Sola: el despertar sexual como catarsis de la liberación femenina
Por: Sofía Miranda González
“Clara Sola" es el primer largometraje de ficción de la directora sueco-costarricense Nathalie Álvarez Mesén. Este constituye una crítica a la opresión matriarcal que, por medio de una moral católica, la cual roza el fanatismo religioso, reproduce los convencionalismos socioculturales más conservadores.
El filme es protagonizado por Wendy Chinchilla, una bailarina costarricense que hace su debut en el cine con este largometraje. Ella encarna al personaje de Clara, una mujer - niña de aproximadamente 40 años, con una severa escoliosis que afecta su movilidad y le causa grandes dolores. Además, posee una condición mental, que se asemeja a un espectro autista. Estas discapacidades que sufre el personaje se ven agravadas por el ambiente opresor en el que se desarrolla Clara, quien está al cuidado de su madre, Doña Fresia.
El personaje de Doña Fresia aparece como el principal blanco del discurso crítico de la directora, pues muestra cómo el arraigo en las tradiciones retrógradas llega a primar sobre la salud y el bienestar de Clara, al punto de sacrificar su calidad de vida. Esta premisa se evidencia cuando Fresia, aun conociendo el sufrimiento de su hija debido a la enfermedad y, a pesar de las sugerencias de la doctora, se niega a operarla.
En relación con lo anterior se muestra otra de las premisas de la película: el papel que desempeña la religión (fanatismo religioso) en el entorno represivo en el que habita Clara. Esta niña - mujer es considerada una santa y se le atribuyen habilidades curativas y extrasensoriales, mediante un formidable uso del realismo mágico. De ahí que se vea obligada a servir como sanadora, a la vez que es convertida en el sustento económico de su familia. Esta condición de divinidad perpetúa su situación de dependencia a su madre, quien, en aras de conservar intacta su “pureza”, la mantiene aislada del mundo y le inflige severos castigos cuando Clara pretende descubrir su sexualidad.
Precisamente este despertar erótico que experimenta la protagonista con la llegada de Santiago, se utiliza para reflejar la catarsis que sufre la protagonista. En este sentido, se utiliza el deseo sexual de Sola (Clara) como manera para reflejar su necesidad de libertad.
Para narrar esta historia, la directora hace uso de símbolos, metáforas y alegorías. Una de las más evidentes es la simbología que encarnan las manos de Clara, dado que estas son; su instrumento de sanación, su vía para encontrar placer carnal y su medio para conectar con la naturaleza. En consecuencia, la narrativa se estructura en función del movimiento y poder de las manos como la forma de contacto de Clara con sus dos universos; por una parte, la exploración de la sexualidad y su espiritualidad, por otra, la simbología religiosa que apunta a un estado inmaculado del Ser.
Asimismo, el uso de los símbolos resulta muy útil para comprender el grado de sometimiento que sufre la protagonista. Como ejemplo de lo anterior se muestra al inicio del largometraje a la protagonista extendiendo sus brazos para intentar alcanzar a su yegua y traerla de regreso a su propiedad cuyo perímetro ha sido delimitado por listones color púrpura. Esta secuencia no debe pasar inadvertida, pues deja ver al espectador el profundo deseo de la mujer por escapar del estricto régimen impuesto por su madre y encontrar su autonomía. A la metonimia de la mano vale agregar la presencia de su yegua como otra figura retórica. La relación entre la protagonista y la yegua parece funcionar como una identificación, dado que, como Clara, su yegua también está sometida a un trabajo utilitario, donde sus deseos e intereses son ignorados.
En cuanto a la fotografía, el trabajo de Sophie Winqvist es loable. Esta introduce planos secuencia de la naturaleza en un ritmo lento y fotografías macro de insectos. Esto le permite al espectador acercarse al mundo visual de Clara y entender su conexión con el medio natural. Sophie logra, además, ser consecuente con el guión de la directora, donde predomina una alegoría a lo femenino. En este sentido, el entorno predominantemente femenino se logra con la inserción de espacios y códigos de la feminidad – las telenovelas, el maquillaje los vestidos de princesa, los bailes y fiestas de quinceañera–. Estos elementos, que le atraen a Clara en tanto le resultan prohibidos, tendrán un rol secundario, mas no irrelevante, en el deseo de Clara de adquirir su emancipación.
Cabe destacar también la actuación de Wendy Chinchilla Araya, quien encabeza el reparto de actores debutantes en cine. Chinchilla nos regala una conmovedora interpretación, pues es capaz de transmitir la represión física y emocional de su personaje a través de su postura encorvada y de una mirada vacía, que refleja la soledad de Clara.
Finalmente, se concluye que Clara Sola guarda similitudes con otras películas donde se aborda el contrapunteo entre religión y sexo como “La niña santa” de Lucrecia Martel. De igual forma, esta cinta podría considerase como un coming of age, aunque, en este caso, la protagonista del crecimiento psicológico y moral es una mujer en sus cuarentas, que intenta escapar del contexto asfixiante en el que vive.