Los rostros de un joven profesor
Entrevista a Pablo E. Fernández
Por: Jorge Martínez Sardina
Transcurría el año 2011 cuando lo conocí, en un aula y a pocas mesas de distancia. Recuerdo que cursábamos los estudios en la enseñanza secundaria y él siempre tenía respuestas positivas ante cualquier petición. Muchos profesores se le acercaban para que dibujara en el mural, otros, como yo, queríamos ver el trazo de su lápiz en el encabezado de una carta de amor.
Pablo Fernández, actual profesor de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro con solo 21 años de edad, decidió en aquel entonces de indecisiones adolescentes, dar el primero de tantos pasos en su actual carrera profesional. El joven artista se posiciona como uno de los exponentes del fotorrealismo cubano contemporáneo. Distinguir entre una fotografía y su pintura, es el principal reto de los espectadores. De esta manera, ha trascendido el escenario nacional con los rostros de sus lienzos: ancianos, un hombre disfrazado de superhéroe, mujeres y flores.
Luego de estos años de estudio, casualmente, lo encontré camino a la Academia. Me actualizó de su trayectoria y, el orgullo de verlo crecer, me conmovió por un instante.
“¿Pablo, te puedo hacer una entrevista?” y, una vez más, recibí su afirmación.
¿Qué te llevó a optar por la carrera que marcaría la pintura como profesión?
Desde pequeño estuve decidido a optar por Artes Plásticas en San Alejandro. Siempre lo tuve presente pues tenía una fuerte influencia artística: mi papá es pintor y mi mamá realizaba sus obras de vez en cuando; ella aprendió a raíz de ver a mi padre pintar.
No fue una idea que se me ocurrió un día. No me hallaba en otra carrera. Tenía dos opciones, pero la primera siempre fue esa: era la que me gustaba y lo que quería hacer.
¿Qué pretendes transmitir con tus obras?
La belleza, lo agradable, el no rechazo. Quiero que estés al frente de una obra mía y seas capaz de sentirte bien. En la serie “Condición humana” hay obras que expresan sentimientos muy fuertes, por los elementos relacionados con la muerte y la tristeza. Ahora no tanto, hay una ruptura en ese sentido: armonía, mucha paz y felicidad; sobre todo esa es la esencia y como soy yo.
¿Qué influencias de otros pintores reconoces?
Tengo varias influencias, la mayoría son internacionales: muchos de la historia del arte, otros más contemporáneos. Dentro de estos últimos Eloy Morales, Yigal Ozeri, Javier Arizabalo y Guennadi Ulibin. De la historia universal, los padres del fotorrealismo: Chuck Close, Richard Estes y Antonio López.
Varios artistas cubanos también son influencias. En el movimiento hiperrealista en los años 80 está Flavio Garciandía, como principal exponente, de quien tenemos dos cuadros en el Museo de Bellas Artes. Contemporáneos: Roberto Fabelo me gusta mucho, sobre todo sus esculturas; también los dibujos de Eduardo Ponjuán, entre otros nombres.
¿Crees que Pinar del Río y la trayectoria de tu padre tienen repercusión en tus obras?
En Pinar mi papá es muy reconocido. Son 59 años de trayectoria bastante amplia. No quiero que el éxito, que voy teniendo, sea por mi padre.
Muchos me conocen como “el hijo de Pablo”, incluso han llegado a decir que ya mi papá se quedó chiquito. La gente le dice, en buen cubano: “ya tu hijo te pasó por arriba”, pero mentira, mi padre sigue siendo mi maestro, una persona insuperable. Para mí, él no tiene comparación. Hacemos cosas diferentes: él se inclina por el paisaje y yo por la figura humana.
¿Consideras que la serie “Daldo Marte” constituyó un punto de inflexión en tu carrera?
La serie Daldo Marte llegó a mí cuando estaba en la escuela de artes cursando el tercer año. Llegó, a primera hora, como una propuesta de trabajo. La asumí porque le encontré un vínculo con lo que hago. La capté para mi tesis de graduación de cuarto año y expuse en la Bienal en San Alejandro. La serie se va a exponer próximamente en París, una vez que pase la pandemia, representando a Cuba.
Esa serie marcó “un antes y un después”. Antes estaba realizando una serie “Condición humana” dedicada a las personas de la tercera edad. Esta fue la primera con la que participé en una exposición en San Alejandro. Rompí con esa serie, esto no significa que dejé mi línea de trabajo, sino que en un futuro pienso retomarla y llevarla hasta el punto a donde debía haber llegado. Marcó pauta porque empecé a hacer algo diferente.
