Quién fuera José Ángel Toirac
Por Flavia Valladares Más
Sin duda alguna, la muestra “Joyas Robadas (el que entendió entendió)” dinamizó el contexto cultural habanero en el epílogo del año 2022. Los anuncios de la galería La Acacia traerían consigo una gran expectación del público entendido en materia de arte y ávido por descubrir la propuesta de uno de nuestros Premios Nacionales de Artes Plásticas: José Ángel Toirac. Como si no fuera suficiente la espera, un rumor se extendía por aquellos días: la apertura de la exposición estaba mediada por invitaciones. Muchos no asistimos el primer día y tampoco verificamos la veracidad de la información. No obstante, al asomarme a la puerta de la galería días posteriores al 14 de diciembre y ver los dibujos de Abela a través del cristal, no pude evitar un pensamiento: ¡habrá sido una “bola” y pusimos el “bobo”!
El sugerente título de la exhibición nos lo decía todo, al tiempo que nada; y algunos caímos en un juego macabro de intentar vaticinar de que iba aquello: las obras expuestas en “Donde existo en paz, habito" funcionaban como una suerte de spoiler que nuestra imaginación había creado. Luego de un detallado recorrido de más de una hora, además de reírnos e intentar desentrañar aquella considerable cantidad de intertextos –con sus diversas gradaciones de explicitud- resultó que teníamos “tarea para la casa”.
Con un uso sagaz de formas del arte y la comunicación, Joyas robadas… constituyó un acontecimiento artístico que como buenos cubanos anclamos a nuestra realidad –aunque exprese ideas universales y las obras no dejen de ser ambiguas- para comprenderlo como un diálogo con el contexto actual. A la larga, se trata de una de esas conversaciones que pueden subirse de tono y provocar ciertas desavenencias, más el humor está ahí para zanjar cualquier escaramuza. ¿Un homenaje a Abela? ¿una oda al meme? ¿una apología a las redes sociales? ¿una radiografía crítica de nuestra sociedad? Como ha reiterado el creador “el que entendió, entendió”. Yo solo me atrevo a expresar con no poca admiración: ¡Quien fuera José Angel Toirac!
Buena parte de su producción artística -para no generalizar- aborda temas relacionados con los medios de comunicación, la publicidad -lo cual como comenta la curadora y crítico de arte Corina Matamoros en su texto “Gol”- viene acompañado de un proceso de investigación y constante lectura sobre el tema. ¿qué trascendencia tiene hablar de esto en una sociedad como la cubana y en un contexto global como en el que vivimos hoy?
La historia de nuestro país ha estado preñada, no pocas veces, por el bla-bla-blá de los medios de comunicación masiva. A fines del siglo XIX, por ejemplo, fue la prensa norteamericana y no la explosión del acorazado Maine lo que precipitó la intervención de los Estados Unidos en la guerra que hacía años libraban los cubanos contra el colonialismo español. En 1959, pocos meses después del triunfo de la Revolución, una delegación cubana visitó Washington y New York. El vicepresidente Richard Nixon recibió a Fidel porque el presidente norteamericano estaba “muy ocupado”. La prensa publicó al día siguiente que Eisenhower había estado jugando golf. Así que nada más llegar a Cuba, Fidel organizó en “desagravio” una partida de golf con el Che. Justo allí y gracias a la “indiscreción” de la prensa norteamericana, nace la idea de construir las Escuelas Nacionales de Arte en los terrenos de golf de El Country Club de la Habana.
Estos son solo dos ejemplos de la influencia que pueden tener los medios de comunicación masiva en el destino de una nación y también en la vida de un individuo concreto pues en esas escuelas de arte, muchos años después, estudié y me gradué en la especialidad de pintura.
