Libertad: pequeño verso que a ratos pudo tomar el sol
Por: Lisandra Ronquillo Urgellés
Fotos: Tomás Agüero
Un día cualquiera de la semana, noviembre de 2023
Querida Kitty:
Coser una boca significa que la aguja saldrá del labio superior y atravesará el inferior en una puntada, y luego otra, sucesivamente. De la comisura derecha a la izquierda el hilo simulará barrotes e impedirá que la dentadura se mueva y la lengua haga contorsiones para articular palabra alguna.
Cuando una madre y su hija se interponen entre El Carnicero de Praga y sus huestes las bocas peligran. En Ludi Teatro el poder es una mujer carnavalesca que recorre el escenario, franquea las sillas del público y dice llamarse Reinhard Heydrich, Adolf Hitler o Iósif Stalin.
Los silenciados la miran masturbarse y cantan con el miedo retorciéndoles el estómago. Aunque el elenco lo conforman 11 personas aproximadamente, parece que los millones de víctimas del Holocausto enfilan sus cuerdas vocales y disparan al rostro totalitario un «estamos aquí, existimos».,
Mientras las investigaciones de los académicos, las agencias gubernamentales y las organizaciones judías contabilizaron el exterminio en los campos de concentración, Ana Frank describió su clandestinidad en el anexo de un edificio de la calle Prinsengracht 263, en Ámsterdam.
Cuando el nazismo se propuso la «solución final» en Europa y mató mediante inanición, fusilamientos masivos y cámaras de gas, Ana relató su hambre y tuvo la sospecha de que la Feld-Polizei irrumpiría en su escondite, como sucedió el 4 de agosto de 1944.
El Führer encabezó la Conferencia de Wannsee para «liquidar» el «problema judío», pero no previó que una joven de 16 años publicaría su horror con una tirada de 30 millones de ejemplares.
El diario de Ana Frank / Apnea del tiempo no mimetiza los hechos. Su dramaturga, Agniezka Hernández, concibe esta pieza parecida a una Isla. Ana y su madre, junto a la familia Van Daan y el dentista Fritz Pfeffer, son atormentadas en un mundo que sufrió más de 14 millones de muertes por Covid-19. América Latina fue la región con más incidencia y asumió, como otros países, el aislamiento colectivo.
Las manos decisoras tensan el hilo cada vez que aumentan la migración, la pobreza, la necesidad y la violencia. ¿Qué sucede cuando una boca ventila la desesperanza en un país post-pandémico? El poliéster hace sangrar más la carne.
«Todos deberíamos estar preocupados por un estado de marginalidad vivencial, estética, un estado de supervivencia, de minimización de valores personales, de ósmosis educativa donde se fuga lo más esencial de la niñez y, en su lugar, un prototipo de sociedad se instala en las aristas más frágiles. Y las pieles más frágiles en todas las sociedades y las crisis son las poblaciones de menor edad. Sobre ellos están hoy muchas líneas familiares, educativas, económicas, culturales, migratorias, que van a tardar mucho en sanar. El arte no debería desentenderse, pero el arte no es suficiente», aseguró la directora del grupo transdisciplinario La Franja Teatral.
Cuando Miguel Abreu, el director de Ludi Teatro, le pidió una pieza sobre El diario de Ana Frank, su hija tenía 13 años. A esa edad la alemana de ascendencia judía recibió a Kitty como regalo y sintió «ganas de escribir», de «sondear» su corazón sobre toda clase de cosas.
Agniezka Hernández comenzó a gestar la obra un lunes a las 8 p.m. y no pudo detenerse hasta las tres de la mañana. A diferencia de otros cuerpos teatrales, que toman meses de investigación y fatiga, esta «niña» reflexionó prematuramente sobre la maternidad resistente en situaciones hostiles.
«Trece años es una edad hormonal, a medio camino entre un cuerpo infantil que siempre estuvo ovillado junto a la madre y un cuerpo femenino que es totalmente desconocido para la hija y para la madre», explicó la autora de Padre Nuestro (Entrenamiento de ADN) y Los pájaros negros de 2020.
«Una mujer va naciendo, piensa, toma pequeñas determinaciones en el abrazo y va desgajándose ligeramente para existir por sí misma. La pandemia, el encierro, la primavera pospuesta, una marginalidad en expansión en el afuera, por primera vez nos regalaban una lectura sorprendente. Comprendí que una pandemia era risible en comparación con el Holocausto. La escasez o la educación telemática que lastimaban a esta generación, ya de por sí saturada de pantallas, eran una nimiedad si se comparaban con la Segunda Guerra Mundial o con una Noche de los Cristales Rotos. Entonces entendí El Diario de Ana Frank que yo había leído muchas veces solo como semblanza abstracta e histórica».
¿De qué manera conectó la experiencia de la madre de Ana con la suya?