Daldo Marte es un personaje de La Habana que anda vestido de trajes de superhéroes. Despertó el niño que tenía adentro: cuando pequeño soñaba ser uno de ellos, como muchos. Encontré ese personaje y es famoso en las calles porque las personas que veían mis pinturas lo reconocían rápido. Ahí fue cuando empecé a meterme de lleno y sí, significó muchísimo porque fue con la que me gradué en el curso 2019.
¿Cuánto tardas en crear un nuevo retrato?
Eso depende de muchas cosas: la foto, su complejidad y tamaño. Aproximadamente, una pieza en blanco y negro de 1.50 x 1.20 m, puede tardarme dos semanas; a color un mes. El máximo creando una obra me ha resultado en dos meses y medio.
¿Cómo tu trabajo logró alcanzar el escenario internacional?
Yo tengo obras en colecciones en México, que fue el primer país donde comencé a comercializar fuera de Cuba, Miami y, después, Francia.
Francia llegó, primeramente, por una persona que es representante de artistas de Cuba, y tuve la oportunidad de que viera mis obras. Comenzó una amistad y, a la vez, una relación afectiva de trabajo. Vio que tenía resultado y gustaron mucho mis piezas allá. Llevo tres años trabajando con él y con una galería. Actualmente muchas obras se han presentado, pero tengo 24 piezas para dos exposiciones: “Daldo Marte” y otra junto a la fotógrafa Stefanie Renoma (retratos en blanco y negro). Esas dos son las más grandes que van a marcar pauta en mi carrera personal.
En tus obras más recientes es común ver rostros femeninos con adornos florales que respetan a cabalidad la naturaleza humana ¿Cómo surge la inspiración para centrar tu trabajo en esa temática? ¿Qué modelos empleas?
Hace unos 6 meses atrás llevo realizando esta nueva serie de rostros femeninos. Representa la belleza y encantos de la mujer, combinándolo con las flores que les da un toque natural a las piezas. Cada una de estas flores tiene un significado, la primera de ellas fueron los marpacíficos.
Las primeras dos obras de una serie son ingenuas, como todo artista cuando comienza. Uno realiza varias y van cogiendo cierta connotación, un trabajo más serio. Con esta serie llevo dos obras terminadas, pienso extenderlo hasta diez. Considero que en la quinta haya una madurez un poco más fuerte.
Me despertó el deseo de hacer rostros femeninos a color (la serie anterior con rostros de mujeres es en blanco y negro). De ahí llegó la serie de las flores. Tengo una afinidad muy grande por estas: los olores, perfumes, son lo que embellece el paisaje.
Mi novia, gente del barrio, amigas, son mis modelos. En lo adelante, pienso usar ancianas, así puedo combinar la serie anterior con esta.
¿Qué piensas del arte contemporáneo en Cuba?
Me gusta cómo está tomando el giro ahora. Todavía estamos amarrados a muchas cosas que se están queriendo imitar de lo realzado en los años 80 afuera (en el extranjero), pero sí reconozco que, actualmente, hay buenas generaciones. Existe un movimiento, sobre todo, de realismo, y se está volviendo a retomar la pintura de caballete. Hace unos años atrás estaba decaído, pero toma intensidad ahora. En la “Galería Galeano”, por ejemplo, en el “Post-it”, el evento de arte joven contemporáneo más importante en Cuba, hay muy buenos trabajos y se aboga por ello.
En tus redes sociales se pueden apreciar varias de tus obras en creación, y las ya terminadas. ¿Qué importancia le atribuyes a este espacio virtual para la difusión de tus trabajos?
El trabajo en las redes sociales es algo que llevo realizando hace unos 3 años. Me he dado cuenta que los artistas las explotan, son un espacio donde estos se apoyan mucho hoy día. Las redes nos ayudan en ese sentido: tenemos la oportunidad, desde nuestras casas, de compartir nuestras obras para que el mundo entero vea lo que uno está haciendo. Y más a los artistas jóvenes que están saliendo ahora.
Me preocupo por publicar una obra semanalmente, dar a conocer lo que hago. Pretendo extenderme un poco más hacia Twitter y YouTube. Muchas personas me han pedido que suba videos a YouTube, pero a raíz de tiempo y falta de material, no se ha dado esa oportunidad aún.
Fuera de las redes sociales sí he expuesto en otras galerías. En “De la gran escena” se dedicó un programa a mi obra. En “Entre tú y yo” algunas piezas de regalo son mías, solo pude colaborar en pocos programas, pero pienso retomarlo.
Ya han pasado varios años desde aquella primera vez que vi a Pablo dibujar. El lucimiento de un lápiz, sobre una hoja al final de la libreta de Matemáticas, fue perfeccionado por el trazo del pincel en una galería en San Alejandro.
La naturaleza de diferentes generaciones de cubanos, enmarcadas en las obras del joven profesor, continúa generando expectativas en el público, ya no solo de Cuba, sino de parte del mundo.