Por supuesto que yo no había nacido en 1959 (y ni siquiera mis padres a fines del siglo XIX), pero puse esos ejemplos para ilustrar cómo la comunicación humana es peculiar justo porque mucho de lo que decimos se refiere a cosas que no hemos visto, olido o tocado. Hasta donde sabemos otros animales son capaces de mentir, pero ninguno de comunicar y compartir tantos relatos como nosotros. Hablamos y escribimos del amor, de los derechos humanos, de las reglas de la pelota y del fútbol, pero son entidades intangibles, creencias compartidas que han propiciado la colaboración dinámica entre incontables individuos. En la mayoría numérica radica la fortaleza física de la manada (“trinchera de piedras”, diría José Martí), pero la trinchera de ideas que tanto valoró y recomendó el Apóstol es el “bla-bla-blá”. ¿Qué otra cosa son los mitos, las leyendas y todo lo que trasmiten los medios de comunicación masiva sino bla-bla-blá intersubjetivo? Un macho alfa puede no ser el más dotado físicamente pero no le puede faltar la habilidad de establecer relaciones ni los recursos comunicativos para convocar. Martí no destacaba por su físico y fue capaz de movilizar -para retomar la guerra por la independencia de Cuba a fines del siglo XIX- a guerreros ya curtidos por diez años de contienda bélica contra el gobierno español. Dicen que Martí llegó al corazón de Antonio Maceo a través de su madre, Mariana Grajales. Dicen que lo hizo por sugerencia de Máximo Gómez, un estratega extraordinario. Y dicen que el argumento de Martí a Gómez al reclamar una vez más sus esfuerzos para liberar a Cuba fue: mi general, no tengo más remuneración para ofrecerle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los cubanos. Eso dicen, a mí no me crean, pero lo cierto es que el bla-bla-blá mueve montañas.
Hoy la humanidad dispone de una capacidad de producción, almacenamiento y procesamiento de información que nunca antes tuvimos: eso es un inmenso poder y conlleva una gran responsabilidad, sobre todo ética. Reflexionar sobre esto debe ser una prioridad no ya del arte sino también de las agendas políticas y en general, debería ser preocupación de cualquier ciudadano responsable, de ese individuo honesto que Diógenes salió a buscar con una lámpara encendida a plena luz del día.
La idea curatorial propone una sagaz relación entre la caricatura de Abela con el fenómeno de la comunicación en redes sociales: el post, el meme, por ejemplo, que han marcado nuestras vidas digitales con gran fuerza tras la pandemia. ¿Qué opinión le merece el meme como forma de comunicación, fuente de humor y dispositivo socio-político?
Lo que hoy entendemos como arte trasciende el estudio del artista y por eso, siempre que puedo, me gusta curar mis exposiciones. “Joyas Robadas. El que entendió, entendió” se montó en la Acacia, una galería que tiene el espacio dividido en dos salas claramente definidas. En la primera sala, la sonrisa de El Bobo es quien guía al visitante como nos contó Dante que Virgilio lo guió a través del Infierno. Vale apuntar que frente a la galería está el Capitolio y frente al Capitolio estuvo la sede de El Diario de la Marina, uno de los periódicos en los que Eduardo Abela publicó los dibujos de El Bobo.
Trabajar con este personaje es encarar preocupaciones esenciales no del pasado, sino de siempre. Las obras de la segunda sala toman los memes como referencia, de forma similar a lo que hizo Roy Lichtenstein con el cómic. El meme es muy eficaz y se digiere fácilmente. Por su fuerza simbólica y su capacidad viral de impacto no son pocos los que piensan que el meme reúne todo el poder que define nuestra época y lo consideran al mismo nivel de la caricatura de prensa e incluso del arte.
Pudiese parecer a primera vista que resulta anodino el rejuego con las formas y los diseños de esos muros virtuales tan socorridos en nuestras redes sociales, sin embargo, no lo es. De un lado, ¿qué posibilidades estéticas encuentra en las plataformas virtuales? Por otro, ¿es de su interés advertirnos de los meandros del metaverso como dispositivo de control?
En las redes sociales ponemos voluntariamente a circular cualquier tipo de información pues están concebidas para estimular el bla-bla-blá y fiscalizar el pensamiento a través de esa “libertad de expresión” que presuponen. ¿Inquieren para hacer de nosotros mejores personas, para ampliar nuestros horizontes como seres humanos? ¡Ojalá, pero eso habría que verlo, compay! Como decíamos en broma cuando yo era niño: no es lo mismo “paulatinamente que la mente de Paula metida en una tina”. Así que usé, por ejemplo, una plantilla de Facebook que tiene emojis de pilitas de mierda sonrientes (endulzadas que parecen besitos de chocolate Hershey) para lanzar de vuelta la pregunta que siempre te hacen: ¿Qué estás pensando?
