Post-it 11 en Galería Galiano

La Jeringa
10 min readOct 5, 2024

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Por: Ronaldo Hinojosa Valdés

El Arte Cubano Contemporáneo se enfrenta a disímiles desafíos de acuerdo con el contexto complejo, y a la vez, convulso, que le ha tocado vivir. Post-it Concurso ha fungido, en los últimos años, como un espacio de visibilidad para nuestros jóvenes creadores, así como, el reflejo de los nuevos derroteros en voga en el panorama artístico cubano. Multiplicidad de líneas discursivas, lenguajes y soportes encuentran cabida en esta oncena edición, como un gran caldo que se condensa a fuego lento, compacto y agradable al gusto del público consumidor del buen quehacer de los artistas, especialmente los noveles, que siempre provocan incertidumbre y asombro.

Fotos: Iván Becerra

El sentido novel, en alusión a lo nuevo, recuerda Las Cinco Paradojas de la Modernidad[1] que declara en su ensayo Antoine Compagnon, al definir “la superstición de lo nuevo” como una de ellas. Esta concepción de lo nuevo como una instancia de mejoría con respecto a su precedente antiguo, debe entenderse más bien como una conciencia del presente, con las savias de su instancia temporal. En ese sentido, la novedad de esta muestra radica en la revisión y relectura de nuestro arte, poniendo en tela de juicio diversas problemáticas latentes en la sociedad cubana actual, una mirada profunda en la cual está presente el diálogo con diversos textos culturales.

La muestra-concurso inaugurada el 20 de septiembre en Galería Galliano, impactó, además de la novedad, por el acierto tanto de los creadores como del jurado, que con su ojo fino y minucioso, puso a disposición del público una selección de 17 obras correspondientes cada una a los artistas: Alejandro Cañer, Ariel Suárez, Hermaiony Villa, Suayma Parra, Hanzer González, Ignacio Redes, Anyel Judith Díaz, Verónica Abelarde, Luis Antonio González, Alicia de la Caridad Gómez, María Fernanda Chacón, Nelsy Verónica Álvarez, Kevin Sánchez, Clara Massó, Daniel Madruga, Jennifer Albín y Alejandro Ortiz. El desafío curatorial que implicó el montaje y la aglutinación de visiones diversas de una realidad compartida, pondera la labor de los curadores a cargo de esta exposición, o más bien, presentación de las piezas que formaran parte de esta oncena edición.

A ritmo de conga comienza el andar por Post-it 11 que desde la entrada nos conmovió, motivó, y al mismo tiempo, deleitó con la riqueza sonora y visual de nuestras Fiestas populares, título de la pieza de Alejandro Cañer, que poco más que sugerente, resulta ilustrativa de la cultura cubana en su fiel esencia. Dos miradas se imponen en el análisis conjunto de esta obra: la fiesta popular como expresión cultural y la obra de arte vista desde los principios de la estética relacional.

La primera toma como punta de lanza el propio concepto de fiesta popular, compilado por Margarita Mejuto y Jesús Guanche, en el Atlas etnográfico de Cuba, que define de esta manera:

Las fiestas en general, constituyen una vía fundamental para el estudio integral de una comunidad en tanto resumen los principales comportamientos, creencias, hábitos y costumbres. La fiesta popular goza de la preferencia del público durante un determinado período de tiempo, por lo tanto, su duración puede ser efímera (Mejuto y Guanche, 2008, p 5).

Partiendo de este concepto se destapa el alcance semántico de la obra de Cañer, al adentrarse en esta expresión cultural desde la impronta de lo cotidiano, en tanto aglutinador de una realidad soportada únicamente por el intercambio y la interrelación entre sujetos culturales.

En cuanto a la segunda, encontramos la base teórica trazada por Nicolas Bourriaud, al definir la estética relacional como un nuevo paradigma artístico destinado a actuar en la esfera de las relaciones sociales. La misma nos introduce en la esencia del entramado de discursos que se generan al interior de estas relaciones, siendo el espectador un agente activo que condiciona la obra resultante.

Ambas miradas actúan en mutuo acuerdo para el despliegue de esta creación, pues la expresión cultural encierra intrínsecamente un rol activo del espectador, en un contexto cotidiano que no limita la lectura y la participación, solamente, al público tradicional de un espacio galerístico. Los Sky Dancers, justamente, refuerzan esa aura de integración popular a tono con la concepción de la obra, la cual constituye en sí una ventana de posibilidades.

