¡Mi obra no es feminista! Un acercamiento a la labor artística de Gabriela Chang.
Por: Camila Zorrilla
La joven creadora cubana Gabriela Chang se presenta en la palestra artística contemporánea como una fiel amante del arte asiático. Su estilo tan peculiar como atractivo le ha permitido ganarse el reconocimiento de una buena cantidad de público, sobre todo, en los medios digitales. Su obra es muy reciente, pero, a pesar de ello, se muestra lo suficientemente firme, manteniendo una línea creativa estable y fácil de reconocer.
La propuesta artística de Chang resulta novedosa dentro del panorama actual. Mezcla los rasgos más predominantes de la cultura asiática con elementos occidentales. Hay en ello un razonamiento lógico, un estudio de fondo, un talento trabajado y una espontaneidad sensorial. Se podría decir que la artista ha construido una estética propia, lo cual aporta en buena medida al desenvolvimiento de su carrera. Logra composiciones originales no sólo desde el eje temático sino también pictórico. Trabaja la acuarela sobre el papel, lo cual le otorga ciertas licencias para la implementación de otros recursos.
Sus imágenes son muy femeninas, se centra de manera exclusiva en la representación de mujeres con apariencias un tanto peculiares. Mediante ellas se percibe una sensibilidad muy íntima. Sus personajes invitan al espectador a sumergirse en diferentes lecturas o interpretaciones, casi siempre ancladas al sufrimiento, la violencia y el género. Sin embargo, la autora destaca, en este sentido, su interés por reivindicar la postura de estas mujeres, quienes no persiguen la victimización.
Lo interesante en el trabajo de Chang es el modo en que juega con los prejuicios del espectador. Se comunica a través de los detalles, las miradas, el color rojo. Consigue atmósferas únicas, juega con el cuerpo, la sexualidad, el deseo, el placer. Todo ello son puntos de interés que se encuentran de manera casi constante en su quehacer. Se trata de un diálogo fiel e intimista entre los personajes y su autora, una charla de mujer a mujer que se expone tal cual es, evadiendo prejuicios y tabúes.
Gracias al equipo de La Jeringa tuve el placer de conocer a Gabriela, mediante una grata entrevista que concedió con cortesía y amabilidad.
Coméntanos un poco acerca de tu formación artística
Comencé con la preparación para los exámenes de ingreso a la Academia de San Alejandro, asistí a clases particulares con Vicente López Correa de dibujo, también con Cuelli. Luego de entrar en la Academia inicié mis estudios en escultura, aunque debí haber escogido la pintura, lo hice porque en su momento pensé que la escultura me podía enseñar cosas nuevas. Cuando empecé a estudiarla sentí que estaba fuera de lugar, realmente no era para mí, y así reafirmé mi preferencia pictórica. Para entonces era demasiado tarde, tuve que continuar mi formación en escultura.
¿Siempre tuviste aptitudes para la pintura?
Sí, desde que pude tomar un lápiz en mano comencé a dibujar, sobre todo animales. Cuando entré en prescolar una profesora de la escuela, que además era psicopedagoga, le dijo a mis padres que yo tenía aptitudes para las artes plásticas. Me mantuve entonces por esa línea, aprendiendo poco a poco. No me hallaba haciendo otra cosa que no fuera pintar, dibujar, estar vinculada a las artes de una forma u otra.
Luego de no poder estudiar pintura en la Academia de San Alejandro, ¿no se te ocurrió hacerlo en el Instituto Superior de Arte (ISA)?
Cuando culminé el último curso en San Alejandro sentí que todo lo aprendido era puramente académico, con lo cual no estaba cómoda. No era eso lo que yo quería ser como artista, no me identificaba, no encontraba la manera de expresarme, aun no era capaz de sentir con mi arte y por eso dejé pasar las pruebas del ISA.
Después comencé el servicio social en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), y durante esos tres años me aparté completamente de las artes plásticas. Me dediqué únicamente a hacer mi trabajo en este espacio. Lo recuerdo como una experiencia bastante desagradable, aunque me agradaba la especialidad que me asignaron (Ambientación o Decoración de set), le hice mucho rechazo al lugar.
¿Cuándo inicias con tu producción artística actual?