«El Diario de Ana Frank, las páginas, los apuntes históricos, dejan claro que la adolescente sentía mayor apego y confianza por su padre. Un padre bueno y noble que juega con ella. He pensado en qué disciplinas, estudios, perseverancia, modales, comportamientos, tranquilidad, silencios, restricciones, alimentación, exigiría esa madre en el escondite como para resultarle áspera, mientras en el afuera todo era Holocausto, descomposición, caída, fealdad y muerte. Ahí fue donde abracé a la madre de Ana Frank. En nuestra versión para Ludi Teatro Ana Frank permanece en el escondite junto a su madre para poder desarrollar las microhistorias de una maternidad de educación positiva desde el entendimiento, pero con límites claros que la adolescencia agradece a largo plazo.
«La pandemia era soledad para esta generación de 2020, que teníamos guardadas en las casas a salvo de la enfermedad, pero sin amigos, sin paisajes verdes, sin juegos. Cuando los hijos pasan todo el día junto a los padres, como Ana Frank en un escondite lleno de adultos, acceden a demasiada información política o económica. No es casual que Henry Ibsen diera tanta importancia a la «mentira vital», aquello que proviene del afuera y que los padres estamos en el deber de limar un poco, hasta que llegue el instante de madurez y comprensión de los hijos. Cómo explicarles que la astilla del afuera también hiere a los padres, con la diferencia de que los adultos saben defenderse del daño que podría hacernos la simbología del horror contemporáneo.
«Mi Sofía despertaba cada día más bella, más alta, con voz de muchacha que llegaba hasta mi abrazo. Este Diario que ahora está en Ludi Teatro es la combinación de acciones históricas de Ana Frank con todos los versos que durante la pandemia escribí para mi Sofía, un cuaderno que comencé el 17 de marzo de 2020, cuando me sorprendió en Normandía el cierre de fronteras…
… Y creces,
con el único rayo de sol de estos balcones
para hacerte la cintura.
Estiras, racimos, ovulas.
Ayer al despertarnos estabas grande. Más grande.
Tan parecida a mí, pero con más ganas.
Tan parecida a mí, pero sin revuelo.
Más natural y sin ira.
Tan parecida a mí, pero sin espantarte con las noticias.
Tan parecida a mí, tan convencida,
de que allá afuera es posible sonreír toda la tarde…»
Usted aboga por intervenir los hechos históricos allí donde la ficción puede enriquecer el suceso ¿Cómo lo manejó en esta pieza teatral?
«Lo más difícil al enfrentar una nueva pieza teatral es determinar qué podemos aportar desde la escritura y la escena, qué decir como equipo de trabajo, qué regalar al espectador que se parece demasiado a nosotros, cómo extender un punto de vista que no nos haga ajenos al conflicto de la escena, cómo anidar nuestras sociedades en presente, cómo pararnos en la membrana que delimita los acontecimientos y las consecuencias deseadas o no deseadas para nuestras sociedades y generaciones. El punto de partida casi siempre es un documento real, enriquecido con un documental erróneo, que deja de ser aséptico y conquista la ficción para agrandar el punto de vista.
«En El Diario de Ana Frank / Apnea del tiempo, el documento del Holocausto desvía su eje histórico hacia la relación Ana-Peter, para que en escena podamos mirarnos a los ojos de los niños y jóvenes en presente. Estos no habían nacido cuando hicimos del odio la peor versión de unos y otros».
La obra explora la libertad desde diferentes aristas y personajes ¿Qué significa esta palabra para usted?
«Siempre se le ha cantado a la libertad, porque la libertad en estado puro no existe. Sus dos alas más hiperrealistas y primitivas son la movilidad física y la independencia económica. Puede ser tan engañosa como inventarla hacia dentro. Heterogénea como heterogéneo sea quien la piense. La libertad se canta a veces con un pequeño verso que a ratos pudo tomar el sol».
EPÍLOGO
El día que Ana nació su madre guardó las botas de escalar montañas y apagó todos sus cigarros. Vendió la moto y estuvo con los pechos afuera todo el día para que ella pudiera lactar.
Aquel 12 de junio la señora Frank permitió que la aguja saliera del labio superior y atravesara el inferior en una puntada, y luego otra, sucesivamente. La dentadura permaneció inmóvil y la lengua no hizo contorsiones para articular palabra alguna.
— ¡Callada Ana, tienes que estar callada! Temían ser descubiertas por esa mujer carnavalesca a la que las huestes llaman El Führer o El Carnicero de Praga.
Dieciséis años después, la adolescente se desnudó con Peter y ante el público, se besaron en la buhardilla o la habitación. Esta memoria solo existe en la obra ganadora del Premio Villanueva de la Crítica.
Antes de ser atrapadas, la madre imaginó un lugar dónde la hija escandalizara al barrio con sus canciones. El 1ro de agosto la joven escribió por última vez en el celular: «Querido Diario» y probablemente pensó en la señora Frank arrancándose el hilo de la comisura derecha a la izquierda. Todos la vimos desde las sillas. La madre se paró en la ventana y gritó: «Hitler mi hermano ya está bueno». Abrazó a su Ana y le pidió perdón.