¿Tú quieres conocer a Yamil Orlando?

La Jeringa
4 min readDec 23, 2022

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Por: Emmanuel Montes Á.

Si los adoquines de la Habana Vieja hablaran, no nos alcanzaría el tiempo para escuchar todas sus historias. Sin embargo, caminando por ahí mismo, es obligado detenerse en la confluencia de las calles Teniente Rey-Habana y mirar hacia el interior de Habana Espacios Creativos. A medida que ya cae la noche —más temprano de lo normal por la maldita circunstancia del cambio de horario—, se da otra historia que nada difiere de la que pudiesen contarnos los adoquines. Es una historia contada de manera diferente, una historia de videos-documentales, una historia de inconformidad.

Se trata de la muestra de Yamil Orlando. Cinco videos, según se lee en su statement: fruto del azar, del absurdo, de la maldita circunstancia del agua por todas partes. A escasos metros de donde se expone REC —como se titula la muestra—, un muchacho, con unos bafles en la misma puerta de su casa, pone reparto a todo dar. Se escucha una canción muy cruda, directa, sobre que si alguien quiere conocer a un tal Hécto’ y poripallá, se desata la vulgaridad relacionada a alguien de Letonia o algo, a algún letón.
Parece hasta surrealista, así… como un video-documental de Yamil Orlando.

En un espacio, una exposición de videos sobre el día a día de los cubanos; y a pocos metros, con la bulla de los bafles, la realidad misma martillándonos los oídos. Sin embargo, los video-documentales de Yamil Orlando, más que videos en sí, son el reflejo de ese mismo zeitgeist en el que vivimos. Son registros audiovisuales de la cotidianeidad. Casi que un espejo: capta el devenir del día a día, le da un sentido y lo transforma en algo más perceptible para todos.

Y eso es meritorio.
Ir de lo personal a lo general, a través de la creación, no todo el mundo puede conseguirlo. En uno de los videos de la muestra, cuyo título es Babilonia resulta inevitable no simpatizar con lo que se ve y se oye; resulta inevitable no compartir los mismos pensamientos, las mismas inconformidades de la muchacha. Justo ese video, “fruto del azar”, registra el pensar de cualquier joven cubano. Es uno de los más difíciles de superar, imposible dejarlo pasar por alto, por el tema que aborda. La realidad de cualquier universitario, en la Cuba distorsionada de ahora que a veces le da más protagonismo a las paranoias que a las verdades, es la misma que la de la muchacha que habla en el video. La ilusión al principio, el deseo de triunfar; luego la ira, la indignación, caer en el jamo de la frustración. Yamil Orlando le da rostro a una verdad dicha entre susurros: el salario que pueda ganar un graduado universitario, en cualquier campo, en la Cuba de ahora, no compensa ni los años de estudio ni las necesidades básicas para vivir. Así de simple.

¿Por qué es meritorio detenerse a esa hora de la tarde-noche y ver esa exposición si pudiera decirse que es lo mismo con lo mismo: una discusión en una cola, descontentos, inseguridades? ¿Dónde está el mérito? Justamente ahí, en que tiene que aparecer alguien como él, como Yamil Orlando, para hacer que los demás se detengan a darle sentido a la monotonía diaria. La misma monotonía con la que una se topa antes de asistir a REC y luego de salir de REC. Porque sí, la muestra es un punto de ruptura, otros ojos para ver lo mismo.

Al salir de REC, todo oscuro ya y la Habana Vieja en pleno apogeo, uno se queda conectado con el espíritu de la muestra y va por ahí viéndolo todo de una forma diferente. ¿Quizá sea ese el propósito de la muestra, aprender a ver lo mismo de distintas formas? La música de al lado no ha parado ni un momento, hay repertorio para rato, hay reparto para rato. Un hombre que no parece tan viejo, rapado y en compañía de una mujer que, a simple vista, parece mayor que él, persigue a turistas que visten la camiseta del equipo de Brasil. Les pregunta si son brasileños, los turistas responden que sí y el hombre y la mujer los persiguen dándoles conversación. Luego, pocos minutos después, regresan por el mismo camino, comiendo ambos una tartaleta. Una anciana va por la calle pidiendo veinte pesos, no uno ni cinco, sino ¡veinte pesos!, como si la inflación monetaria también afectara al gremio de limosneros. Todo eso, absolutamente todo, bien que pudiese haber sido un video-documental de Yamil Orlando, bien que pudiese haber sido parte de la muestra REC, porque REC, es la vida misma de nosotros, de ahora. ¿Tú quieres conocer a Yamil Orlando? —una pregunta parecida a la del corito repartero que se escuchaba minutos antes de entrar a la exposición—. Sale, camina, vive.

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