pantone), funcionó como un paso de cebra para la identidad visual del proyecto. Ver la tipografía punteaguda sobre un cuadrado bígaro nos remite automáticamente a las fauces oscuras que amenazan a la Isla que siembra la guerra y enseña a su gente bailando.
Sin dudas, luego de tanto elogio no me voy a aparecer con que no me gustaron los vídeos o que se pudo hacer mejor; por el contrario, opino que es de los mejores trabajos que se ha hecho en el último par de años, al menos de los más sonados en el gremio.
Isla Escarlata logró con esta incursión sentar las bases de lo que promete ser una carrera rica en visualidad, y aunque su arte yace en el pentagrama, sería bueno que sigan el camino que comienza con Los Perros. No bajen la parada porque el público que los sigue, y me incluyo, pone en sus manos la confianza para que sigan cuesta arriba en su empeño de revolucionarse a sí mismos y a la escena cubana actual.
Más nada, se soltaron los perros.