En el año 2020, al inicio de la cuarentena por la COVID-19. Anteriormente me dediqué por un corto periodo de tiempo a hacer tatuajes, lo cual tampoco me gustaba demasiado. Con el comienzo de la pandemia decidí vender los productos que utilizaba para tatuar, retomé otros que tenía guardados, obtuve otros que me regalaban algunos conocidos y volví a centrarme en el arte. Comencé a investigarme, pensar en quién era y lo que realmente quería hacer. Recordé entonces mi pasión por el arte japonés y consideré que ya tenía el recorrido de vida suficiente como para iniciar y encaminar mi producción artística. Luego busqué la manera de reinterpretar mis experiencias y combinarlas con la simbología de la cultura japonesa.
¿Siempre tuviste esa inclinación por el arte asiático?
Desde la primera vez que vi una película de Hayao Miyazaki sentí algo diferente. Además, en San Alejandro la preparación devenía exclusivamente del arte occidental, el recorrido por el arte asiático es realmente breve, casi insignificante. Tal caso me parecía incomprensible. Consideraba a la cultura asiática como un mundo fascinante que me aportaba sensaciones que no obtenía de la cultura occidental, entre ellas, el carácter erótico y fantástico del arte japonés. Es una conexión tan particular que incluso no encuentro palabras para explicarla. Actualmente bebo de muchas cosas para la conformación de mi obra, pero, indiscutiblemente, mi mayor fuente de inspiración es esa.
¿Tiene tu trabajo algún vínculo con las concepciones feministas?
Esta es una pregunta que siempre me hacen. Antes decía que no y seguiré manteniendo mi posición, y de cierta manera lo continuaría negando porque no lo siento como una producción artivista. Yo no hago activismo ni artivismo. La intención que yo tengo de comunicar mediante la figura femenina y a través de mi sentir como mujer, es posible que posea una concepción feminista. Aunque pensándolo bien no, porque la expresión de mis sentimientos como individuo no posee ninguna connotación relacionada al concepto de feminismo.
No siento la necesidad de añadir figuraciones masculinas a mi obra, ya que esta va de mis sentimientos y vivencias como mujer, como individuo, incluso más allá de mi género. Supongo que mi trabajo es aún demasiado joven, juzgarlo de feminista me parece demasiado precipitado; considero que quienes lo juzgan de esa manera se están quedando con la lectura más simple, con la lectura que quizás acompaña a estos nuevos tiempos. Tampoco creo que se deba mirar solo a una parte de mi trabajo, creo que para juzgarlo hay que apreciarlo en su totalidad.
No puedes mirar uno de mis dibujos de mujeres atadas con shibari y pensar en una situación de abuso y luego mirar una de mis acuarelas de niñas ¨supuestamente maltratadas¨ y verlo todo como una lectura separada una de la otra, piensa: ¿Y si esa niña creció y se convirtió en una mujer que le gusta ese tipo de cosas?
Hay mucho público que califica tu obra de feminista. ¿Crees que se deba a la presencia constante de mujeres con rostros ensangrentados o en aparente situación de vulnerabilidad?
No se trata de una representación ligada a la violencia de género, más bien se relaciona con el fenómeno del eroguro. Me gusta representar el sentir del sujeto en el hecho, por eso se ven las huellas de un suceso determinado en el cuerpo de la protagonista. No hay en ellas una violencia física, sino emocional. Que sean vulnerables en apariencia no las hace víctimas, es una situación en la que estos personajes femeninos eligen estar. Me refiero a ellas como entidades separadas de mí misma, como un alter ego a través del cual canalizo estas experiencias y deseos deconstruidos a través de los códigos del lenguaje del arte japonés.
¿Siempre tuviste clara la estética que querías manejar en tu obra?
La representación ligada al anime siempre la tuve clara. En principio no sabía cómo, pero poco a poco, estudiando a artistas como Aya Takano, Audrey Kawasaki, Yoshitaka Amano, Ozuma Kaname, Suehiro Maruo, Sandra Ramos; pude ir definiendo una línea. Todos ellos me fueron guiando en la obtención de lo que yo quería formalmente. Además, creo que uno de los elementos que contribuye en la identidad de mi trabajo es mi falta de virtuosismo en el empleo de las acuarelas. La parte que más me gusta de la creación es la libertad de los errores, muchas veces son incontrolables. A veces, mientras la acuarela está húmeda y se mezcla, por ejemplo, con algún pigmento que no es resistente al agua, puede ocurrir un derrame. Todo ello me hizo darme cuenta de que no me incomodaban para nada ese tipo de “errores”. Los convertí en parte de mi visualidad.
