Servando Cabrera: “un canto al pecado, viviendo el pecado”

La Jeringa
4 min readJun 15, 2023

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Por: Nathalie Mesa Sánchez

Fotos: Álex Perera

En el Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes se inauguró la exposición “Servando Cabrera Moreno: La memoria de los borrados", un homenaje a este creador en el centenario de su natalicio. Particular relevancia tiene el diálogo en el mismo espacio, y por primera vez, de sus obras en tela y papel, de las colecciones pertenecientes al propio museo, del Museo Biblioteca Servando Cabrera Moreno, de la colección Los Carbonell y de la Galería NG Art.

Con la curaduría de Rosemary Rodríguez y Teresa Toranzo se viaja indudablemente por el tiempo y la vida de un artista quien fuera maestro del trazo y, tal vez, el mejor traductor de la libertad íntima. Las piezas expuestas presentan diferentes formatos y soportes en los que la figura humana sigue siendo su eje central. Servando supo ver al campesino, al obrero, pero también pintó cuerpos sin rostros como canto al vigor del sexo, la vida. En sus obras se explora el deseo, se celebra la libertad íntima, se evoca a la belleza de la sexualidad y la sensualidad y se mira el sexo como virtud del hombre. Es un artista que va más allá de lo erótico y se dice que coquetea con lo pornográfico. En sus representaciones logra contemplar lo sexual desde otra perspectiva y en su afán de sexualizarlo todo, también lleva al espectador, felizmente, a esa pansexualidad de la naturaleza humana.

Sus formas sinuosas, el entrecruzamiento de los cuerpos, logrados a partir de la presencia muy marcada del trazo, alegan una obra casi abstracta. Sin embargo, es el expresionismo su principal evocación al lograr otorgarle emociones a sus cuerpos sin rostros, a sus figuras poseídas y dominadas.

Los colores parecen vibrar en sus cuadros. Crea atmósferas de pasión y de deseo a partir del dominio de los tonos saturados, pero también sutiles y suaves como los ocres, verdes, azules e incluso los rojos. Para él, el color funciona como un adulador más de ese juego con los trazos para crear la experiencia íntima y sexual. Impacta también en nuestras retinas el uso de las luces y las sombras como herramientas poderosas en sus representaciones. La luz emana del interior de las figuras como fuerza interna de cada uno de sus cuerpos. En combinación con las sombras, claman la búsqueda de la esperanza en medio de la opresión a la que Cabrera indiscutiblemente fue sometido.

Decir de Servando es hablar de un hombre libre, a pesar de que fue profundamente oprimido. Su libertad estaba en su pensamiento, en su arte. Intentar borrar su creación fue una de las acciones más desafortunadas para el arte cubano, y para una nueva generación que sin lugar a dudas, lo bebe por su legado a la temática abiertamente erótica. Ha sido tal vez, el hombre más valiente de su tiempo. Como dijera Reynaldo González: “Servando le cantó al pecado, viviendo el pecado”. Yo le agrego: sintiendo el pecado y mostrando sin reparo el pecado.

Su obra es bella, es auténtica y es imborrable. Justamente, 80 años después de su primera exposición personal, realizada en el Lyceum de La Habana, la Sala Transitoria del Museo mostrará hasta el 5 de septiembre las creaciones menos vistas de su producción.

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