Al adentrarnos en el universo creativo entre paredes de Galería Galiano, nos sorprendió las obras ubicadas en la pared derecha: Diario Visual de Kevin Sánchez; La primavera huele a destierro (Tampa, Granada, Praga, Saint-Martin-de-Ré, Boston, Montreal y Folegandros) de Ariel Suárez; y Nevada tropical de Daniel Madruga. Diario Visual, serie fotográfica llevada a cabo entre 2021–2024, recrea el testimonio vívido de nuestro contexto a partir de un juego entre lo simbólico y lo narrativo, en el cual el suplemento textual (en algunas imágenes) funciona como un anclaje semántico de las piezas, que se expanden más allá de su marco de referencia. Desde el punto de vista formal, el acromatismo que implica el blanco, el negro y sus respectivos grises, connotan una reacción sentimental, emotiva y reflexiva en su conjunto, reforzado por los encuadres de las imágenes que dialogan unas con otras, de arriba hacia abajo, y vicesarva. Cualquiera de los puntos de vista tomados nos provocan miradas interesantes. Tanto el ejercicio semántico como el formal, encuentran comunión en estas instantáneas, como un álbum de fotos, en el cual la familiaridad radica en lo conocido y en lo constante de estos sucesos.

Impacta en la pared central la obra perteneciente a la serie ¡Arriba las manos!, de María Fernanda Chacón, un conjunto de 4 kits de construcción de aeronaves que interactúan y dialogan con los suplementos textuales. Su dimensión y fuerza discursiva radica en la representación testimonial — con una vocación archivística — de sujetos que abandonaron el espacio aéreo cubano. Lo que pudiera parecer a primera vista un simple kit –objeto de diversión y disfrute– encierra –más allá de su aperencia lúdica– una historia de riesgo extremo que habla no solo del desafío de sus protagonistas, sino de la valentía de esa acción tan controversial y riesgosa.

En primer lugar, nos volcamos hacia el título, expresión que gramaticalmente constituye un imperativo no verbal en tono exclamativo. La llamada a la acción se encuentra implícita, sin embargo el carácter imperativo se subvierte con el discurso interno.

En segunda instancia, el texto que acompaña a las aeronaves corresponde a un formato de noticia, por lo que su carácter informativo para con el público es claro, preciso, ilustrativo y asimismo sugerente de la connotación que esta provoca en diversas esferas sociopolíticas.

Por último, la frase que figura en la parte inferior de las piezas, a modo de nota al pie, perteneciente a la icónica obra literaria de Edmundo Desnoes, Memorias del Subdesarrollo, proyecta un diálogo con un texto cultural, conocido más aún en su adaptación cinematográfica. Igualmente enfatiza, propone y suscita un ejercicio reflexivo complejo, no tanto por lo inalcanzable desde el punto de vista intelectual, sino por lo alcanzable desde la perspectiva emocional, en el público.

En suma, ¡Arriba las manos! es una llamada de atención, un alto en nuestro camino de descubrir las virtudes artísticas en Post-it 11, una parada que nos invita a mirarnos a nosotros mismos, como cubanísimos que somos, porque el fenómeno migratorio es un hecho, y difícilmente alguien esté ajeno.

Completando la sala inicial, en la pared izquierda, encontramos las piezas: Guava de Clara Massó; El ahora: Mi reino de Ignacio Rodés; Todo estará bien, Te pensaré, Adiós, de la serie La interpretación de los sueños de Jennifer Albin; Mi sueño es volar de Anyel Judith Díaz; Barahúnda u Otro golpe del tiempo de Alicia de la Caridad Gómez, y en el centro de la sala, Una flor arrancada no es una flor completa de Nelsy Verónica Álvarez.

Barahúnda u Otro golpe del tiempo declara desde el propio título su motivación a través de dos formas: el término barahúnda es ruido, confusión estrepitosa y notable desorden, en tanto, el resto es un juego intertextual con la icónica pieza El golpe del tiempo de José Bedia. La intertextualidad no solo se manifiesta desde el título, sino que a nivel formal alcanza una similitud en la disposición de los elementos, en este caso ubicados de derecha a izquierda, como los sistema de escritura sinistroversos de las culturas más antiguas. En el apartado derecho se aprecia una tela colgada en la pared, con un aro de bordar en el centro, y por supuesto, el bordado realizado en el mismo. Aquí se destapan dos signos: el acto de bordar, cuyo significado connotado alude a la figura femenina, y el bordado propiamente dicho, que se convierte en el punto de enlace con la siguiente pieza. Esta última, que completa la obra en su conjunto, se compone de un lienzo con predominio horizontal, dividido por segmentos en virtud de fotogramas, con un patrón que se repite y se mantiene invariable a lo largo de la pieza, con si se tratase de la escritura de un mensaje. En suma, Barahúnda u Otro golpe del tiempo discursa sobre la figura femenina, su papel en la sociedad y la confusión que engendra las convenciones establecidas hacia la mujer en el transcurso del tiempo histórico.