¿Qué te motiva en el momento de creación?
Visualmente me motiva mucho la fotografía, me ayudó mucho a fijarme en qué es lo esencial de una imagen. Me gusta mucho observar la fotografía de Nobuyoshi Araki, sobre todo, cuando se trata del tema femenino y la sexualidad. También me motiva mirar la fotografía de Cho Gi-Seok y Elizaveta Porodina por la gama de colores que utiliza. El otro aspecto que sin dudas me motiva muchísimo es la reinvención de mis vivencias, no mostrarlas tal cual sucedieron sino también jugar con lo diferente. Me gusta el misterio, la fantasía, lo que pudo y no pudo ser. Esa cosa que tiene la alineación y la irrealidad me motiva mucho.
¿Cómo manejas tus periodos de frustración creativa, si es que los tienes?
Nunca paro de dibujar ni de guardar cosas en redes. Ahora mismo siento que estoy un poco estancada y quiero hacer un cambio. Aun no sé cuál será la totalidad de ese cambio, pero sí pienso seguir trabajando sobre la misma temática. Tampoco dejo de buscar cosas que me nutran porque creo que una vez cortado el vínculo artístico se pierde demasiado.
Cuando tienes mucho material creado, ¿en qué te basas para hacer una selección al momento de publicar tu obra en redes, por ejemplo?
Siento que hay trabajos mejores que otros, quizás un poco más fieles respecto a lo que yo quiero decir. A final de cuentas, siempre termino publicando la mayor parte de ellos, acabo haciendo un balance.
¿Cómo te sientes respecto a la aceptación que ha tenido tu obra, sobre todo, en redes sociales?
Todavía no me lo creo, incluso al momento de publicar algo pienso en la reacción de las personas. A finales del año 2020 fue que comencé a utilizar Instagram para publicar mis trabajos. Las redes sociales han sido indispensables en la divulgación de mi obra.
¿Explorarías nuevos caminos de la creación?
No pretendo divorciarme nunca de mi estilo, al menos no en totalidad, pero sí podría hacer otras cosas. Quizás un poco de pintura, manteniendo la misma temática, escultura también. Creo que diversificarme es la mejor manera de seguir adelante.
¿Fotografía no?
Creo que lo haría, pero tendría que encontrar la mejor manera de expresar lo que quiero.
¿Cuál sería tu espacio ideal para una exposición personal?
Un lugar intimista, con luces tenues.
¿Qué materiales sueles emplear en la conformación de tu obra?
Papel, tempera, acrílico, tinta, lápices de colores.
¿Qué ha significado para ti la oportunidad de incursionar en el universo NFT?
Francamente no me siento mal con ello. Tampoco me agrada mucho la idea de tener que entrar constantemente a los espacios de twitter un poco a pregonar el trabajo. Yo soy una persona bastante introvertida por eso me hace sentir incómoda, aun así, lo tengo que hacer.
¿Cómo llega a ti la idea de vender en NFT?
Yo había escuchado en varias ocasiones acerca de los NFT, pero no tenía conocimiento de qué trataba. Fue un excompañero de San Alejandro quien me explicó, me sugirió que empezara con ello, y me contribuyó compartiendo algunos de mis trabajos.
Si te invitasen a participar en una muestra de arte feminista o dedicada al feminismo, ¿aceptarías?
Claramente participaría de una muestra de arte que en su totalidad fuera conformada y curada por mujeres. ¿Participaría de una muestra de arte feminista? No, lo digo ahora y lo diré siempre, mi trabajo no versa sobre eso, me parecería descarado de mi parte exponer mi trabajo en un espacio dedicado al feminismo donde se están tratando problemáticas de violencia de género y cuestiones similares, ya que mi enfoque no va dirigido a eso. Que haya cierto público que vea eso en mi trabajo lo admito, el significado de cada obra varía de acuerdo al individuo.
¿Tienes algún proyecto en mente que quisieras compartir?
Ahora mismo me encuentro en un periodo de descanso, pensando en hacer algunos cambios. Quiero introducirme en el mundo de los comics, explorar un poco el terreno.