Otro de mis cuadros en la exposición es un retrato de Yoda -personaje de “La Guerra de las Galaxias”- que participó en la campaña publicitaria “Got milk?” para incentivar el consumo de leche en Estados Unidos. Pinté al maestro Jedi como aparece en la foto publicitaria: con un bigote blanco de leche. Eso sí, cambié el texto original por un refrán que dice “recuerda por qué mataron al lechero”. Ahora que el hedonismo supera la discreción es bueno recordar, aunque nadie experimente por cabeza ajena, que al lechero no lo mataron por echarle agua a la leche sino por decirlo. Yo aprecio las oportunidades que se nos han abierto en la Era Digital, incluidas las posibilidades estéticas, pero el reto sigue siendo el mismo que hace siglos motivó a Platón: no confundir con la realidad las imágenes que vemos desde dentro de la cueva.
El proyecto también propone una línea -presente desde hace mucho en su trabajo- que tiene que ver con la autoría de la obra de arte, la desacralización del autor/artista y de la propia Historia del arte: relato que a la larga ha definido a ciertas figuras como “grandes maestros”. En este sentido, ¿cuadros que copian textos/post/memes de las redes sociales, o que se apropian de caricaturas de Abela, por ejemplo, firmadas por el premio nacional de Artes Plásticas José A. Toirac son obras de arte, o todo lo contrario?
Los parámetros de validación de una obra de arte, su aura, la autoría y otros muchos etcéteras, son construcciones que habitan en el pensamiento colectivo. Cíclicamente se cuestionan, se renuevan, mutan y siguen modelando nuestras acciones. El éxito de mercado, por ejemplo, se ha tomado muy en serio, al punto que hoy no muchos se sumergen para apreciar la magnitud del iceberg que es una obra de arte. Esforzarse es parte del disfrute porque como diría El Principito, “lo esencial es invisible".
Si pudiéramos visitar Venecia... ¿Compraríamos en el primer lugar que vemos los souvenirs “Made in Venezia”, probablemente armados con cuentas de vidrio hechas en India y China? ¿Nos perderíamos en el laberinto de sus calles y compraríamos en esas tiendecitas donde vemos cómo aún trabajan el vidrio, haciendo arte de un oficio tradicional? No sé, cada uno elige, como ante un vaso con agua hasta la mitad, desde su ignorancia o desde su conocimiento.
Antes de trabajar con El Bobo de Abela poco sabía yo de él, luego me sentí tan identificado que cuando resultaron no ser auténticos unos dibujos que había comprado, no dudé en firmarlos y convertir aquellos falsos Abelas en auténticos Toiraces. Así nacieron “los Bobos” que se exhiben en la primera sala: escogí entre muchos dibujos publicados por Abela cuales copiar para traerlos al presente. Copiar, citar, parodiar, parafrasear... son sencillamente herramientas.
Las guerras de independencia de Cuba se pelearon con armas arrebatadas al enemigo. Un método frecuente de resistencia es convertir cada revés en victoria y sacar, al menos, una enseñanza. La historia de la humanidad es el relato del continuo probar y errar. Umberto Eco, a quien mucho le debo, fue un gran coleccionista de libros con ideas que eran callejones sin salidas o rutas inexploradas. Tenía en su colección un incunable de Ptolomeo -el astrólogo que sostenía que el universo giraba en torno a la Tierra- pero no uno de Copérnico, cuyas ideas son más afines a las teorías actuales. Creo que el arte debe expandir el espíritu humano explorando sus dudas y cuestionando sus certezas: por ahí van mis tiros.
En la exposición se advierten un sinnúmero de citas, intertextos a descubrir por el receptor según sus competencias culturales. Mucho se ha debatido sobre la intertextualidad y su relación con la cultura posmoderna ¿qué significado encuentra usted en este recurso? ¿Qué rol debe desempeñar el público en este sentido?