Continúa el transitar, está vez, hacia la sala del fondo, donde nos recibió las obras: Herencia de Hermaiony Villa; Performance estacionario Num.1 (Myadestes Elisabeth) de Verónica Abelarde; La marcha (2010–2024) de Alejandro Ortiz; De las cenizas del viejo carrusel… de Luis Antonio González; Nombre del año de Hanzer González y Gestual NO.22: Después de Pablo de Suayma Parra.

Nombre del año sobresale por el nivel de atención que generó en los presentes, con un enfoque de síntesis y acierto en el mensaje planteando. La observación exhaustiva de este video nos expone una visión desde la semiótica, basada en un análisis sintagmático. Este análisis parte de la combinatoria de signos presente en este video, o sea, el signo lingüístico que emana de los textos que definen los distintos años de la Revolución, y el signo audiovisual que integra en sí mismo el sonoro y el visual, ambos unidos en el momento de aceleración del texto. El primero constituye una convención establecida en la sociedad que evoca un recuerdo asociado a lo sucedido en cada uno de esos años, pues, como dice la frase: “recordar es volver a vivir”. En tanto, el segundo destapa el sustrato presente en los años acelerados correspondientes a los períodos coyunturales en nuestra nación. Particular énfasis se aprecia en el final, en el cual la imagen se mantiene en negro, sin texto alguno, mientras el sonido continúa, un aura de suspenso que invita a pensar en lo que nos depara el porvenir. En consecuencia, esta combinatoria de signos nos construye un discurso artístico que hace vernos en el espejo del tiempo, de las circunstancias pasadas y presentes, en la vigencia de muchas de ellas y en la toma de conciencia de nuestro futuro. De esta forma el mensaje ofrece un cúmulo de posibilidades e interpretaciones de acuerdo a las experiencias personales y grupales de cada espectador.

Finalmente, unos minutos más tarde, se presentó el performance Gestual NO.22: Después de Pablo, el cual resultó llamativo debido a la experiencia sensorial a oscuras, protagonizada por Suayma Parra. En primera instancia, el título nos diagrama la representación de una serie de posibilidades creativas surgidas luego de la influencia picassiana, las cuales comparten el principio de desarrollo de su influenciador, o sea, el principio de la subversión. En este caso, el mismo radica en el empleo del dibujo –herramienta tradicional y básica del creador– con un instrumento distinto y con potencialidades propias: la luz. El dibujo tiene como herramienta la gestualidad que imprima la artista mediante su cuerpo, y la luz se coloca como un instrumento clave de construcción y transmisión de sentidos. El acto en su conjunto enalteció y eclipsó el espacio galerístico mediante los movimientos en curvatura, llegando a la espiral, desplegados sobre el lienzo pintado, en virtud de escenario y soporte. Las líneas de luz creadas durante la acción parecen replicar lo antes realizado en el lienzo, debido a la complicidad sígnica entre ambos.

A modo de conclusión, la muestra-concurso suscitó un entramado de emociones debido a la proliferación de lenguajes empleados por los artistas participantes. Post-it 11 es reflejo de nuestro tiempo, es espejo de nuestro arte y cultura cubanas, es expresión notable de las disímiles riquezas creativas que obstenta nuestra Isla. Hagamos de esta muestra, y de este concurso en general, un modelo de visibilidad y proyección de nuestro flujo creador, y que nuestro ímpetu se traduzca en alma, corazón y vida plena para el Arte Cubano Contemporáneo.

Bibliografía

Mejuto, M. y Jesús Guanche. (2008): “La Cultura Popular Tradicional. Conceptos y términos básicos” (compilación). Consejo Nacional de Casas de Cultura. Ciudad de La Habana.(Versión digital).

[1] Antoine Compagnon: Las Cinco Paradojas de la Modernidad. (Monte Avila, 1993).

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