Espero del público un rol mentalmente activo. La exposición contiene muchas referencias culturales, en el sentido amplio del término. Son datos superpuestos de la misma manera que en la pintura tradicional se usan las veladuras o capas finas y transparentes de colores. Esa densidad, aderezada con humor, permite disfrutar mi muestra en diversas escalas, en correspondencia con el conocimiento y la sagacidad del visitante. Hay también códigos QR que se suman al “concierto barroco” y dan información complementaria. Esta es una exhibición para leer, literalmente. La escritura es un logro que hay que defender a capa y espada. Hasta donde sabemos, ningún otro animal puede escribir un poema o una novela, pero (y siempre hay un “pero” atravesa´o) el ritmo acelerado de la vida actual está mellando también la escritura. Para muchos resulta más cómodo enviar un mensaje de voz que un mensaje de texto, usar emojis en vez de palabras para expresar ideas y sentimientos.
En fin, son recursos ya naturalizados en nuestra comunicación diaria y mi expo va a contrapelo. Una de las obras, titulada “El muro” por todas las referencias intertextuales que estas dos palabras juntas evocan, es simplemente la traducción al lenguaje escrito de los emojis que más he usado últimamente y sus antónimos. De manera que no es solo Dr. Jekyll quien habla desde “mi muro”, sino también mi alter ego: Mr. Hyde.
El Bobo de Abela tiene un lugar notorio en la muestra, siendo un pórtico a la segunda sala. Sin dudas, este personaje y su autor tienen un lugar imprescindible en la cultura cubana del pasado y el presente ¿por qué Abela y su Bobo como prólogo? ¿es esta exposición un homenaje a su figura y a su autor?
Ciertamente, cuando se visita la muestra uno se da cuenta de que abundan los guiños y tributos a otros artistas. Abela es el más evidente porque dediqué toda la primera sala a El Bobo, personaje que se inscribe en la tradición de “hacerse el bobo” o como dice el refrán popular: de hacerse el muerto a ver qué entierro le hacen. En ese linaje también están el Bobo de la yuca, el Loquito de Nuez, el Salomón de Chago y más recientemente el personaje genérico creado por Lázaro Saavedra, que de alguna manera los incluye a todos. Mi dilema fue escoger con cuál de estos trabajar para poner en evidencia, en un país de poca memoria como este, cuán diferente fue nuestro pasado, aunque también, y al mismo tiempo, cuán iguales continuamos siendo. Me decidí por el personaje de Abela teniendo en cuenta la época en que circuló y el contexto urbano donde se encuentra enclavada la galería. El sentido del humor de El Bobo es trascendental. No tuve que alterar sus diálogos para que sonaran actuales, divertidos e ingeniosos.
Por último, el humor es ese vaso comunicante que aúna las capas de significación de esta muestra. ¿Joyas Robadas (el que entendió entendió) pude considerarse como un ejercicio para comprender, reflexionar, reírse de nuestra realidad, o todo lo anterior? ¿Qué función tiene el humor en el arte, y específicamente en su producción?
El arte debe enviar las reglas a pasear de manera que estas se entusiasmen con el viaje y para tal propósito el humor resulta muy útil. Eso hacía el bufón, no payasear sino decir las verdades al rey en su cara sin que le cortaran la cabeza. Si era muy bueno en su arte sobrevivía muchos años bajo la espada de Damocles. En este sentido Goya es el mejor ejemplo, solo hay que ver el retrato que pintó de la familia real que conserva el Museo del Prado. El humor ayuda a comprender ideas con las que no estamos de acuerdo y quizás nunca compartiremos, pero que conocerlas hace la vida más interesante. En la película “Monsters, Inc”, de Pixar, la risa resultó ser más eficiente que el miedo para energizar el mundo de los monstruos. Esa paradoja ronda el pronóstico del mundo feliz de Aldous Huxley. Pero no siempre el humor es bienvenido, en “El nombre de la Rosa”, de Umberto Eco, los crímenes que se cometieron giraban alrededor de la risa: había que reprimirla pues quien ríe no teme y quien no teme resulta más difícil de manipular. Esta idea parece retomar la pesadilla apocalíptica que describe tan bien la novela de George Orwell “1984”. En fin, hay tela por donde cortar y ya has indicado, en tu pregunta, posibles interpretaciones de mi exposición. Yo ya he “hablado” más que un perico. Así que el que entendió, entendió.